No era tan Fácil. (harco)

II

Harry siempre supo que la vida era difícil.       

Cuando no era más que un bebé aprendió que llorar solo traía más llanto.       

Cuando apenas medía más de unos cuantos centímetros, aprendió que nunca iba a ser fácil ganarse el amor de alguien.     

Cada año que crecía aprendía que las cosas solo se volvían más difíciles y las tristezas solo se acumulaban en tu interior.

Recordar unos padres que nunca viste era muy difícil, sentir el calor de un abrazo era muy difícil. Ganarse el respeto de una familia que te odiaba era muy difícil. Ser lo que todos querían era imposible.   

Su vida había estado llena de tristeza y soledad aún cuando llegó a Hogwarts.       

Rodeado de personas que lo idolatraban aprendió que no era fácil sentirse amado. Entendió que el cariño vacío de la gente dolía tanto como su indiferencia. Ser usado por las personas que uno amaba tampoco fue placentero.       

Nadie le dijo que amar no siempre trae felicidad, nadie se tomó la molestia de explicarle que querer aveces significa poseer y que olvidar es tan difícil como dejar de llorar.       

Nadie le dijo que perdonar podía ser tan difícil como intentar no respirar y que él odio y el rencor nacían del mismo lugar que la fé y la aceptación.       

Sin embargo, en Hogwarts todo eso cambió. No sólo descubrió la magia y el amor; la lealtad y la valentía, aprendió que no era tan difícil sentirse bien.       

Aprendió que a veces el dolor era recompensado con amor. Aprendió que al caer quizás tendría quien lo levantara. Pero no fue hasta que la vida lo chocó con Draco Malfoy que aprendió lo que era querer algo más allá que tu cuerpo y ese día descubrió que todo era mucho más fácil de lo que siempre sospecho.      

Nunca hubiera imaginado que era tan fácil poder depositar su felicidad en otra persona, aprendió que las peleas podían ser divertidas, aprendió que era muy fácil vivir por el latir de otro corazón.       

Harry nunca creyó en que hubiera algo que te mantendría unido a otra persona por más que la distancia y una guerra intentarán lo contrario.       

Parecía surrealista, pero Harry aprendió de todo aquello, que no era difícil amar a un enemigo. No era nada complicado extrañar a un Mortifago. Toda la vida pensó que lo que no se tenía, no dolía perderlo, hasta que vio la marca fracturar la impoluta piel blanca de Draco Malfoy y ese fue el momento en que entendió lo fácil que un corazón podía romperse, aprendió lo fácil que tu vida podía desmoronarse en un solo segundo.       

 Aprendió que era tan sencillo perder la fé, como recuperarla con una simple bajada de varita. Aprendió que juzgar a la ligera, solo traía dolor. Aprendió que la línea que separaba al odio y el amor, era fácil de cruzar.       

¿Quien le hubiera dicho que Draco podía enseñarle que el amor era tan fuerte, que te obligaba a caminar hacia tu muerte?      

Hubiera apostado en contra y habría perdido, pero jamás imaginó que iba a ser Draco Malfoy el que le enseñara que el lamento más triste y doloroso que alguna vez iba a escuchar, no era el llanto de un fénix, sino el grito desesperado de otro corazón rompiéndose.    

 




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