No eres libre de morir

Capítulo 3

Narrador Omnisciente

La oficina de Matthew está a oscuras, solo iluminada por el resplandor azulado de la luna.El whisky en su vaso ya no tiene hielo, solo el reflejo distorsionado de su rostro.En su mano, la foto de Cabo—una de las tantas fotos que se tomaron cuando estaban juntos y que ella dejó atrás cuando lo dejó.La aplasta entre sus dedos, pero no la rompe.Nunca la rompe.Su voz áspera y autodestructiva retumba en su mente mientras mira la foto.

"Mírate.Patético.Tres años y todavía guardas está mierda como un adolescente enamorado."

Arroja el vaso contra la pared.El cristal estalla como su cordura.

"Ella te dejó.Te dijo que no te amaba.Te escupió en la cara y tú... tú solo seguiste de pie, como un perro esperando que volviera.''

Sus puños se cierran hasta que los nudillos palidecen.Recuerda como Harper lo miró hoy en la sala de juntas—fría, indiferente, como si nunca lo hubiera amado.Como si los tres años juntos hubieran sido un sueño que solo él recuerda.

"Y aún así... aún así la quieres.Aún sientes ese puto vacío cuando pasa a tu lado sin mirarte ¿Qué te pasa? ¿Eres masoquista? ¿O solo un idiota?"

Matthew agarra la botella de whisky y la estrella contra el retracto de Harper en la pared escondido—un recorte de revista financiera donde ella sonríe, impecable.El alcohol chorea sobre su rostro como falsas lágrimas.
Gritando al vacío.

"¡Te odio! ¡Te odio por hacerme esto! ¡Por obligarme a seguir amándote cuando ni siquiera estás aquí !"

Pero es mentira.Lo sabe.No la odia.Odia no poder odiarla.Odia que, se muere por abrazarla.
Se desploma en su silla, la cabeza entre sus manos.La foto arrugada sigue ahí, en su puño.La desdobla lentamente, mirando su propia letra en el reverso.

"Para cuando dudes que fuimos reales"

Y entonces, por primera vez en años Matthew Cargill-Macmillan llora.No por el hombre que es, sino por el que podría haber sido... si ella se hubiera quedado.

...

Matthew amanece en su penthouse con los primeros rayos del sol filtrándose entre las cortinas.Hoy no se levantó a las 5 am como acostumbra hacerlo, no salió a correr como siempre hace todas las mañanas.Su rostro refleja cansancio y tal vez algo de ira contra sí mismo.Tiene la corbata que usó ayer aún alrededor de su cuello, como si hubiera intentado estrangular sus propias pensamientos.En la mesa, la foto de Harper en Cabo, pero ahora la cubre un informe financiero.

"Odio amarte tanto.Pero odio aun más la persona en la que me he convertido por no dejar de hacerlo"

"Odio tu recuerdo respirandome en el cuello... y odio más que no puedo arrancarte de mí ".

Se estruja los ojos y se levanta por completo de la cama revisando su teléfono el cual tiene 3 llamas perdidas de Naila su secretaria.Las ignora por completo.En cambio, abre la app de seguridad y revisa las cámaras en tiempo real de la oficina.Harper ya está ahí, hermosa como siempre con una saya negra ajustada a su cuerpo mostrando sus curvas, y una blusa de manga corta blanca.Va vestida sencilla pero hermosa.Se dirige al baño quitando el traje que aún llevaba y se ducha.
Matthew llegó a la oficina y se detiene frente al escritorio de Harper.Ella no lo mira, sigue tecleando.El desliza un café hacia ella—negro, sin azúcar, la forma incorrecta —y espera.Harper lo mira por primera vez, sospechando.
—¿Envenenado?—le pregunta con una ceja arqueada desconfiada.
El no entiende como puede pensar eso de él, que lo dejara es una cosa pero intentar matarla es otra cosa que nunca le pasaría por la cabeza.
Él sonríe, una sonrisa fría solamente para ella.
—Eso esperabas¿no? Que fuera el villano de tu historia—se inclina muy cerca de ella, tanto que puede oler su delicioso perfume y habla en voz alta—Pero solo es café frío.Como el que me dejaste la mañana que te fuiste.
El ve como sus manos en el teclado tiemblan ligeramente y malinterpreta la acción.Con ironía amarga pregunta.
—¿Tanto miedo me tienes... amore mío?
La deja y camina hasta su oficina más cabreado que nunca y con mucho trabajo pendiente.
—¡Naila!—grita enojado llamando a su asistente.—¡A mi oficina ahora!

