No es hemolacria

Planes fallidos

Cuando íbamos saliendo, mis padres venían llegando armando un escándalo. El que mi abuela no armó, lo hicieron ellos.

—Mamá, ya te dijimos que no podías sacar a Tiff del hospital. Debemos realizar más exámenes o traerle un sacerdote —respondió mi padre pasando una mano por su cabello.

Mi abuela lo miró con fastidio y me soltó la mano.

—Esta niña necesita algo para poder alejarse de las malas vibras. Hay que prepararle esencia dulce o sahumerio... ¡Algo! Esto no es una enfermedad, hijo. Mírala, le han realizado millones de pruebas y no hay nada que la cure.

—¡Mamá, ya te dije que no! Escucha, yo no voy a dejar que tu religión afecte la vida de mi hija. Esas son cosas del demonio, yo no creo en esos brujos o como sea que los quieras llamar.

—¡No hables así! ¡Ellos pueden saber mucho! Y más de lo que crees... cuando era niña, alguien me hizo un trabajo de brujería y casi me mató. La maldad existe, hijo, y es hora de que entiendas qué es lo que puede pasar con tu hija si no nos aseguramos.

—Suficiente, señora.

Respondió mi madre, que hasta ahora había estado con los brazos cruzados.

—Nuestra hija no va a ser tocada por esas personas que seguramente tienen hasta pacto con el diablo. No existe un solo dios que no sea Jehová y nadie más.

Así es, mi madre es cristiana.

—Lo sé, querida, no existe un dios más poderoso que Jehová. Pero ir a un chequeo con una santera no quiere decir que debamos dejar de creer en Dios. Pero vuelvo y repito, LA MALDAD EXISTE Y POR LO QUE ESTÁ PASANDO TIFFANY ES MUY EXTRAÑO.

—Nadie tendría por qué querer hacerle daño a mi hija. No tiene enemigos ni nadie con quien haya tenido un conflicto.

—Pero la envidia, cariño... los celos... Tiff es muy bonita, y es una de las mejores de su clase, no sabemos si...

—¡Ya basta!

Grité, haciendo que mi familia se callara y los doctores volvieran a verme.

—¡Dejen de hablar de mí como si no estuviera aquí! Y abuela, creo que mis padres tienen razón. Yo no creo en tu religión. Así que lo mejor que puedo hacer es seguir con los exámenes.

Mi abuela bajó la cabeza resignada y después se fue.

—No te voy a obligar a seguirme. Es tu decisión, pero estaré al pendiente de que alguien no te haya hecho un daño, porque esto... no es normal.



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En el texto hay: thriller, @suspenso, @vudú

Editado: 25.04.2025

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