No era correcto

Capitulo 34

No pudo evitar sentir disgusto, le molestaba, le fastidiaba que no asistieran a su clase, no asistir significaba que no tenían el interés suficiente para ser buenos arquitectos lo que le daba igual, ya que, cada cual se forjaba su propio nombre y éxito, pero ocupaban dos lugares que quizá otros alumnos deseaban y no pudieron obtener porque su cupo estaba lleno, lleno de irresponsables.
—Es increíble que ninguno terminara el proyecto, sepan que estoy muy decepcionado de ustedes los futuros grandes arquitectos de esta generación— riño sarcástico,  fijando brevemente su mirar negro sobre Valentina, que se removió ensu asiento algo inquieta. Aún no se creía que ni ella quien juró ser la mejor de sus alumnas no hubiese hecho una tarea tan sencilla.—es vergonzoso, es inadmisible.
El silencio llenó el lugar, nadie en aquel salón de clase se atrevía a decirle que el tiempo que dio fue demasiado poco, o que tenían otras materias además de la de él. Nadie  siquiera podía pensar en quejarse mucho menos  responder al temible profesor Urreiztieta. —Mañana espero a primera hora en mi correo sus trabajos—  se quitó las gafas a la par que apoyaba la cadera en el escritorio para recargarse— también espero este viernes una maqueta sobre este proyecto.
Nada más decir aquello murmullos quejosos resonaron en el salón.—¿alguien tiene algo que decir?
Su sola cuestión los hizo callar de golpe. Miro el reloj en su muñeca. Suspiro con fastidio colocándose las gafas de nuevo— pueden retirarse, la clase terminó.
Escucho los bufidos resignados de sus alumnos que se apresuraban a salir y casi sonrió, pobres chiquillos tenían que aprender que afuera en el mundo laboral no había peros que valieran contra el tiempo de alguna entrega de proyecto.  Solo que seguía fastidiado, dos de ellos se habían saltado su clase, y su futura alumna estrella al igual que todo el grupo no había entregado un sencillo ensayo.
–profesor…
Al escuchar su voz casi toda su furia se fue. Aun así no se la pondría fácil. Era su alumna después de todo por mucho que la amara. Su deber en clase era enseñarle y aplicaba también aprender sobre responsabilidad.
–si quiere hablarme del proyecto, señorita Roa. Pase a mi oficina al terminar la cuarta hora– se giró a verla notando entonces que sus ojos avellana estaban llenos de pesar y vergüenza. Ella le miró de aquella forma en que sabía que la había fastidiado, pero no le dijo nada aquello casi lo sorprendió si no fueras porque casi al alcanzar la puerta escucho un gruñido bajo llamándolo:
–papanatas.
Soltó una carcajada, que la hizo girar a verlo dándole una leve sonrisa antes de salir por completo del aula.

+++

A Erika le había costado mucho más que un revolcón encima de una silla, el poder convencer a Carlos de aguardar antes de hacer nada. Tampoco es que pudieran hacer mucho solo por ver al profesor Urreiztieta entrar a una cabina de fotos con una de sus alumnas, que además era amiga de su hermana y estaban fuera de horario de clases. Aquello no podía ser tomado en serio del todo, y tampoco es que ella quisiera dañarlo, con lo bueno que estaba quería hacerle muchas cosas, pero no perjudicarlo. Sin embargo la idea de que esa asquerosa becada estuviera revoloteando a su alrededor solo por ser amiga de la patética hermana del profesor, le irritaba, además se la debía.  Tal vez  podría seguirla un poco, tomar alguna foto como hizo con Nuria. Si. Eso haría. Se levantó estirándose con pereza, se dirigió al baño de su recamara para darse una ducha, no tenía planeado ir a la universidad aquel día, no obstante cambió de opinión, debía ir, tenía un plan que llevar a cabo.


