No era correcto

Capitulo 33

La cabeza le dolia, le palpitaba con tal fuerza que Carlos se imagino que le reventaria cual sandía azotada con un martillo. La resaca lo hacia sufrir pero no igual que el despecho. No se molestó en ducharse, no lo necesitaba, no pretendía asistir a la universidad a estudiar. No. Iría por algo más sucio, bajo,  ruin y, así como se encontraba estaba perfecto para lo que planeaba hacer.
—la muy falsa, la muy zorra—gruño entre dientes. Decidido a cobrar revancha y hacer pagar a quien le rompió el corazón.
—no seré yo quien llore— juró—ya no más—una arcada se le vino y corrió al sanitario de su habitación. 
Después de reponerse iría a la universidad y expondría ante todos el enredo asqueroso que había entre Valentina y el profesor Urreiztieta. Sí, eso haría, tenía pensado incluso quedarse a ver llorar a Valentina, verla reducida y expuesta en la mujerzuela trepadora que era.
—lo merece— balbuceó antes de que otra arcada lo alcanzará.
***
Aquella mañana en la casa de la familia Urreiztieta se respiraba una chispa de picardía y felicidad. A Valentina no se le escapaba la forma insistente en que un par de ojos negros como los de Damián le miraban una y otra vez en lucha evidente de preguntar. 
—¿No es esto maravilloso?— rompió el silencio una voz melodiosa y alegre.
—lo es.— dio la razón Nuria a la mujer que le dio la vida.
Los dos hombres en la mesa siguieron comiendo, mientras Valentina se revolvía en la silla sin atinar a decir nada.
—anoche me emocioné muchísimo cuando supe que andabas de novio, hijo— insistió en hacer plática la madre de Damián— casi brinco en la cama al saber que pasaste la noche aqui— añadió en total dicha— me entristeció tener que esperar al desayuno para conocer a tu novia, pero valió la pena, es hermosa y mejor aún te has quedado tú ha desayunar con nosotros, tenías años sin compartir el desayuno con nosotros— reprochó.
Valentina se permitió mirar a la mujer que le fuera presentada esa misma mañana, tenía una belleza impresionante, igual a Nuria, con la piel un poco más clara, pero unos hermosos e impactantes ojos negros tupidos de negras y espesas pestañas. Tenía a diferencia de Damián una risa fácil y un gesto alegre que la hacía ver joven, más de lo que era.
—deberíamos secuestrar a la novia de Damián así lo tendríamos desayunando en casa todos los días— bromeó el padre del profesor.
—de hecho, Valu tiene problemas de plaga en su departamento— soltó de pronto Nuria.
Solo entonces Damián presto atención a la conversación dejando de centrarse en sus alimentos.
—¿Plaga?— pregunto confundida Valentina— mi departamento no tiene…
—una plaga de ratas, es por eso que pasó la noche aquí— siguió la mentira de su hermana, Damián.
A Valentina la boca se le abrió tanto por el impacto de la sorpresa que juró que le golpeó el plato en la mesa.
—¡Por Dios!— chillo con horror la madre de los hermanos Urreiztieta.
—¡Eso es intolerable!— protesto el padre de Nuria—¿Has puesto queja con el arrendador?— cuestionó.
Los labios de Valentina se abrieron cual pez fuera del agua sin saber que decir. De reojo le parecio ver una sonrisa contenida en los labios de su novio.
—por supuesto que lo hicimos— aseguro Damián— pero no hay mucho que hacer de momento Valentina no podrá regresar a casa hasta que la plaga este contenida y erradicada— siguió mintiendo con tal seguridad que incluso Valentina comenzó a preguntarse si en realidad había ratas y si sus muñecos de dragón ball z estarían a salvo.
—pobrecilla— sollozo la madre de ambos dirigiendo su mirar a donde Valentina permanecía impávida— quédate aquí unos días linda, quédate todo lo que quieras— ofreció.
—¡Sí, quédate, Valu!— pidió Nuria aunque más que pedir ordenaba.
—no...—titubeo ella—no quiero dar molestias— susurro apenada.
—¡Que bobería!— restó importancia el padre de Nuria.
—eres amiga de Nuria, novia de nuestro hijo, eres casi de la familia— añadió la madre de Damián.
—yo… no sé que decir— confeso ruborizada.
—di gracias, si me quedo—indico Damián.
