No era correcto

Capitulo 29

Por décima vez sus ojos se desviaron a la pantalla del celular. Lo mantenía a su lado, pero sin tocarlo. La pantalla se había iluminado varias veces con textos de Nuria, de Carlos pero ninguna vez se iluminó por Damián. Valentina suspiro, sentada en su cama, con la espalda recargada contra la cabecera, sabía que había hecho mal en irse sola a su departamento, prácticamente había huido de la universidad, pero estaba tan confundida que no quería hablar con nadie, ni con Nuria, ni con Carlos, simplemente quería dejar de fingirse positiva y, lamerse la herida de su pasado que se negaba a cerrar, y de aplacar las dudas que la carcomían.
—Esta con ella—susurro, escondiendo la cara contra sus rodillas abrazando sus piernas. Había pasado el resto del día pensando en que las palabras de Ericka tenían que ser mentira, ¿Pero y si no lo eran? La falta de llamadas, de mensajes de él le lastimaban y, de mala gana tenía que aceptar  en cómo la ausencia de Damián no hacía más que darle la razón.
—¿Que estoy haciendo?— se preguntó, mirando nuevamente la pantalla de su celular, a la espera de un mensaje, de una llamada que no llegaba—. Apenas y nos conocemos, no puedo estar así por él, tengo problemas más serios que eso— se negó a llorar. Dejo de abrazar sus piernas y, se puso en pie con determinación— soy Valentina Roa, y puedo con esto, se lo debo a mis padres... — soltó tratando de animarse, pero no pudo terminar la frase, su voz se quebró e inevitablemente las lágrimas acudieron. Estaba completamente sola...  recordar que Leonardo la había encontrado la hacía tiritar de miedo. 
Tres toques sonaron en su puerta, el sonido aunque suave la hizo respingar. Su mente le jugó una mala pasada y, le hizo formar ideas poco gratas.
—es él— susurro asustada. Cubrió su boca para evitar hacer ruido y,  miró alrededor en busca de algo con que defenderse.
No me hará daño de nuevo, pensó tratando de no evocar el mas horrible de sus recuerdos. Ese que aún no se animaba a contar a nadie, ni a sus padres, ni a Nuria, mucho menos a Damián. Trago saliva ruidosamente, tomo por inercia lo más cercano que; resultó ser el peluche de ojos de botón de un personaje de Dragón ball. Y con paso tembloroso fue a la puerta, peluche en mano y, el corazón a punto de salirse de su pecho por el temor. Solo un golpe para atontarlo y gritaré, los vecinos pueden ayudarme. Planeo.
Los golpes en la puerta se volvieron más insistentes y, Valentina sintio que el alma se le iba a los pies. No creía ser capaz de hacerle frente, no había escape, no podía enfrentarle, estaba segura que él lo sabía y, ahora la tenía a su merced, arrinconada en aquel minúsculo lugar sin escapatoria. Jadeo y, ante su sonido la perilla de la puerta comenzó a moverse... Él trataba de entrar.
—por favor, no, no de nuevo— chillo asustada. Su llanto se descontrolo estaba aterrada y de pronto la puerta crujió... Él había entrado.
Un grito escapó de la boca de Valentina, aún con los ojos cegados por las lágrimas, trato de huir pero fue retenida, dos fuertes brazos la atraparon y, ella espero el dolor, el daño que sabía él le haría... Más no llego.
—¿Estás bien?— pregunto una voz severa, que lejos de asustarla le infundió paz—. ¿¡Dios, sabes el susto que me has dado!?— dijo él arropandala entre sus brazos. Ella no dijo nada sentía el pulso en su cuello y, de pronto ahí en los brazos de Damián le pareció el mejor lugar para quebrarse, para decir y, admitir que tenía miedo.
— pensé que él me había encontrado— sollozo,temblando un poco—. Tú no llamaste, me dejaste, y él...— hipo—. Él me encontró, pensé que eras él— chillo apretándole la camisa que cubría el pecho de su profesor.
