No es hemolacria

involucrarme en las magias oscuras

Yo no quería involucrarme en el mundo de la maldad y en esas energías oscuras que inundaban la humanidad con su pestilencia y sufrimiento. Pero no tenía de otra, ahora el problema era cómo hacer que mis padres no lo descubrieran.
—Ya llegó tu abuela por ti, anda, yo me encargo por el momento —dijo Brad, dándome un beso en la frente.
—Gracias por todo, Brad... de verdad que si no hubiera sido por ti, ya no estaría caminando.
—Aún no me agradezcas, Tiff, aún falta acabar con todo. Pero mientras tanto, ve a tu casa a descansar, ¿date un baño, sí? Hueles a sal y limón.
—¡Oye!
—Muy bonita y todo, pero con aroma de albañil.
Le di un mordisco en el brazo que ni siquiera lo hizo quejarse, más bien sonrió ampliamente.
—Ahora dame otro de esos antes de irte. No me dejes con las ganas de otro mordisco tuyo.
Por un momento ignoré los comentarios de Brad porque estaba intrigada con una pregunta que estaba desde hace rato pasando por mi mente y confundiendo cada vez más la teoría de Janna.
—Brad, hay algo que me tiene la cabeza rondando... ¿Cómo es que tú me has estado cuidando todos estos años si tú y yo apenas nos conocimos en la universidad? Para ese entonces, tú y yo no nos conocíamos y apenas éramos unos niños.
Brad se detuvo mientras que mi abuelo tocaba la bocina del auto, llamándome.
—Esa es una buena pregunta. Tú me conociste a mí en la universidad, pero yo ya te había conocido desde antes, al igual que Janna. Ella desde muy pequeña te tiene envidia, y tus padres y los de ella tuvieron un gran problema. Por eso esa familia de brujos la pagaron contigo. Y por otro lado, estábamos mi familia y yo cuidándote. Eras una niña que siempre veíamos en el barrio, pero siempre tan despistada que no te dabas cuenta de nuestra presencia.
Me quedé paralizada, ¿cómo Brad podía saber tanto? Cosas de mi familia que yo ni siquiera sabía.
—¿Pero cuál fue ese problema que mis padres tuvieron con los de ella?
—¡Diablos! ¿Será que tus padres nunca te cuentan su vida pasada?
—No, mis padres no me cuentan nada.
—¡Tiffany, vámonos ya!
—Abuela, un momento por favor... Brad, habla.
—Tendré que decirle a tu abuela que espere un momento entonces... Bueno, el problema lo supieron mis padres, que eran los que estaban cuidándote en ese entonces, cuando yo aún no sabía nada de eso. Lo que sucede con los padres de Janna es que ellos querían que tu madre alquilara su vientre.
El golpe que me faltaba.
—¿Qué?
—Déjame explicarte mejor, Tiffany. Lo que sucede es que la madre no es su madre biológica. Janna es adoptada y...
—Un momento... ¿Por qué querían que mi madre alquilara su vientre?
—Porque la mamá de Janna no podía tener hijos. Siempre perdía a los bebés, nació con ese problema, y tu madre se negó a alquilar su vientre.
—¿Y yo qué tengo que ver en todo esto?
—Eso es lo que me parece más gracioso. Ahora resulta que desde que adoptaron a Janna te tiene envidia, aparte su madre le ha metido muchas cosas en la cabeza para que te odie. Ella y su madre te están haciendo magia negra.
—Mi mamá va a tener que explicarme esto y no me vas a detener...
Brad se encogió de hombros como si no le importara en lo más mínimo.
—Adelante, solo asegúrate de no armar un escándalo en medio de la calle, es mejor que lo hagas adentro de la casa para que los vecinos no se enteren porque están pegando gritos.
—¡Brad! ¡Esto es serio!
—Ahí vamos, Tiffany, no es necesario que le reclames nada, tú ni siquiera habías nacido para ese entonces.
—No había nacido, pero soy yo la que está pagando las consecuencias. Si mi madre va a tener que tener en cuenta que tengo que practicar rituales para poder librarme de esto, no puedo pasar mi vida llorando sangre. ¿Qué pasará cuando tenga hijos? ¿Me verán como un fenómeno?
Brad se llevó la mano a la barbilla como si estuviera pensando en algo y luego levantó el pulgar como si tuviera una idea, pero en realidad era más otro de sus chistes.
—¡Tengo la mejor solución! Solamente evita que las cosas te afecten y si no lloras, pues tus hijos no se darán cuenta de tu condición. Las lágrimas no se te salen solas, nena.
—Brad, eres un imbécil... —respondí en un tono molesto.
—No lo creo, princesa. Ahora ve, tu abuela debe estarse muriendo de calor en el auto.
—Gracias de nuevo, Brad...
Él me hizo un gesto como si estuviera despidiéndose en modo vaquero.
—Nos vemos después, muñequita diabólica...
—¡Ya deja de llamarme así!
—Yo también te quiero, Tiffany...
Brad me abrió la puerta, dándome su sonrisa de idiota como siempre. Mi abuela volvió a tocar la bocina del auto.
—¡Ya voy! Ash, qué impaciente.
Entré al auto y mi abuela me miró de arriba a abajo como si estuviera analizándome.
—No me mires, llévame a casa. Seguramente mi madre estará preparando un perfecto insulto para dármelo ahorita, porque justo ahora se va a formar un problema en la casa.
La señora se sorprendió y apretó sus manos en el volante.
—¿Él te lo contó todo, verdad?
—Hasta el último detalle...
—Dios... Qué tipo de magia manejará este chico... Vamos, supongo que también tendré que escuchar sus gritos ahorita en la casa. Sabes que tu madre no sabe hablar sin gritar.



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En el texto hay: thriller, @suspenso, @vudú

Editado: 25.04.2025

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