Subo al autobús y recuesto mi cabeza en el cristal de la ventana. Mi vida siempre ha sido un desastre un caos total, pero ahora todo se complica mucho más con Fox rondando en mi vida. No sé en qué momento todo se complicó de esta manera. No sé en qué momento mi vida se descontroló a este punto.
Reviso mi teléfono y tengo algunos mensajes del hospital, les avisé que hoy no podía ir porque tenía que cumplir con mi horario de trabajo. Poco después el auto bus llega hasta la parada y me bajo de este. Aún tengo un tramo un poco largo por caminar ya que la mansión Bellucci está en un sector exclusivo de la ciudad y obviamente los autobuses no pueden ingresar a esa zona.
Diez minutos después estoy frente a la enorme reja negra de la entrada principal y el mayordomo me deja ingresar.
Camino a paso acelerado y me doy cuenta que el auto de Fox está estacionado en la entrada de la casa. Cierro los ojos y suspiro pesadamente, tomo el pequeño camino empedrado detrás de la casa y entro por la entrada trasera, es decir por la de empleados. Allí me espera el mayordomo y me entrega un uniforme, me guía hasta un baño de empleados y me cambio de ropa. Una vez lista salgo de allí y espero a que Mario me dé indicaciones.
—El señor ha invitado algunas personas a la casa, tendrás que atenderles, es decir estar al pendiente por si algo se tira o recoger copas y cualquier cosa que salga de control
Junto mis cejas y trago grueso. Así que lo que quiere es humillarme frente a sus amiguitos fresas.
Asiento sin decir nada y cuando estoy a punto de tomar una bandeja llena de bocadillos Fox irrumpe en la cocina y me mira de arriba abajo
—Que puntual señorita Martínez.
Fox va vestido con un pantalón de mezclilla, zapatos casuales marrón claro y una camisa de mangas largas azul claro. Realmente se ve como una persona de buena familia. Por lo menos su atuendo puede costar diez veces lo que gano en un mes en el café.
Hago caso omiso de lo que acaba de decir y tomo camino hasta el salón donde están reunidos sus amigos. A medida que avanzo se escucha con mayor calidad la música y las risas de las personas invitadas.
Irrumpo en la sala y empiezo a pasearme con la bandeja por todo el lugar ofreciendo los ricos rollos de sushi dispuestos en la bandeja.
Y si como era de esperarse son más como él. Chicas lindas con costosos atuendos, chicos con lindas sonrisas que me lanzan algunas miradas descaradas y en fin nada del otro mundo.
A los cinco minutos la bandeja está vacía y me dispongo a ir a la cocina por más.
Camino por el largo pasillo y me topo con la chica que vi en la mañana en el café. La chica me observa detenidamente y yo le ofrezco una amable sonrisa.
—¡Espera!
Dice finalmente
—¿Si? ¿necesita algo?
—¿Qué no eres la chica del café?
Me impresiona que me haya reconocido y asiento
—Sí, también trabajo en The Chipped Cup
La mujer enarca una ceja y se marcha. ¿Pero que ha sido eso? Le resto importancia y continuo mi camino. Una vez en la cocina, espero a que Mario termine de servir las copas de vino
—¿Y a qué hora terminan estas fiestas?
Pregunto a Mario quien me ofrece una sonrisa y dice
—Hasta que el señor esté completamente ebrio o con los pantalones vomitados
No puedo evitar soltar una carcajada
—Pagaría por ver eso.
—Puede que esta noche esté de suerte señorita Holly
—¿Por qué soy la única que está sirviendo en la fiesta? ¿no tienen más personal?
Pregunto realmente extrañada, no creo que una casa tan grande como esta no tenga más personal que Mario y mi persona.
—En realidad el señor…
—Mario ¿está listo el vino?
Pregunta Fox desde el marco de la puerta
—Sí señor, la señorita Holly ya iba de camino.
Mario me entrega la bandeja llena de copas de vino y yo paso por el lado de Fox sin siquiera mirarle.
Una vez más estoy en el salón sirviendo vino a los invitados de Fox. Un par de chicos muy guapos me pide un par de copas de vino.
—No sabía que Fox tenia personal tan exótico
Dice uno de los tíos.
—Siempre tiene lo mejor ¿no lo ves?
Estoy a punto de responder, pero alguien interrumpe.
—Max, Kevin, hace un momento Lucía preguntaba por ustedes está en la piscina.
Ambos chicos se lanzan una mirada cómplice y se marchan dejándome en paz.
—Lamento eso, a veces pueden ser un poco idiotas
Giro mi rostro en su dirección y una cara bonita y amable me recibe.
—No se preocupe, solo son comentarios de personas que carecen de coeficiente intelectual
—Oh, eres ruda, eso me agrada—El chico me ofrece una sonrisa sincera y extiende su mano—Soy Manuel
Dudo un poco pero finalmente estiro mi mano
—Soy Holly.
—Es un placer conocerte Holly
—Debo seguir con mi trabajo, si necesita algo no dude en avisarme.
El hombre asiente y yo me marcho a mi lugar seguro, la cocina
Allí me espera Mario, quien me ofrece un emparedado con un poco de agua.
—La noche será un poco larga señorita, coma un poco por favor.
Asiento y me siento a su lado. Descanso quince minutos y luego continuo con mi labor de la noche, llevando y trayendo bandejas.
Estoy repartiendo algunos canapés cuando me doy cuenta que el tal Manuel no me quita los ojos de encima. Salgo a una pequeña terraza para recoger algunas copas vacías y de repente su voz me hace girar en su dirección.
—¿Puedo ayudarte? Solo estoy aburrido
Rio por su comentario y asiento
—Si esto te parece divertido, adelante
El chico se acerca y me ayuda a recoger las copas de vidrio en silencio, pensé que haría cualquier comentario tonto, pero no fue así, simplemente me ayudó a recoger las copas.
—Gracias Manuel.
—De nada Holly.
Dice sin despegar sus ojos de los míos