Ante su reclamo Damián arqueo las cejas con sorpresa—. Me he quedado sin batería en el movil, tuve unas reuniones de suma importancia hoy, y en cuanto llegue a casa Nuria me ha dicho que no respondías, que no querías hablar con ella y, me ha contado lo que sucedió en la universidad,  he venido por eso, a esta hora, hasta aquí, para asegurarme de que estés bien— dijo él— no respondías a la puerta y, cuando te escuché al otro lado  llorando— suspiro con pesar—. Pensé que estabas con él, que él...— no dijo más, simplemente abrazo un poco más fuerte a Valentina entre sus brazos— no quiero ni pensarlo, no debiste venir acá tu sola— la riño con preocupación.
Valentina no dijo nada, de pronto se sentía demasiado tonta, demasiada carga y, simplemente se sacó del abrazo de Damián. Él la observó, sin mediar palabra.
—¿Estuviste en casa de Ericka?— escupió odiandose por no mantener la boca callada, ¿Cuando aprendería a no decir lo primero que pensaba?
Por favor no digas si, por favor no digas si, Suplicó mentalmente.
Él frunció el ceño sin entender la desviación del tema, aún así sin dejar de observarla respondio—. Sí, he tenido una cena  en casa de la familia Márquez, por ende ella estaba ahí— soltó con sinceridad.
Valentina ahogo un sollozo de decepción—. ¡Estabas con ella, y...— quiso reclamar, pero la voz serena de Damián no la dejo.
— estaba con su padre y, antes de estar con él estaba hablando con tu padre y, un abogado, y antes de eso ocupándome de proyectos de mi constructora, porque no puedo vivir de un salario de maestro, amo la arquitectura y, no veo por qué debo dar explicación de cada paso que doy—. Sus ojos negros toparon con unos avellana que le veían incrédulos.
Las emociones del día le jugaron una mala pasada, y ella explotó en celos—¡Pero Ericka quiere conquistarte! ¡Ella ... — de nuevo no termino, la voz firme de Damián la interrumpió.
— ella y media universidad, no soy estúpido, Valentina, pero lo que si soy es un hombre de una sola pareja y, de momento creas o no; solo estoy interesado en ti— suspiro con cansancio, solo entonces ella noto el agotamiento reflejado en su rostro, lo vio frotarse la frente como hacía siempre que perdía la paciencia—. Estas siendo irracional e impetuosa, hay asuntos más importantes que tus celos infundados— reprendió, con aire serio.
Valentina agacho la mirada, él tenía razón, sin embargo estaba sobrepasada y, era consciente de que buscaba como o con quien desahogarse—. Hubiese querido que estuvieras a mi lado hoy— murmuro sin remedio, sus labios jamás obedecían a su cerebro y decían lo que sea, antes de que ella siquiera lo pensara.
Damián sorbió aire pesadamente. ¿Que estoy haciendo? Pensó, no obstante sonrió con tristeza, se acercó a ella para abrazarla, Valentina no se resistió—. Y yo hubiese querido estar ahí, contigo, lo lamento, pero solo por eso— añadió, notando entonces el peluche que ella llevaba en manos aun—. Pensabas que yo era él e ibas a defenderte a peluchasos— bromeó, aliviando la tensión del momento.
Valentina río ante la broma, entre lagrimas por lo abrumada que estaba por el día tan pesado que había tenido—. Es vegeta, el príncipe sayayin— defendió al muñeco en sus manos.
Damián río, de esa manera que ha ella le parecía la risa más bonita que había escuchado en su vida y, pese a todo lo que había padecido ese día, de pronto se sintio segura.
— es un peluche— insistió él—. ¿Que voy a hacer contigo?— pregunto, depositando un beso en la despeinada cabellera castaña de su alumna.
Ella cerró los ojos ante el beso, y respondió sin pensarlo— quererme, eso haz conmigo— lo escucho reír y, de pronto se sintió de nuevo fuerte, con ánimo de seguir, de afrontar lo que viniese, junto a él podía... O eso creyó hasta que su celular sonó.
— esa debe ser Nuria— señaló él, separándola de su abrazo—. Se ha quejado de que no has respondido a sus llamadas, ni mensajes, atiende, dile que en breve iremos a casa, que ordene algo de cena— ordeno, haciendo una seña para pedir permiso de pasar al baño.
Valentina asintió a lo que él decía y, se dirigió a por su celular mientras Damián desaparecía.
