Tenía que reconocer que sintió el corazón latir doloramente con miedo varios pasos antes de llegar al edificio donde estaba su modesto departamento. Sabía que estaba siendo arriesgada, la idea de que quizá Leonardo acechara y brincara sobre ella de un momento a otro por momentos la paralizó. Sin embargo ella era Valentina Roa, había pasado por cosas peores que tener que ir a su departamento completamente sola en busca de un par de mudas de ropa. Además la idea de depender de los hermanos Urreiztieta aunque la apreciaba la hacía sentir un tanto indefensa. Detestaba tanto sentirse así no podía seguir sintiéndose así, no si quería dejar de ser la chica ilusa a la que engañaron en preparatoria, por lo que fue un alivio llegar al edificio sin problemas, incluso se alegró de encontrar a un par de vecinos que se quejaron de su forma apresurada de subir las escaleras.
El departamento estaba tal como lo dejo, lo que fue un alivio a un mayor.
La sola idea de que le robaran lo poco que tenía la había atormentado.
Apresuró a buscar unas mudas, que metió a una vieja mochila a falta de maleta, en la repisa de la única ventana de aquel modesto departamento, Valentina apreció un muñeco con ojos de botón, casi instintivamente lo abrazo sin evitar sonreír.
«te prometí una cita ¿Recuerdas?» solo recordar las palabras de Damián el pecho se le llenó de emoción. Recordó entonces su entrega, la forma inesperada en la que fue capaz de darse a él sin pensarlo, sin temores, lo que sentía por Damián era arrasador, crecía con fuerza y una rapidez que de pronto la asustó. Apretó al muñeco entre sus brazos, alejando todo pensamiento negativo, aferrándose a lo bueno. Jugaba con fuego, lo sabía, pero también sabía que Damián no la dejaría arder sola en las llamas.
Salió del departamento envuelta en sueños rosas, la breve dicha romántica que disfrutaba fue interrumpida por el sonido de un claxon nada más asomar a la calle.
—¡Valuu!— riño, Nuria desde el auto—, no deberías de haber venido sola aquí ¿Sabes el susto que pase cuando leí tu mensaje?— siguió, quitando el seguro de la puerta del copiloto para que Valentina subiera al coche.
—estoy bien —restó importancia subiendo al coche — además necesitaba venir por algunas cosas, sabes Damián dijo que tendríamos una cita este fin de semana— anunció con emoción, le extraño un poco que Nuria no se volviera tan loca de alegría como ella lo estaba—¿qué tal fue todo con Carlos?— cuestionó.
Por un momento le pareció que Nuria haría un mohín, sin embargo la vio negar y después darle la sonrisa más falsa que hasta ese día le había visto esbozar.
—Me fue bien, bueno ya sabes él solo quería disculparse—mintió.
Valentina le miró fijamente un largo instante, sabedora que su mejor amiga le mentía por algún motivo que desconocía. Nuria podía decir que no era nada, sin embargo en sus ojos negros había una chispa de tristeza que era enivitable no notar.
—¿Estás bien, Nuri?— insistió.
A Nuria los labios le temblaron, de nuevo negó haciendo que sus rizos negros rebotaran.— estoy bien, lo prometo— de nuevo esbozo una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Sin embargo Valentina decidió dejarla por la paz de momento.
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Tenía que reconocer que la paciencia no era una de sus virtudes, que estuvo tentado más de tres veces en irse de aquel lugar y su ridícula vigilancia, si no fuese porque le habían prohibido la entrada al campus universitario hubiese acudido ahí a por ella de una buena vez, pero no solo no podía entrar, si no que cuando logró dar con su dirección se topó con que Valentina no estaba ahí. Estaba completamente atorado en encontrarla.
Por momentos llegó a creer que era el momento de rendirse, de dejarla ir, de superar que lo que le pasó a su pierna fue tan culpa suya como de ella. Pero aquella sin duda fue una señal del cielo o del infierno, porque de pronto cuando estaba por darse por vencido ella apareció, entrando a aquel viejo edificio, lo tentó la idea de salir del auto donde había permanecido vigilando con los vidrios ahumados al tope aún cociéndose en aquel infernal calor de aquella ciudad solo para ser discreto. Sin embargo ella podría huir, escaparse de sus manos de nuevo y estaría tan perdido como lo estaba hace minutos. Decidió aunque la paciencia no era lo suyo… esperar.
Esperar por ella.
Esperar para tenerla.
Esperar a que saliera y fuera a dónde sea que se ocultaba.
Esperar para dejarla sin refugio que la salvará de él. Y lo hizo, aguardo a que el auto al que la vio subir avanzara un poco antes de ponerse en marcha y seguirlo.