Solo entonces Valentina se permitió verlo a los ojos. Contenía una sonrisa, y deseo tanto verlo sonreír de aquella forma que la dejaba sin habla, sus labios llamaron su atención y el recuerdo de lo vivido en sus brazos la noche anterior le hizo sonrojarse. Se había entregado a él y, cuando pensó que se iría, que la dejaría ahí sola en casa de Nuria, Damian decidio quedarse, no en la misma habitación pero si en una continua a donde ella dormiría. Cuando sus ojos se toparon lo supo, estaba perdidamente  enamorada  de él, sin reversa, de una forma que ella sabía que lo amaría así por el resto de su vida. Aunque eso no restaba el hecho de que mentía, y no entendía que pretendía uniéndose a la mentira de Nuria.
—no se diga más, entonces se queda, le prepararé una habitación para que no duerma con Nuria y pueda descansar en paz…
—oh, no. No es necesario— corto los planes de la madre de Damián al escucharla— puedo compartir con Nuria si a ella no le molesta, no quiero dar más molestias, señora— explicó con timidez.
—de señora nada, llámame Magnolia— sonrió al decirlo.
—deja las formalidades, linda. Aquí dinos por nuestros nombres, Magnolia a mi esposa y a mi llámame Alberto— añadió con un sonrisa amable el padre de Damián.
—a mi dime cuñada— rió Nuria— y a Dami dile bombón—elevo las cejas varias veces en gesto picaro— amor o como sea que le digas— carcajeo haciendo reír a sus padres.
—¡Nuria!— riñeron al mismo tiempo Damián y Valentina. Y aquel gesto los hizo reír a la par de los demás.
Solo hasta que el desayuno termino y se dispusieron a partir, Valentina se atrevió a acercarse a Damián mientras esperaban a Nuria que había olvidado un libro en su habitación. Él le sonrió nada más verla venir.
—en mi departamento no hay ratas— se quejó.
—hay una que acecha— respondió él.
Ella frunció el ceño sin comprender, dejo de pensar cuando lo sintió tomarla por la cintura para acercarla a él. 
—¡Nos van a ver!— chillo mirando a todos lados
La risa de Damián le hizo bailar el corazón.
—lo sé— dijo él—, está bien, por eso es bueno que mis padres lo sepan. Aquí no debo contenerme de tocarte— acercó su rostro a ella y Valentina tuvo miedo entonces, miedo de soñar y que él se desvaneciera como en sus sueños pasados hacia siempre antes de besarla—, aquí puedo besarte, amarte sin temor a que nos descubran— susurro y antes de que ella hablará le robó un beso que la hizo tiritar de pies a cabeza.
Damián sonrió al terminar el beso y contemplarla totalmente sonrojada. Cuando abrió los ojos sintió el corazón latirle con fuerza al ver su reflejo en aquel mirar avellana.
—¿Estas bien?— pregunto poniendo un gesto de preocupación que a Valentina le derritió el corazón— ¿Tienes dolor o alguna incomodidad? Podría pasar a la farmacia más tarde y...
La mano de Valentina dio a parar en sus labios—¡Por Batman, calla!— suplico roja hasta las orejas— estoy bien, no preguntes esas cosas de forma tan directa— lo riño.
Él sonrio y le beso la mano sobre sus labios.
—Eres precioso— murmuró embriagada de amor por el simple gesto.
El frunció el ceño. Tomando la mano que lo hacía callar para retirarla.
—precioso no es un adjetivo para decirle en halago a un hombre— refunfuñó haciéndola sonreir.
—pero lo eres— insistió ella dispuesta a molestarlo. —no comprendo lo de las ratas— insistió.
Damián suspiro resignado sin soltarla de su agarre.
—el imbécil que te acosa puede dar contigo, estarás más segura en casa de mis padres que en tu departamento si es que ese armario donde vives puede llamarse asi— gruño sin ocultar lo mucho que le fastidiaba donde residía su novia.
—mis cosas están allá y…
—sin excusas— la interrumpio— mi madre no te dejará ir, al menos no hasta estar segura que vivirás sin ratas y yo seguiré mintiendo hasta saber que estarás segura—prometio.
La vio torcer sus labios rosas en un gesto de inconformidad sin embargo no siguió debatiendo.
—mis padres son buenas personas, se han equivocado mucho, pero son buenos— aseguro.
Se miraron a los ojos y Damián la vio sonreír de un modo que no prometía nada bueno.