+++

No es que Carlos fuera estúpido, él sabía que Erika no lo quería, pero le debía mínima fidelidad después de que le demostrara tanta pasión durante la tarde y parte de la noche del día anterior, ni siquiera fue capaz de levantarse estaba molido, también arrepentido, por supuesto que, pensando las cosas mejor, sin alcohol de por medio y aceptando que estaba dolido. Lo que vio no fue nada. Quizá el profesor arrastró a Valentina a la cabina de fotos solo para poder hablar con calma, después de todo en un arcade lleno de videojuegos hablar sin gritar era algo que no podía hacerse. ¿Estaba tan herido como para querer castigarlos a ambos por algo que no le constaba? Le dolió reconocer que sí, que un día atrás si lo estaba ahora no tanto, salvo el remordimiento de romper la promesa que le hizo a Erika de  callar y ayudarla. No se creía capaz de ir a decir semejante bobería frente a toda la universidad, frente al profesor Urreiztieta. ¡dios¡ el profesor lo iba matar, odiaba a  los que no asistían a sus clases, además claro que al no ir no entrego el proyecto que dejo de tarea, la había cagado. La había cagado en grande. Ahora sin la nube de licor que le nublaba la mente. Se sintió ridículo de todo lo que un rechazo amoroso le hizo hacer y decir. Tenía que disculparse con Valentina, sin embargo solo pensar en ella el pecho le dolió. Si, podía haberse cegado de rabia, de celos y despecho, pero lo que sentía por ella era sincero, verdadero: la quería.
No se sentía con la fuerza suficiente como para enfrentarla. Disculparse por actuar como idiota no sería fácil, confesar lo que creyó y pensaba hacer era aún más difícil. Se incorporó halándose un poco el cabello, ¿Cómo mierda arreglaría el lío que hizo? ¿Cómo?
Suspiró profundamente antes de dejarse caer de nuevo a la cama. Se giró boca abajo y entonces aspiró el perfume y sudor que Erika impregnó en sus sábanas el día anterior. Si le prometió algo, ella había sido buena por así decirlo con él. Sin embargo, a diferencia de él, ella no estaba ebria al decir que vería cómo usar lo que vio de manera eficaz. Dudaba que fuera bueno, si le pidió callar era porque estaba tramando algo mucho más contundente y cruel que lo que en estado de ebriedad él quiso hacer. Tenía que arreglar aquel desastre, debía ir a la universidad, aunque sabía que no podría solo.
Tomo su celular rebuscando en los contactos hasta dar con el que necesitaba, presiono llamar y aguardo a que le respondieran.
Al segundo tono ella le respondió. Sabía que no lo juzgaría y con algo de suerte le ayudaría a poner orden en el caos que creó.
—Nuria— dijo al fin— ¿podemos vernos?
La escucho reír antes de decirle que sí.
+++
Valentina observó a Nuria dar un par de brinquitos a la par que abrazaba el celular contra su pecho.
—Pidió vernos— celebró sonriendo. Tenía la misma risa fresca que su hermano mayor claro está  cuando este no estaba de huraño. —debería ir a casa y cambiarme…
—Estás preciosa así— corto, Valentina. Riendo un poco por la efervescencia de Nuria.
—¿En serio lo crees?— dejó de sonreír para verla.
Valentina asintió—, siempre lo estás, Nuri— aseguro. Nuria volvió a sonreír abrazando de nuevo el celular. 
—Aunque quisiera en verdad arreglarme solo un poquito— hizo un mohín.
Valentina supo que, por más que le asegurará que se veía hermosa, Nuria haría lo que decía, porque era terca y decidida como ella.— me saltare un par de clases, ¿Me acompañas?— hizo unos ojos tan tiernos que realmente le costó decirle que no.
— becada, no puedo— le recordó.
Nuria torció los labios con decepción ante su respuesta—, además tú hermano me citó en su oficina— susurró.
A Nuria un grito de emoción se le escapó, rápidamente tapó su boca con ambas manos y el celular en ellas.
—Va reñirme por una tarea… —trato de justificarse, apenada.
Aunque su amiga no le creyó del todo, entrecerró los ojos con picardía— procuren cerrar la puerta con llave durante el regaño— guiño el ojo, aguantando la risa.
A Valentina las mejillas se le ruborizaron—¡Nuria!— riñó. Aunque cuando ella se rió, también lo hizo.
Caminaron un poco, los pasillos de la universidad estaban abarrotados de alumnos, algunos pocos seguían lanzando miradas a Nuria, cosa que esta vez debido a su emoción ignoro. Valentina agradeció con el alma, que fuera superando lo de aquella desafortunada foto.
