No eres libre de morir

Capítulo 4

Me levanto de la cama y reviso mi celular en busca de la información que me debe Cristopher.Pero nada, aún nada, el celular seguía sin notificaciones apreté la pantalla con tanta fuerza que el cristal hizo un crujido sutil. Nada del detective. Nada sobre Harper. Solo mensajes de mi prometida, Cintia:
"¿Llegas tarde otra vez?"
"Hace semanas que no me tocas."
Quedamos de darnos un tiempo ella en casa de sus padres y yo en mi penthouse.Un gruñido parecido al de un león escapó de mi garganta.No tengo tiempo para estás porquerías.La puerta de mi habitación se abrió revelando a Cintia en el marco de la puerta con una lencería roja que antes solía ponerme duro.Ahora no provocaba nada.
—¿Otro día ignorándome? —dijo ella, apoyándose en la puerta. Su voz era dulce, pero sus uñas largas y rojas arañaban el marco.
Ni siquiera la mire.
—Estoy ocupado.
Se acercó a dónde estaba, deslizando una mano por mi espalda arañandola con sus largas uñas.Con su fragancia de vainilla con ambición como siempre.
—Hace un mes que no hacemos el amor —susurró contra mí nuca poniéndose detrás de mi arrodillada en la cama—Te extraño. —me tense.
No era el tacto lo que me incomodaba. Era la comparación involuntaria: Harper nunca me había tocado así, por interés. Harper me arañaba, me mordía, me maldecía, pero nunca fingió.
—Cintia —mi voz cortó el aire como un cuchillo—Recoge tus cosas.
Ella retrocedió, como si la hubiera golpeado.
—¿Qué?
—Cuando vuelva al penthouse, no quiero ver nada tuyo. Ni los zapatos, ni los perfumes, ni ese maldito retrato que te colgaste en el estudio. —ella se mantuvo en silencio.Ella palideció.Luego su rostro fue adornado por la furia que enrojeció sus mejillas.
—No puedes hacer esto faltan meses para que nos casemos.Mis padres ellos...
—Vete ahora.
—Pero ...
—Despues hablo con tus padres.Ahora sal—grite
—Es por alguna otra mujer, acaso me...
—Termina esa frase y te arrepentirás.
El ambiente se volvió eléctrico. Cintia me miró y por primera vez vio al monstruo que siempre había estado en mí.
—Vete —ordene , volviéndome hacia la ventana—. Antes de que cambie de idea.

Media hora después, Salí del edificio sin mirar atrás, sin pensar en Cintia.

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Miro mi reloj son las 9:00 AM, estoy en la oficina, 36 horas después de llamar al detective.Reviso mi teléfono por décimo segunda vez en la última hora.Aún no hay mensajes de Cristopher.
Naila entra con mi café.El sabor me recuerda al que preparaba Harper.
¿Por qué demonios me importa? Ella eligió esto. Eligió dejarme. Eligió ocultarme su enfermedad.

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Estoy en la casa sin poder pegar el ojo son las 3:00 AM.
El informe de ventas que estoy revisando está lleno de errores y yo nunca me equivoco.La botella de whisky está vacía, la segunda en dos días y mi teléfono sigue en mudo.Me levanto y voy al baño y mi reflejo es impactante mis ojos están hundidos, barba incipiente, corbata del día anterior.Arrojo el teléfono contra el sofá.

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Entro sin avisar a la oficina de Cristopher 5:30 PM - 72 horas exactas desde el encargo.Las paredes están llenas de fotos de Harper.
Entrando y saliendo de un hospital con su rostro demacrado, el rostro que antes albergaba alegría ahora solo expresa sufrimiento.Recibiendo quimioterapia con su mirada perdida en la ventana y marcas de lágrimas en sus mejillas.
Cristopher me mira inexpresivo señalando un sobre.
—Toda la información está aquí.—me da el sobre.Lo tomo con pesadez y angustia por lo que veré en él.Mi mundo se detuvo por completo¿ Como sucedió esto? ¿Hace cuánto?¿Por qué?

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Me dirijo al primer bar para beber solo, organizar mi cabeza, ese diagnóstico me dejó destruido, mi corazón angustiado.

"Cancer pancreático."

"Menos de un año."

El cantinero (un viejo amigo) me sirve otro trago luego de mi pedido, observa cómo acaricio con dedos temblorosos el sobre en la cantina.
—Si es por una mujer.Ve y búscala no la dejes ir si la amas.
Pago la cuenta y me llevo el sobre. Salgo en mi auto en una sola dirección.La casa de Harper.Detengo el auto frente a su edificio, tomo el sobre a mi lado apretándolo hasta deformarlo, y subo al edificio tocando su puerta.

Harper Jones

Matthew llega ebrio, con un informe médico arrugado en su puño. Golpea la puerta con furia.Solo tengo puesto un camisón.Por su expresión, el ya sabe de mi diagnóstico.
—¿Viniste a gritarme o a mirarme morir?
Matthew empuja la puerta para entrar.
—¡Viniste a preguntarte por qué mierda no me lo dijiste! ¡Tres años, Harper! ¡Tres años te tuve en mi cama y ni siquiera te dignaste a—
Lo interrumpo con una bofetada.Matthew me atrapa contra la pared, respirando pesado. Nuestros cuerpos se tocan de arriba abajo, el calor entre ambos es insoportable.
Caminando a la habitación, Matthew me carga mordiendo mi hombro.
—¿Sabes cuántas noches soñé contigo haciendo esto? Gimiendo solo para mi.
Le tiro del cabello, el hablando así me exita, no se hace cuánto tiempo no tengo sexo.
—¿Y por eso viniste? ¿Para demostrar que aún puedes tenerme?

Me tira en la cama y mis lágrimas se mezclan con los besos, la rabia con el roce de nuestros cuerpos.Estamos en mi habitación piel contra piel.Entre jadeos y mordiscos, Matthew me mira directamente a los ojos y con voz quebrada habla.

—Te odio. Te odio porque aún te quiero Porque cada maldito día sin ti ha sido un infierno.

Lo atraigo hacia mí, clavándole las uñas en la espalda, como antes solía hacerlo.Es un abrazo y una pelea, un "te odio" y un "no me sueltes". Hablo entre dientes.

—Pues ahora tienes esto. Solo esto. Un último round antes de que el cáncer me lleve. ¿Contento?

El se hunde en mi y responde, como si solo sexo pudiera borrar mi enfermedad.Queriendo recuperar el tiempo perdido.




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