Sonrió mirando a vegeta entre sus manos, aquel muñeco ojos de botón que le recordaba a cierto profesor que ahora ocupaba su baño, así, envuelta en su nube rosa respondió sin mirar la pantalla— Damián dice que órdenes la cena, ya vamos— soltó nada más responder.
Del otro lado de la línea no se escuchó nada, solo una respiración, una respiración que por desgracia Valentina reconoció, le había llamado tantas veces antes, que de pronto se sintió  una chica de Preparatoria, indefensa y asustada.
La respiración seguía y, la felicidad y paz que había alcanzado se le esfumó de las manos, cuando lo escucho hablar.
— quiero verte mañana, pasaré por ti a la universidad, si no lo haces, Valentina, te juro que me encargare que todos se enteren de lo que me hiciste y... 
El celular salió de sus manos, impidiendo que ella terminará de escuchar el mensaje que le daban. Parpadeo lento, al escuchar la voz de Damián.
— escucha bien, hijo de puta, si vuelves a llamarle, si vuelves a buscarla, si vuelves siquiera a pensar en ella, te arrepentirás, te lo juro—  amenazó.
Valentina pudo ver el rostro de Damián pasar de furia a irá, a rabia y supo que Leonardo le habia dicho, le había dicho como lo hizo con todos en preparatoria, quiso quitarle el celular de las manos, aterrada de lo que sea que él estuviera escuchando, pero Damián no se lo permitió.
— no me has entendido bien, me importa una mierda lo que tengas que decir, estás advertido.— finalizó y para susto de Valentina, Damián arrojo el celular contra la pared, su teléfono se partió en dos quedando inservible.
Lo miro respirar agitado, furioso. No se animó a decir nada... Salvo a hacer una pregunta obvia.
—¿Te lo ha dicho verdad?— agacho la mirada. Damián la miró al instante.
Frente a sus ojos no estaba la chiquilla bocazas, risueña y positiva que él admiraba, estaba en su lugar una joven que había sido pisoteada y, que aún sufría el acoso de alguien sin escrúpulos. Podía decirle que sí, que le acababan de decir algo horrible, no obstante pensó que eso no era justo. Acababa de exigir confianza y, él iba a darle el mismo voto a ella.
— ha dicho sandeces, nada importante, lo que importa es lo que me digas tú— dijo él, ella palideció, jamás se lo había dicho a nadie... Decírselo a él sería humillante. Se dijo muerta de miedo, de pena, de vergüenza.
Damian suspiro,como si leyera su pensamiento. tomo la mano de Valentina y la hizo sentarse en la cama, a la vez que él lo hacía.
—a estas alturas, Nuria seguro ya te dijo él por qué no vivo en casa con mis padres, te dijo él por qué me fui— ante sus palabras ella lo miro sin comprender, trato de negar pero las manos de Damián le acariciaron las mejillas, limpiando lágrimas que ella no había notado derramaba—. No necesitas negarlo, conozco de sobra a mi hermana, pero estoy seguro que no te contó lo que hice, yo he hecho cosas que no me enorgullecen— la miró a los ojos con tal intensidad, que quería así, que ella viera que le diría algo que jamás había dicho a nadie más, que se abría para ella, del modo en que él pedía que ella se abriera— me fui de casa sin terminar la carrera, con mi promedio no fue difícil obtener becas completas para no tener que pedirle nada a mis padres, incluso trabaje, antes de titularme surgió una convocatoria gubernamental, para un proyecto, mi padre, la constructora de mi padre participaba en esa convocatoria, era un contrato jugoso, importante— sorbió aire y, cerró los ojos con pesar— yo no podía participar por ser menor de edad, pero tenía ideas, proyectos buenos, pedí a mi medio hermano que firmara conmigo, él podía al ser mayor de edad, juntos, por mi rabia adolescentes, por creer que mi padre merecía eso como castigo le gane el proyecto, yo un estudiante sin título, un chiquillo sin edad siquiera para participar— río con sorna e ironía. Valentina lo miraba atenta, sin decir nada— cree junto a mi medio hermano una constructora rival para mi propio padre, con el dinero de la convocatoria nos hicimos de un buen lugar, de un buen nombre y, por años le hemos quitado proyectos— trago saliva. sin dejar de verla a los ojos confesó su más oscuro secreto— lo hago y, no me arrepiento, mi padre no fundó la constructora que maneja; lo hizo mi abuelo, el hombre que murió de un infarto al corazón cuando mi madre y su amorío clandestino lo llevaron al hospital, así que mi constructora, al lado de mi medio hermano; se encarga especialmente de destruir la empresa que fundó mi abuelo, para que mi padre no se llene de gloria con algo que no es suyo, con algo que no merece y, que mi abuelo no hubiese querido que tuviera— cerró los ojos un momento— soy mezquino, no soy bueno— confesó, abrió los ojos, pensó que encontraría horror en los ojos avellanas y dulces que lo miraban, no obstante, ella le veía con tristeza, con ternura, con perdón, un perdón que él no había pedido, pero que necesitaba y, en ese momento lo entendía— mi moral, es tan hueca cómo la de mi padre, ve me aquí, enamorado de ti, confesándo la clase de hombre que soy y... — no dijo más,  valentina le cubrió la boca con una de sus manos.
