Mi teléfono no para de sonar, hace días Brad insiste en llamar, pero ni siquiera contesto sus mensajes. ¡¡¿Qué es lo que quiere?!! todo está más que claro entre nosotros.
Continúo preparando el pedido de la mesa tres, hoy la cafetería está a reventar, y los chicos no dan abasto.
-¡¡Holly!! ¡¡el pedido está listo!!
Le grito a la castaña para que lo lleve a su mesa de destino. Observo un poco la cafetería y en una de las mesas veo a Aquiles y sus amigos. Vaya, no sabía que estaban aquí. Continúo haciendo mis cosas y uno de los chicos me pide ayuda con la máquina de expreso, voy en su ayuda para arreglar la máquina.
- ¡Carajo! se atoro otra vez.
Trato repetidas veces de mover la palanca, pero esta no sede. Intento una vez más, y cuando estoy a punto de rendirme, unos muy tallados brazos me envuelven desde atrás y con agilidad logran mover la jodida palanca
-Eso era todo παπαρούνας (paparoúnas)
El corazón se me acelera como tren desbocado y las manos empiezan a sudarme. Me giro en mis talones y oh, oh, grave error. No puedo dejar de escuchar su voz al decir aquella palabra en otro idioma.
-Aquiles... ¿qué haces aquí?
Sus ojos color miel, están clavados en los míos, y esa típica sonrisa de conquistador, no abandona sus labios.
-Solo vine ayudar a una damisela en apuros.
Me quedo quieta en mi lugar y busco la manera de salir de esta incomoda situación.
- ¿Nerviosa?
Pregunta con una sonrisa burlona.
- ¡Claro que no! ¿por qué habría de estarlo?
-No lo sé, tu dime
-Aquiles por favor, soy inmune a tu flirteo, no pierdas el tiempo conmigo, ¡Jamás caería en tu tonto juego!.
Entre cierra sus ojos y parece estar pensando algo.
- ¿Mi juego?
-Si, ese juego que inicias cuando empiezas a coquetear y hacer de galán para que caiga rendida a tus pies.
- ¿Crees que quiero seducirte?
Suelta una carcajada y niega divertido
-Ni siquiera eres mi tipo Amapola
- ¡Alana! mi nombre es Alana. Y qué bueno que no soy tu tipo, porque tú tampoco eres el mío.
-Pero me gusta más Amapola. Así te llamaré de ahora en adelante.
Me escabullo de sus brazos y tomo algunas servilletas para empezar a doblarlas.
- ¡Hey! relájate un poco, solo quería ayudar y de paso hacerte una invitación.
Enarco una de mis cejas y lo observo con desconfianza.
- ¿Que invitación?
Sonríe con suficiencia y frota sus manos con entusiasmo.
-Era justo la respuesta que quería escuchar. Resulta que Fox está de cumpleaños y le haremos una fiesta de disfraces, así que, tú y tus amigos están invitados.
-No creo que ellos quieran ir.
-De hecho, ya les dije a todos y confirmaron asistencia, solo faltas tú.
- ¿Por qué me invitas a mí? me conoces hace solo una semana
- ¿Y? ¿ese es el problema? ¡vamos! no seas aguafiestas, será divertido lo prometo. Sé que lo pasaras bien.
No estaría mal distraerme un poco.
-Está bien iré.
- ¡Bien! entonces te veo el sábado.
-Pero con una condición
Digo señalándolo con el dedo.
- ¿Cual?
Pregunta con curiosidad
-Que me dejes elegir tu disfraz
Tuerce un poco el gesto y después de pensarlo un poco sonríe.
- ¡Hecho! pero solo si tú me dejas elegir el tuyo.
Suspiro cansada y estúpidamente acepto el trato.
- ¡Hecho!
Una sonrisa pervertida se asoma en sus labios y Aquiles sale de la cocina dejándome sola. Sonrío al recordar cada tontería que hace y me pregunto qué tan divertida será la dichosa fiesta.
Continúo haciendo mis tareas hasta que finalmente llega la hora de cerrar, es jueves y solo quiero ir a casa y descansar.
Cierro las puertas de la cafetería con ayuda de Holly y caminamos en dirección a mi auto. Una vez dentro de este empezamos charlar un poco.
- ¿Que tal el día? ¿no iras a clase?
-No, recuerda que los jueves descanso al igual que los lunes.
- ¿Por qué tienes esa cara?
Enciendo el auto y lo pongo en marcha. Holly es una chica muy dulce, a pesar de su corta edad, ha tenido que vivir situaciones muy difíciles y labrarse un futuro por si sola. Su madre lastimosamente, es una mujer alcohólica y debe velar por ella y su hermanito de 4 años.
-Vamos, sabes que puedes contármelo ¿qué sucede?