—No le digas a Dami que me saltare unas clases— pidió.
Valentina fingió cerrar un zipper en sus labios.
—aunque me torture…
—a besos— en un murmullo completo  la frase Nuria riendo.
Valentina iba teñirla de nuevo, solo que su amiga se alejó rápidamente unos pasos sin dejar de reír para despedirse a grito—¡Nos vemos más tarde!
Negó sonriendo y elevó una mano para decirle adiós. 
Se dirigió a la oficina de Damián, sabedora que, la emoción que sentía no era solo por la cita de Nuria, si no por que vería a Damián… a solas. 
Sabía que su relación estaba prohibida, pero su amor era sincero y creía con el corazón que eso bastaba para protegerlos.
No presta mucha atención a los demás alumnos, trato de no apresurar el paso, aunque no fue consciente que fracasaba en el intento. 
El corazón le latió con fuerza al llegar a la puerta de su despacho. Tocó dos veces y se anunció—¿Profesor Urreiztieta?
—adelante— respondió.
Nada más entrar lo vio sentado tras su escritorio, con las gafas  en la mano izquierda, aguantando una sonrisa. Estaba divertido de tenerla ahí.
Recordar el porqué de aquella cita, la hizo contenerse de no arrojarse a sus brazos.
— Profesor…
— Señorita Roa— la interrumpió con la sonrisilla asomándose en las comisuras de sus labios.
Valentina carraspeo. — Quería hablarte...— negó— hablarle— se corrigió—, del trabajo no entregado…
— una verdadera decepción— corto rollo, parecía ya no divertido de la farsa de tratarla como alumna en aquella oficina— esperaba mucho más de ti, Valentina.
Aquellas palabras le calaron, antes de siquiera pensarlo su boca que estaba segura tenía vida propia escupió una respuesta—–¡no termine el trabajo porque estaba en casa de Nuria!– se defendió–¡No soy una irresponsable! ¡ustedes dos casi orquestaron un plan malvado para que me quedara ahí!— lo acusó, él pareció por un momento sorprendido— no contaba con eso, ni con que tu y yo…
Balbuceo algo inteligible a la vez que se ponía completamente roja. Al saber a lo que se refería. Damian arqueo las cejas y después sonrió con ternura acercándose a ella. Sabía que estaban solos, aún así por costumbre recorrió su oficina como si estuviera en el aula, asegurándose de que no hubiera nadie,  entonces se atrevió a moverle un mechón de cabello tras la oreja. Ella se sonrojo ante el sencillo contacto, sin embargo su boquilla bocazas se apretujo de forma que Damian supo que lo que se le venía, ella sencillamente no sabía estar callada.—¡Si quieres que entregue trabajos a tiempo deja de distraerme!— regaño.
—Tiene dos graves problemas, señorita Roa— respondió con una seriedad que a ella le asustó.
Aún así, aquel riño no era justo y ella no pensaba dejarlo estar—¿Que mi profesor es un papanatas?— refutó.
Damian frunció el cejo fingiendo molestia— Su profesor será igual de exigente que siempre, su primer problema es que tiene un maestro que no le dará ninguna consideración, y  el segundo que debe hablar con ese novio suyo que le roba el tiempo— riñó, sonriendo. Por un momento Valentina no captó, hasta que él le sonrió— lamento haber absorbido todo tu tiempo sin pensar en tus deberes— se disculpó.
Ella negó dejando ir el enojo— según recuerdo a fuerzas no estaba ahí. No volveré a fallar— prometió, perdiendo su aire belicoso.
Él la vio con admiración— trataré de respetar tu espacio, es todo lo que daré, las tareas y obligaciones de mi materia no pasarán por alto para ti— sentenció.
Ella asintió— No espero menos de ti.
El Sonrío.
Se inclinó un poco y le besó los labios.  Valentina correspondió aferrando su brazos a él, lo que hizo que él la jalara de la cintura hasta que sus cuerpos se toparan. Aún en aquella tierna caricia, Ambos sabían que aquel era el primero de muchos enredados que les aguardaban, que lo que tenían era intenso, puro, pero también prohibido y complicado, y aquel era solo el comienzo.
—No hagas planes para el fin de semana— pidió sobre sus labios.
Valentina se separó casi  de mala gana, sin embargo la curiosidad le picaba—¿Por?
Damian le dio un casto beso, después otro y finalmente uno en la nariz antes de responder— te prometí una cita ¿Recuerdas?



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En el texto hay: amigos, desamor, romance

Editado: 07.04.2021

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