Brad se acercó a mí sacando de su boca la paleta de caramelo que se estaba comiendo.
—¡Hola Tiffy! —dijo dándome ese beso en la mejilla que siempre me da.
—¡Ay! Estás lleno de dulce, límpiate la boca, estás pegajoso y deja de llamarme así.
Brad se rió pasando sus dedos por los labios.
—Es mejor un beso con azúcar que con sal, "Tiffy".
—¡Me llamo Tiffany, imbécil!
Brad se rió a carcajadas y me jalo del brazo abrazándome.
—Ver esas mejillas pálidas con el rojo de ira es una satisfacción que solo los afortunados como yo podemos ver. ¿Cómo has estado, mi hermosa Tiffany?
—¿Cómo crees que he estado? Mis padres me tienen bajo tratamiento y no vivo tranquila.
Brad adoptó una expresión un poco más seria acariciando mi párpado.
—Entiendo, por eso te mandé a llamar. Pasa.
—No, yo me quedo aquí afuera, dime lo que vayas a decirme, soy toda oídos.
—Tiffany, lo que voy a decirte no puedo decirlo aquí. Vamos adentro y hablamos en privado, me da más seguridad.
Brad:
Noté que miraba hacia adentro de la casa con desconfianza y recordé mis palabras de la otra vez. Me reí ligeramente, divertido con su expresión, chasqueando la lengua.
—¿Estás deshonrando a tu disfraz de la muñeca asesina de Halloween? Se supone que ella no tiene miedo de nada y de hecho ella practicaba vudú.
—Tú lo has dicho, ella no yo. Y es una película, solo es ficción, actuación... En cambio, yo sé lo que eres capaz de hacer tú.
Hice una expresión fingiendo ofensa exagerada.
—No soy tan malo, además, ¿cómo podría hacerle daño a tu cara bonita? Nadie querría hacer tan siquiera un pequeño corte en esa piel tan blanca como la tuya.
—Pero la persona que me está haciendo llorar es basura, si que quiere hacerlo... Ahora, dime qué está pasando.
Me senté frente a ella y le hice un gesto para que lo hiciera también. En cuanto lo hizo, por fin me digné a hablar.
—¿Recuerdas a aquella chica de la universidad de la cual tú y yo siempre ignorábamos?
—Sí, si mal no lo recuerdo, Janna era su nombre.
—Pues fíjate que esa chica con la cual nunca nos metimos es la que te está llenando de mierda. Esa mujer, la cual nunca nos ve es la que te tiene tanta tirria y coraje.
Tiffany se quedó boquiabierta ante mi declaración.
—¿Cómo tú sabes eso?
Sonreí de forma arrogante y me pasé la mano por el cabello.
—Yo tengo influencia en el más allá.
—¡No te creas brujo de caricatura! Esto es serio, Brad, tiene que haber un motivo por el cual Janna me está haciendo esto a mí.
—Bueno, Tiff, su verdadero propósito era dejarte paralítica, pero me di cuenta de la energía oscura que emanaba y pude detenerla a tiempo. Y ahora está atacándote con lágrimas de sangre. Está utilizando algo más fuerte y tú vas a tener que poner de tu parte para acabar con el vínculo.
—¿¿QUÉ?? Yo no sé nada de eso. Y además... ¿cómo que un vínculo? ¿Tiene algo mío?
—Sí, ella tiene justamente el brazalete que se perdió de tu casillero ese día que fuimos a buscarlo.
Tiffany se dejó caer sobre la silla con las manos en su cabeza y las lágrimas rojas comenzando a rodar por sus mejillas.
—Tiff... Escúchame, sé que no quieres hacerlo pero esto es muy poderoso. Ella está acompañada, con varios vudú. Y tú tienes que ayudarme en el ritual para poder liberarte. Debemos romper ese brazalete y tal vez también a Janna.
—¿Qué me quieres decir con eso?
—Eso ya es un asunto mío.
—¡A quién están embrujando es a mí!
—Sí, pero si no le detenemos esas manitas diabólicas, no sirve de nada. Podríamos intentar liberarte, pero si ella vuelve a hacerlo, vivirás con eso toda tu vida. Y yo no puedo pasar mi vida pegado a un altar evitando que te pase algo.
Ella caminó de un lado a otro mientras las gotas de sus lágrimas manchaban mi piso.
—Eres un egoísta, solamente piensas en tu comodidad.
—Ay, por favor, Tiffany, te he protegido todos estos años, no tengo vida. Siempre estoy cuidándote y ya no puedo más. Solo quiero acabar con esto y ya está, ¿va?
Sentí lástima por ella, así que la abracé.
—No tengas miedo, Tiff...
En el fondo, mis únicos pensamientos eran: "De esta no te vas a salvar, Janna".
Editado: 25.04.2025