Creo que fue un error llegar caminando; ahora tenemos a un Noah medio inconsciente divagando tonterías y a lo mejor a unos padres realmente molestos.
En cuanto llegamos a su casa, su madre nos esperaba en la puerta, los brazos cruzados y el ceño fruncido. La luz del porche iluminaba su rostro cansado, y la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Noah, incapaz de disimular, soltó un vómito justo sobre los zapatos impecables de su madre. El olor ácido se mezcló con el perfume a lavanda que salía de la casa, creando una escena tan desastrosa como inevitable. Ella, sin decir palabra, nos hizo entrar y llamó a nuestros padres. Ya que no podían permitir que unos adolescentes borrachos anduvieran por ahí.
La madre de Noah y Norah siempre es algo sobre protectora desde que se divorció de su esposo, porque por el más mínimo rasguño que ellos tengan se los pueden quitar y enviarlos con su padre, así que en cierta parte la entiendo dos adolescentes no debe ser tarea fácil. Pero llamar a nuestra madre no era necesario, pudimos irnos a casa con un regaño.
Cuando llego nuestra madre estábamos fuera de la casa y esperaba el regaño del siglo, pero no fue así, en realidad no dijo nada, detrás de nosotros salió Aaron.
—¿Te llevamos Aaron? — dijo mi madre antes de acercarse al auto.
—No muchas gracias, Señora— respondió él—ya vienen por mí.
En ese momento un auto se estacionó frente a nosotros y se bajó una chica realmente hermosa, toda una top model, parece que tiene unos veinticuatro años.
—Mi bebé— se acercó rápidamente a Aaron, quien la recibió con los brazos abiertos.
Acaso Aaron tiene un letrero para que todas las chicas corran a sus brazos de la forma más dramático posible.
—Qué bueno que viniste tú y no mi madre— dijo el mientras abrazaba a la chica y dejaba un beso en su frente.
—Agradece que conteste yo y no ella.
En ese instante los celos me recorrieron como brasas encendidas bajo la piel. La garganta se me cerró de golpe y el aire se volvió pesado, como si todo el oxígeno se hubiera ido del lugar. Mirarlos abrazados frente a mí era como recibir un golpe invisible en el pecho, uno que me dejaba tambaleando por dentro.
Me molesta que ella sea así de cercana a él porque ya sabemos cómo se conocen... Pero ¿Por qué carajos estoy sintiendo celos?, ¿Qué me pasa? Maldita sea, debo aceptar que él es de dominio público de muchas chicas, incluida ella, pero ese no es mi puto problema.
Mi madre se despidió y siguió caminando con nosotros detrás, su silencio era peor, prefería que me gritara, incluso que me golpeara —cosa que nunca ha hecho— pero su silencio me da más miedo.
—Sara— escuché detrás de mí. Me giré para mirar a Aaron y a la chica que lo acompaña— te quiero presentar a Valerie, ella es mi...
—Aaron no tengo ganas de hablar contigo ahora y no es necesario, ya sé cómo son el tipo de chicas que sueles presentarnos, Buenas noches— solté y cerré la puerta del auto.
sentáramos en la sala. La luz tenue de la lámpara dejaba sombras alargadas en las paredes, y el tic-tac del reloj era lo único que se escuchaba mientras ella caminaba de un lado al otro, sin decir nada. Cada paso suyo resonaba como una sentencia.
—Mamá di algo— exclamó Hunter rompiendo el silencio.
—No tengo mucho que decir— respondió, con un tono más frío de lo esperado—. Yo les di permiso de salir, y mis hijos no son los que terminan tan borrachos que vomitan sobre su propia madre— continuó, sentándose frente a nosotros.
—Pero entiendan algo— prosiguió, su mirada fija en la mesa—: que ustedes ya se estén sintiendo mejor y se tengan el uno al otro, no significa que el resto del mundo también se siente mejor. ¿Se han detenido siquiera un segundo a pensar en lo que yo siento?
Respiró hondo antes de seguir, y sus palabras se volvieron cuchillos:
—Levantarme cada mañana con la cama vacía, recorrer los mismos lugares que recorría con su padre... me está matando por dentro. Yo siempre tengo que ser la que se levanta con una sonrisa, la que da la cara por todos. Ahora yo soy el único pilar de esta familia, y no tengo el lujo de recostarme a llorar por horas como lo hacen ustedes.
Su voz se quebró, las lágrimas comenzaron a correr y aun así no se detuvo
—Lo único que pido es apoyo y comprensión... —susurró entre sollozos—. Eso es todo lo que les pido.
Eso no fue un regaño, pero nos hizo sentir mucho peor porque tenía razón.
Después de una charla donde pedimos perdón y nos comprometimos a ser más solidarios con mi madre, del mismo modo terminamos castigados, pero ya no seremos tan malos hijos. , supongo, nos hemos comprometido a estar más junto a ella, ya sea estando en la oficina o aquí en la casa para que no tenga que afrontar esto sola.
Tenía razón no empatizamos nada con sus sentimientos.
Estábamos cada uno en nuestra habitación. Mi madre nos quitó los teléfonos, lo cual de cierta forma era un alivio, ya que no tendría que recibir las mil llamadas y mensajes de Marco. Así que bien por mí.
A la mañana siguiente, el aburrimiento me carcomía. Salí al balcón con un libro en la mano, buscando al menos distraerme bajo el sol tibio. El aire fresco de la mañana traía consigo el murmullo lejano de los autos y el canto de algunos pájaros, pero nada lograba silenciar el torbellino en mi cabeza.
Y para mi buena suerte me encontré con la persona que más amo en todo el mundo... Jessica.
—Hola hermosa— dijo ella con ese tono irritante que la caracteriza.
—Hola Jessica— respondí dedicándole una sonrisa hipócrita y volviendo a clavar la mirada en mi libro.
—Adivina porque estoy aquí.
—No me interesa, pero igualmente me lo vas a decir— respondí.
—Qué inteligente, pero no lo suficiente como para darte cuenta de que Aaron jamás se fijaría en ti— soltó.
—¿Podrías superarlo de una vez o es el único insulto que puedes decirme? — respondí sin dejar de mirar el libro.