—bien, me quedo, pero tú debes como mínimo venir diario, desayunar y cenar en esta casa— condicionó dejandolo boquiabierto.
—¡Ay, síii!— chillo Nuria que llegaba a ellos— Dami si, no puedes negarte— se burló.
Damián cerró los ojos frustrado y atrapado. Arqueo una ceja y finalmente solo asintió en un gesto sereno.
—deja que mamá lo sepa, te amará más, Valu— celebró Nuria dando saltos que hicieron rebotar sus rizos.
—vamos tarde— revoleo los ojos Damián.
Se dirigieron a la puerta de la casa, dejando que Nuria les llevará delantera, antes de salir Damián la detuvo solo para plantearle un beso profundo cargado de ternura.
—es para soportar todo el dia— murmuró al terminar de besarla.
Ella sonrió se puso en puntillas y le depósito un casto beso en la boca— es para soportar el dia— lo imitó.
—¡Vamos tarde!— se escucho gritar a Nuria y ambos se dispusieron a darle alcance.
***
Si algo jamás pasaba desapercibido a ojos de Ericka, eso era sus compañeros de universidad no porque le importaran, sino porque buscaba detectar alguien que le sirviera de diversión. Y aquella mañana el día prometía. Entre todos, desaliñado y sucio uno de sus compañeros llamo su atención.
Sonrió ampliamente al verlo balbucear mientras evidentemente trataba de contener el llanto. Lo que fuese que pasara quizá podría divertirle algo, así que echo su rubia melena tras su hombro derecho y se dirigió a donde Carlos desvaríaba, no sin privarse de contonear las caderas para llamar la atención de algunas miradas masculinas.
—te ves asqueroso— señaló burlona.
Carlos la miro con desprecio— te ves como una puta y nadie te dice nada— contraataco.
Las cejas perfectas de Ericka se arquearon de sorpresa ante la respuesta.
—¿Pero que te has creído, imbécil?— chillo histérica.
Él se limpio el sudor de la frente colorada y se alejó dos pasos. Solo que Ericka no lo dejaría ir, no después de haberla insultado.
—¡Te hice una pregunta! ¿Quien mierda te crees, idiota?— siguió atacando.
—¡Quieres callarte!— exigió—¡Cállate! O juro que después de vengarme del profesor Urreiztieta y de Valentina seguirás tú— la voz aunque irradiaba furia se le quebró al pronunciar el nombre de quién le rompió el corazón.
A Ericka aquellas palabras le secaron la boca de emoción.
—¿Del profesor y de Valentina?— quiso saber.
No obstante Carlos la ignoro y siguió su camino.
No dio más de diez pasos cuando las manos de Ericka lo detuvieron halandolo al primer salón que encontró vacío.
—quiero saber—pidió con voz melosa—, si me cuentas qué te hicieron y que harás, yo podría darte lo que quieras— ofreció.
Carlos no entendió el doble sentido, resacoso, y con el corazón roto simplemente lloro.
—solo quiero que ella me quiera— sollozo.
Ericka revoleo los ojos con fastidio. Lo último que quería era soportar el llanto de un borracho que había sido rechazado.
—Dime— rogó ignorando su llanto— si me dices seguro que te sientes mejor— trato de manipularlo.
No obstante él no le prestó atención, estaba perdido en su sufrir.
—¿Por qué no me quiere?— sorbió la nariz cargada por llorar. 
Exasperada y frustrada, Ericka maldijo su suerte. Se alejó de Carlos para asegurar la puerta y después volvió a él obligándolo a sentarse en la silla más cercana. se desabotonó la blusa ante la mirada cristalizada y atónita del muchacho, que no podía creer lo que ocurría.
—yo te daré cariño, Carlos, a cambio de que tu compartas conmigo lo que sabes— ofreció en trato mientras se sentaba a horcajadas sobre el regazo de él. Conteniendo el asco que le dio oler el alcohol que él había ingerido una noche atrás, mezclado con  su sudor.
Y aunque un rayo de conciencia le gritó a Carlos que no lo hiciera. Su ego herido, y la rabia del despecho lo llevo a sellar el trato perdiendo su labios en los pechos que se ofrecían frente a él.
A la mierda Valentina, que se joda el profesor Urreiztieta pensó para acallar los remordimientos por lo que haría.



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En el texto hay: amigos, desamor, romance

Editado: 07.04.2021

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