— eres humano, eso es todo, ni ruin, ni mezquino, solo herido y, eso no te hace malo, te hace vulnerable y entendible— susurro—. Yo te comprendo, no te juzgo y, te entiendo— sonrió al decirlo.
Y fue por eso que Damián le creyó.
Un par de segundos duro el silencio, Valentina quiso bajar la mirada, sin embargo sabía que no podía, no cuando él había sido valiente, confesando todo mirándola a los ojos.
— cuando pasó lo del accidente, después de todo el caos, mi vida se volvió un infierno, la de mis padres tambien— trato de sonreír, pero fracaso— la familia de Leonardo es muy conocida en el pueblo donde vivía, su familia se encargó de que mi padre un simple albañil no encontrara trabajo, nos las vimos duras y, en casa mi madre hacia lo necesario para que la comida rindiera, pero no bastaba, yo lo sabía, los veía fingir que todo estaba bien, mire a mi padre sonreírme después de que yo le arrebataba su sueño y, en la preparatoria todos me señalaban— se mordió un labio y, siguió hablando— ahí va la loca ebria, la loca que atropella, decian— fingió voces al decirlo—. yo quería que todo acabará y, Leonardo me dijo un día— trago saliva. quiso agachar la mirada más no lo hizo— dijo que él haría que su familia se calmara, que dejarán a mis padres tranquilos, que sus amigos pararían los rumores en la escuela y que quedaríamos en paz, si yo hacía lo que él me pedía— sollozo— quería que yo le hiciera lo que esa noche no hice, quería que tuviéramos sexo, yo me negué, él dijo entonces que sólo sería algo mínimo y, lo hice, no soy buena, lo sé, use mis manos para satisfacerlo y, él lo grabó— agacho la mirada, cobarde y asqueada, no quería ver los ojos de Damián en ese momento— fue peor— murmuro—. después de eso, el video fue su chantaje para que yo siguiera haciéndolo, cada que él quería y, sus padres no pararon, demándaron a los míos por los daños que yo había causado—. Se cubrió el rostro y, lloro avergonzada—. Tú lo dijiste cuando me conociste soy demasiado crédula, carne de cañón, creí que al entrar a la universidad me libraría de él, que ya no podría seguir haciéndome daño, nunca aprendo— chillo y para su sorpresa, sintió como su cuerpo era halado con suavidad, topando contra el pecho de Damián.
— eres confiada, y eso no te hace culpable de la canallada que te han hecho, no tienes nada de que culparte, Yo te comprendo, no te juzgo y, te entiendo— repitió las mismas palabras que ella había dicho, le limpio las lágrimas y, sello aquel instante de confesiones con un suave beso.
Valentina pensó, ahí, en medio de aquella caricia, que pese a las edades que los distanciaban y, la norma social que les prohibía ser íntimos, que Damián y ella; estaban destinados. Eran dos almas rotas que se completaban, dos corazones heridos por distintos motivos, por distintos males que se curaban entre sí.



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En el texto hay: amigos, desamor, romance

Editado: 07.04.2021

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