Matthew

—¿Que hay en mi agenda para hoy?—le pregunto a Naila.
—Los coreanos preguntan sobre el proyecto pendiente señor, quieren saber cómo se está desarrollando ya han llamado varias veces preguntando por usted, enviaran a alguien para supervisar llegara mañana en la mañana.
—Por favor quiero que sea bien atendido.
—Si señor ya le reserve una habitación en el mejor hotel de la ciudad.—solo asiento con mi cabeza en señal de aprobación.
—Recuerde que ahora tiene una reunión con los italianos para la ampliación de la empresa.
—Gracias Naila por favor trae mi café.
—Si señor de inmediato.
Naila sale de mi oficina dejándome solo.Preparo los documentos de la reunión pendiente y llamo a Esmeralda a mi oficina.
—Buenos dias señor.—entra contoneando sus caderas
—Me mando a llamar.—habla con sus labios rojos carmín.
—Si tenía asuntos que discutir contigo.—organizo las gráficas en aumento de la empresa.
—Usted dirá señor—habla muy coqueta acomodándose su escote para que pueda verlo.
—¿Cómo va el proyecto?—pregunto con absoluta profesionalidad.
—Pues he trabajado en el pero tengo algunas dudas.
—Le hablaste a Harper sobre eso.
—Pues la verdad es que quería pedirle su asesoramiento.
—¿Trajiste los planos?
—Aqui están.—me pone los documentos en mi mesa y se acerca hasta que sus senos tocan mi espalda.
—¿Harper superviso esto?
—Si ella me dijo que era así.
—De acuerdo por favor retirate.
—Naila por favor llama a Harper a mi oficina cuando esté desocupado.—hablo por el intercomunicador.

Harper Jones

—Me dijeron que quería verme—hablo aún en la puerta de su oficina.Está recostado a su cómoda silla de cuero negro.
—Si, adelante.
Entro y me paro frente a su escritorio.Se levanta de su silla acorralandome contra su escritorio, su cuerpo apenas cinco centímetros de mi.El calor entre ambos es palpable.Pero no es deseo sino ira.Sus manos corren hasta cada lado de mis caderas evitando que me mueva.Sus labios cerca de los míos, puedo sentir su aliento a whisky.Estuvo bebiendo.Mi reloj suena avisándome la hora de mi pastilla, sonido que el ignora.
Habla con su voz ronca y cargada de amenaza.
—¿Crees que no veo cómo juegas? Tus errores con Esmeralda no son casualidad.
—¿De que hablas?
—Intentas sabotear el proyecto.—Me toma por el brazo y aprieta justo encima de mi codo, dónde tengo aún el dolor de las agujas de cuando fui al hospital a ver si mi enfermedad había disminuido aunque sea un poco.
—¿Qué más tengo que hacer para que reacciones? ¿Quemar cada proyecto en el que has trabajado? ¿Destruirte frente a todos?
Chicho de dolor por la fuerza que ejerce en mi brazo.
Intento liberar mi brazo, pero el vuelve a atraparlo de golpe.
Al hacerlo mi blusa se rompe revelando una hilera de moretones violáceos y marcas de agujas en el interior de mi codo.
—¿Qué... qué es esto? —pregunta confundido con la vena en su frente latiendo.No respondo tratando de retirar mi brazo, lo toma de nuevo más suave pero con más firmeza dándole vuelta exponiendo las marcas, pinchazos y mi piel frágil y violacea de la reciente consulta.Sus dedos temblorosos recorren mi brazo como si las marcas fueran un código indescifrable para él.Aprovecho su distracción y tiró de mi brazo, empujándolo, pero el no cede, siempre fue más fuerte que yo.
—¿Qué es esto, Harper?—pregunta su voz grave como un rugido controlado presiona sobre un moretón causandome un jadeo—¿Cuánto tiempo llevas escondiéndolo?
No respondo y mi silencio parece enfurecerlo aún más, me sacude levemente.
—¡Contesta! ¿Tan poca confianza tenías en mí? ¿O es otra de tus mentiras calculadas?
—No era asunto tuyo. —hablo fría e imperturbable como si estuviera hablando del clima.
Matthew suelta mi brazo como si lo hubiera quemado. Retrocede un paso, pasándose una mano por el rostro. Cuando vuelve a mirarme, hay algo roto en su expresión.
—¿En serio? ¿Después de todo lo que fuimos, esto no merecía ni una palabra?
Intento ocultar mis marcas acomodando un poco la blusa.El muy abusador rompió mi blusa.Y cuando hablo, mi voz es suave pero cortante.
—¿Para qué, Matthew? ¿Para que vieras otra forma de lastimarme? Ya tienes suficientes.—sonrío triste.
Intenta replicar pero no le salen las palabras por primera vez no tiene el control de la situación, lo miro por un microsegundo y me alejo hacia la puerta.
Antes que pueda salir en un susurro pregunta.
—¿Es terminal?
Me detengo, sin voltearme.El silencio pesa y sin mirarlo respondo.
—Eso tampoco es asunto tuyo.




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