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Tenía un serio problema, debía decirle a Damián, tenía que. Pero Valentina no había dejado de hablar de lo emocionada que estaba por tener una cita, y sabía, para su desgracia, que si abría la boca, su hermano mayor cancelaría todo. Se volvería protector o incluso podría terminar de tajo aquella relación, Se cerraría de nuevo. Damián siempre se mantenía alejado de problemas, le había dado la espalda incluso a su familia y le dolía pensar que quizá por no perder su carrera le daría la espalda al amor que sentía por Valentina, ese era su actuar, si le decía lo que Carlos había hecho, que incluso ahora Erica podría estar fraguando algo en contra de ellos, no sólo Damián odiaría a Carlos para siempre también lo haría Valentina… Y quizá si eso sucedía, si todo aquello reventaba, no solo perdería de nuevo a su hermano, si no que quizá también a su única amiga.
Aquello era lo más cruel, sufría por Carlos sí, pero a idea de que él fuese odiado por Damián y Valentina ni siquiera era lo peor, lo peor era que temía, estaba aterrada de que al abrir la boca, Damián volviese a alejarse, que podría volver a cerrarse, a ser ese hermano distante y apático que había sido por años. No es que no quisiera decirle, es que podía verlo feliz justo como lo hacía en ese momento en la sala de casa de sus padres, tenía mucho tiempo que no veía a su hermano mayor sonreír con el alma como lo hacía en ese momento cada que Valentina hablaba. La forma en que la miraba, como si, después de tanto aquel joven que tuvo que madurar de golpe por cargar los pecados de otros, se revelará de su carga y comenzará a vivir. saber que nada más abrir la boca ella que había soñado con verlo enamorado sería responsable de acabar aquel romance. Lo pudo apreciar desde que los vio juntos, lo podía apreciar en ese instante mientras esperaban a que los llamaran a la cena.
—Estas muy callada— soltó, de pronto, con sus ojos negros tan iguales a los suyos, clavados en ella.
Valentina que estaba sentada al lado de él, le miró con la misma preocupación que lo había hecho horas atrás cuando la recogió fuera del edificio donde vivía hasta hace unos días.
—Ha estado así toda la tarde— añadió, Valentina en realidad preocupada.
—Me duele un poco el estómago— mintió.
Damián la miro detenidamente, Nuria supo que su hermano mayor sabía que le mentía, pero no iba decirle, no podía, ella se encargaría de resolver lo que Carlos creo, sin involucrar a su hermano y a su mejor amiga.— es por Carlos— balbuceo, no se sintió del todo mal, porque aquello en parte era cierto, estaba mal por él, por su actuar, por la decepción tan grande que le clavó en el pecho.
—Gómez es un imbécil, Nuri— soltó con desagrado, Damián. Nuria pensó que tenía razón, Carlos lo era, pero no lo diría.
—Damian—, riño Valentina, sin evitar sonrojarse al llamarlo por su nombre. Si Nuria no estuviera tan abatida hubiese hecho burla y chistes bobos sobre lo dulces que eran aquellos dos, Valentina sonrojada hasta las orejas por llamar a Damián por su nombre y él mirándola con adoración nada más escucharla. Estaba decidido, no dejaría que ellos terminarán, no sabía cómo, no sabía qué hacer pero protegería el amor de aquellos dos, así que decidió cambiar el tema de conversación.
—Valu, ha dicho que tendrán una cita— acusó, ganando la atención de su hermano que le lanzó una mirada de recelo, no lo culpaba lo merecía por fastidiarlos con burlas cursis cada que podía— ¿A dónde vas a llevarla, hermano? Por favor dime que no irán al museo o alguna de esas ñoñadas que a ti te gustan— suplicó haciendo uno de sus fingidos mohines.
Cuando lo vio revolear los ojos no pudo contener la risa, seguro Damián había considerado llevar a Valentina a un sitio así.
—¿Qué tal la ruta del vino?—sugirió.
Valentina la miró con interés.
Damián chasqueo la lengua— no iremos a echar tragos rodeados de desconocidos ebrios— masculló.
—el vino siembra amor en los corazones, hermano— refutó solo para fastidiarlo.
—tenemos algo ya planeado, Nuria— corto tema, Damián.
Valentina entonces centró su atención en él.
—¿Lo tenemos?— soltó sorprendida.
Damián le sonrió entonces, se permitió acunarle una mejilla, y Nuria podría jurar que si ella no estuviese presente su hermano habría besado a su amiga.
—Lo tenemos, confía en mí— dijo él.
—si la cita es aburrida— intervino Nuria solo por molestar a su hermano—, mándame un mensaje, te llamaré enseguida, puedo llorar diciendo que algo está mal para que huyas de esa mala cita— ofreció, haciendo un gesto angelical que disimulaba perfectamente sus intenciones de bromear.
Valentina carcajeo al escucharla, mientras Damián masculló algo sobre sus deseos de ser hijo único, a Nuria le hubiese gustado saber qué planes tenía su hermano, moría de curiosidad, pero debía centrarse, aprovecharía el día de cita de aquellos dos para ir a buscar a Ericka y arreglar lo que Carlos había hecho.
—la cena está lista— llamó de pronto, Magnolia. Nuria sabía que si su madre les llamaba en persona seguro era para asegurarse que Damián estuviese aún ahí. Si Damián se alejaba de nuevo sus padres también lo perderían, pensó de pronto sintiéndose aún más apesadumbrada.