Capítulo 17. Ayuda.

SARA

Pasé el fin de semana sumergida en películas románticas, dejando que el tiempo se esfumara entre mis audífonos. Cada minuto me enojaba más con Aaron, quien parecía seguir a Jessica como un perro faldero. Su constante búsqueda de ella me frustraba enormemente. Después de desahogar mi ira frente a la pantalla, decidí que sería mejor evitarlo por un tiempo hasta que la rabia se disipara. No quisiera tratarlo mal o algo por el estilo.

Me agaché frente a mi casillero, sacando los últimos libros mientras repasaba mentalmente la lista de tareas del día. Cerré la puerta metálica con un golpe seco y, distraída, avancé por el pasillo. No llegué a dar dos pasos: choqué contra alguien con tanta fuerza que terminé en el suelo, el aire escapándose de mis pulmones en un suspiro torpe.

—Lo siento, no vi por donde iba— hablé sin mirar con quien había chocado.

Aquella persona soltó una pequeña risa que podría reconocer en cualquier lugar.

—Debemos dejar de encontrarnos así— solto Aaron sonriendo.

Bien parece que mi plan de ignorarlo no funcionó.

—Mmhm— fue lo único que respondí.

—¿Por qué estás molesta?

¿Cómo carajos lo supo?

Aaron notó mi cara de confusión por qué respondió al instante.

—Cuando algo te molesta sueles apretar los labios— explicó.

—No estoy molesta— respondí mandando mi mano a mis labios— y si lo estuviera a ti no debería importarte.

Pasé junto a él sin dejarlo responder para seguir con mi camino.

Estuve el resto del día evitando a Aaron, no quería saber más de él y tampoco quería hablar con él, fue bastante difícil evitarlo, salí un poco más tarde porque tenía un examen, pero por fin era libre, cuando iba caminando por el estacionamiento, pude ver a Hunter a lo lejos esperando, lo saludé y seguí mi camino hacia él, me detuve en seco cuando sentí que alguien tomo mi muñeca con fuerza.

Genial... Aaron.

Me giré hacia la persona que tomo mi muñeca y en ese momento mi corazón se detuvo.

Marco.

—Tú vienes conmigo ahora— exigió Marco tomando con fuerza mi muñeca.

Empezó a jalarme con fuerza dentro de la escuela que ya estaba vacía, le di una última mirada a mi hermano que se acercaba rápidamente hacia mí, Marco abrió la puerta de él primer salón que vio, me empujó dentro cerrando la puerta con llave detrás de él.

—¡¿Quién carajos te crees para terminarme con un maldito mensaje, Sara?! —rugió, golpeando el escritorio con tal fuerza que el eco retumbó en las paredes vacías—. ¡Tú no puedes dejarme, te lo prohíbo!

En este momento me estaba muriendo de miedo, nunca lo había visto así de enojado.

—¿Que pasa contigo Marco?, lo siento, pero el mensaje fue claro, ya no quiero...— antes de poder terminar la frase sentí como la palma de su mano golpeo mi mejilla mandándome al suelo.

—ES POR EL MALDITO DE TU VECINO, VERDAD, ME DEJAS POR ESE INFELIZ— grito tomándome por el cuello del jersey.

—Y si así fuera ese ya dejo de ser tu problema, ya no estamos juntos, Marco entiéndelo.

Sentí como de nuevo su mano golpeo mi otra mejilla.

—TÚ TERMINAS CONMIGO SOBRE MI CADÁVER.

—Marco, donde le hagas algo a mi hermana, te juro que te mato— exclamo Hunter mientras intentaba forcejear la puerta.

Permanecí paralizada en el suelo mientras su voz me taladraba los oídos. Marco me levantó bruscamente, estrellándome contra la pared; sus dedos se cerraron como grilletes alrededor de mis muñecas, alzándolas sobre mi cabeza. Sus labios se estrellaron contra los míos con fuerza, desesperada. El miedo me devoró entera, inmovilizándome, mientras las lágrimas brotaban sin control. Sentí su boca recorrer mi cuello y, al dejar de escuchar a Hunter forcejear la puerta, la última chispa de esperanza se apagó dentro de mí como una vela sofocada por el viento.

—AYUDAAAA— grité como último recurso esperando que alguien me escuchara.

Marco tomo mis dos muñecas con una sola mano y con su mano libre tapo mi boca.

—No creo que alguien venga a ayudarte, no hay nadie aquí y parece que tu hermano ya se dio por vencido.

Tenía razón, ya no escuchaba a Hunter y la desesperación era más grande que yo, intente liberarme varias veces, pero era completamente inútil. Mis ojos se posaron sobre la puerta con la esperanza de que un milagro pasara y así fue la puerta se abrió de un portazo, dejándome ver a Aaron y a Hunter, en cuanto Aaron me vio corrió en mi dirección apartando a Marco de mí, tirándolo al suelo, después de eso Aaron se acercó a Marco y Hunter se acercó a mí.

—Sa, ¿Estás bien? — preguntó Hunter revisándome de pies a cabeza— lamento tanto no haber llegado antes— finalizó abrazándome.

—Hunter llévate a Sara a casa, yo los veo allá—ordenó Aaron llamando la atención de ambos—yo me encargo de este imbécil—continuó Aaron sacando a Marco del salón a rastras.

Nos fuimos a casa, me quedé en mi cuarto con Hunter, mi hermano se disculpó mil veces conmigo por no llegar a tiempo y tuve que explicarle como quinientas veces que no fue su culpa, después de un rato Aaron llego entrando por el balcón.

—Puedes usar la puerta principal, por una vez en tu vida— se quejó Hunter.

—Déjame hacer mi entrada triunfal —respondió él con una sonrisa burlona.

—¿Qué paso con Marco?, ¿Dónde está? — preguntamos Hunter y yo al mismo a tiempo.

—Eso fue raro... —murmuramos de nuevo, otra vez al unísono.

—Bien, voy a ignorar esa sincronía tan extraña —dijo encogiéndose de hombros—. No se preocupen, ya me encargué de él. Marco no volverá a acercarse a Sara.

—¿Cómo que te encargaste? ¿Qué hiciste exactamente? —pregunté con cautela.

—Lo que tenía que hacer: protegerte, como te lo prometí. No entraré en detalles.

Hunter me dejo a solas con Aaron, mi hermano tenía que ir a la empresa a ayudar a mi madre, así que Aaron se quedó cuidándome. Pasamos un par de horas hablando, y Aaron me pidió que le mostrara alguna presentación de mis mejores bailes, le explique que no eran los mejores, por qué mi padre solía olvidar la cámara y las presentaciones no eran muy recientes, pero el aun así insistió.