Voy tarde...
¡Qué manera perfecta de iniciar mi último año! Esta mañana, mi hermano fue muy amable al despertarme. Sin embargo, una vez que salió de mi habitación, volví a quedarme dormida y, como resultado, me dejó en casa. Aunque no me preocupa demasiado, después de todo, es el primer día y no tenemos ninguna actividad relevante planeada.
Lo más importante hoy será conocer a los nuevos profesores. Mientras caminaba por el pasillo, mi mente divagaba. Aunque he visto todo durante años, no podía creer que esto estuviera por terminar. Pronto, la vida adulta me daría la bienvenida con deudas y trabajo sin fin. Qué emocionante.
Qué hermoso.
Intente pasar por el pasillo de la oficina del director en cuclillas con mucho cuidado, no quería un regaño el primer día, ya que para él es fundamental ser comprometido siempre, porque la puntualidad es un valor muy valioso y bla-bla-bla. Seguí avanzando con la mirada fija en la oficina, no quería que me viera, estaba tan concentrada en que no me notaran que de repente choque con algo que me mandó directo al piso. Dios si estás ahí que no sea el director, por favor.
Carajo. No puedes ser más estúpida Daniells.
Levanté la mirada y vi un rostro desconocido. Sus ojos esmeralda eran deslumbrantes. En sus brazos, noté un tatuaje cuyo diseño no pude distinguir bien, cuando me fijé en su rostro noté que me miraba con un semblante bastante serio, no parecía demostrar ninguna otra emoción.
—¿Por qué no mirás por dónde vas? ¿Estás ciega? — exclamó, frotándose la cabeza con evidente irritación.
Abrí la boca para responder, pero no pude articular palabra.
¿Por qué me quedo muda frente a él?
—¿Ni siquiera te vas a disculpar? — exclamó levantándose con rapidez del suelo y extendiéndome su mano para poder levantarme.
Tome su mano y me levante, cuando por fin estuve de pie frente a él noté que era bastante alto.
—Lo siento, ¿sí?, es eso lo que quieres escuchar— respondí fastidiada por su tono de irritación.
—Algo agresiva, pero acepto tus disculpas, señorita— contestó con una sonrisa de lado.
—Como sea.
Pasé por su junto a él para seguir mi trayecto, sentí su mirada clavada en mí mientras caminaba por el pasillo debo admitir que fue mi culpa, pero no tenía por qué comportarse como un imbécil.
Me giré una última vez y vi que entro a la oficina del director, después de eso seguí mi camino como tenía planeado desde un principio. En cuanto llegué al salón, el maestro me dejó pasar sin problema, advirtiéndome que no vuelva a presentarme tarde otra vez, ya que hoy sería la única vez que haría una excepción por mí y que si se repetía me iba a dejar fuera.
La clase fue tal y como lo predije el profesor se presentó con los nuevos estudiantes y nos explicó la metodología que iba a manejar. Después, fui a mi casillero para dejar unos libros antes de encontrarme con mi hermano. Me detuve en seco al verlo recostado en mi casillero, con las manos en los bolsillos de sus jeans.
Genial otra vez él.
—¿Quién es ese chico tan guapo? — soltó Norah sobre mi hombro, sacándome de mis pensamientos y haciéndome sobresaltar.
—Querrás decir quién es ese patán de ahí— dije sin despegar la mirada de él.
Mi mejor amiga soltó una pequeña risa e iba a seguir hablando, pero alguien más la interrumpió.
— ¿Ya nos podemos ir? O nos vamos a quedar aquí hasta que nos salgan raíces — comentó Noah acercándose a nosotras con los brazos abiertos junto con mi hermano.
—Si ya voy, pero antes voy a mi casillero y nos vemos afuera.
— Si te tardas te dejo — exclamó Hunter.
Empecé a caminar, él seguía ahí con la mirada fija en las personas que iban y venían por el pasillo de la escuela, solo ahí recostado con sus auriculares, así que me pare junto a él y toqué su hombro con suavidad.
Se quitó los audífonos, me dio un rápido vistazo y volvió sus ojos al frente.
—¿Tú otra vez? ¿No te cansas de molestar? — preguntó, mirándome por encima del hombro.
—¿Y tú no te cansas de estorbar? — pregunté cruzándome de brazos— estás en mi casillero.
Ahora sí apareció la voz que debí haber tenido hace unas horas. Tarde, pero salió.
Se quedó callado, puso sus ojos en blanco, se levantó y se fue.
Este imbécil es todo un caso en el cual no estoy interesada en entrometerme, espero esta sea la última vez que tenga que conversar con él. No soportaría una vez más su tono de voz o sus aires de engreído, sé que es malo juzgar un libro por su portada, pero él es un ejemplar que no quiero leer. Prefiero mi paz mental.