Es una batalla constante entre las deidades de Luz y Tinieblas donde el ser humano es participante por tener alma y espíritu.
Los individuos arrastran pactos o decretos ancestrales (maldiciones y bendiciones) que dan un "derecho legal" a las tinieblas sobre sus vidas.
La hechicería y el tecno acoso se enfocan en manipular el Libre Albedrío y vejar a la víctima.
La Autoridad de Cristo restauró el poder perdido por Adán, dando a los creyentes un rango superior a Luzbel para aniquilar esos decretos ancestrales.
La liberación requiere levantarse y renunciar formalmente a todo pacto ancestral en el nombre de Cristo.
Las actitudes negativas (resentimiento, odio, envidia) son "puertas abiertas" que deben cerrarse con arrepentimiento y sanidad interior.
La guerra se libra principalmente en la mente; es vital controlar los recuerdos ("cubículos mentales") y rechazar los pensamientos de manipulación externa.
La clave es fortalecerse en el poder de Dios, no en el propio. El nombre de Jesús solo es efectivo si se pertenece a su reino y se tiene la autoridad espiritual para usarlo.