Como mi abuela y yo lo imaginábamos, mi padre me estaba esperando en la puerta de la casa. Mi padre me tomó del brazo con fuerza, llevándome a la casa, mientras mi abuela terminaba de apagar el motor del auto.
—¡Dónde carajos estabas! Llevo horas llamándote al celular y no respondes. ¡Todas las llamadas me enviaron al buzón! Y lo peor era que tenías el teléfono encendido. ¿O no me querías contestar o simplemente estás ocultando algo?
Okay, ya empezamos con el drama. Y ahorita se mete mi madre a insultarme también con sus insultos.
—¡Jovencita! ¿Se puede saber dónde estabas tú? ¡Y usted, señora, ¿puede llevarse a nuestra hija a donde usted quiera sin siquiera avisar?!
Brad:
Tiffany no me respondía el celular y había olvidado decirle que esta noche teníamos que hacer la oración a san Cipriano de Cartago, un santo que se encarga de revertir los hechizos de magia negra. Ya había comprado las velas y tenía todo preparado.
Llegué a su casa, deteniendo mi auto justo al frente, cuando escuché gritos desde adentro.
—¡Nunca me contaste que habías tenido un problema con la mamá de Janna! Si lo hubieras dicho desde un principio, ¡hubieras sabido que tenía enemigas en el medio!
—¡Ellas no tienen nada que ver con esto... tienes hemolacria y eso es todo!
—¡No! ¡Esto es magia negra, mamá!
La madre de Tiffany le dio una bofetada que a mí me dejó loco. Casi la tiró al suelo.
—¡En esta casa no se mencionan esas cosas del demonio! Si vuelves a mencionar algo así, la próxima vez te voy a mandar un mes a la iglesia para que te saquen al Satanás que tienes encima.
—¡Loca de mierda! ¡No sé cómo puedo tener una mamá tan enferma! ¿Qué no entiendes la gravedad de la situación?
Yo me reí a carcajadas desde afuera, mirando a Tiffany discutiendo con la mamá.
—Ah, no, pero eso se está poniendo bueno... Yo mejor no intervengo en la pelea de esas dos mujeres. Para esto se necesitan palomitas.
Me fui al auto a buscar un Cheetos que tenía guardado.
—No son palomitas, pero esto sirve.
Me paré en la ventana con una sonrisa a observar la "conversación" interesante que estaba teniendo mi muñequita Tiffany.
—¡Mamá, entiende! ¡Esto debe ser revertido! El único que me ha estado protegiendo es Brad.
—Claro, el brujito ese siempre es rebelde. Seguramente también tiene pactos...
Levanté una ceja ante la respuesta de la madre de Tiff y entré a la casa. ¡Me importa un cojón que sea casa ajena!
—No exactamente, señora. No voy a decir que mis formas de proteger a su hija son sanas. El vudú es utilizado de muchas formas, y a veces se invocan las fuerzas oscuras. En este caso, sí lo estoy utilizando para bien y lo único que quiero lograr es que Janna y su madre no acaben con la vida de Tiff.
—¡Largo de esta casa! —gritó ella junto al padre de Tiffany, y yo no hice ni el mínimo esfuerzo en moverme de allí.
—Lo siento, pero vengo a darle una información a su hija. No puedo irme. Tiff, muñequita, esta noche debemos realizar la oración que te comenté.
Tiffany parecía incómoda y yo parecía estar disfrutando del momento. Era tan linda con esa expresión.
—Mi hija no irá a ninguna parte contigo. En esta casa somos cristianos. Y tú no eres más que una peste...
Tiffany la interrumpió de inmediato.
—Mamá, basta. Deja a Brad en paz, que si no fuera por esa "peste" ya estaría muerta. Y tú eres cristiana. Yo no. Yo soy una persona que no pudo elegir en qué religión quería estar. Pero yo siempre he querido ser católica. Por cierto, el punto ahora es que quiero revertir todo esto.
Yo, que hasta ahora había estado cruzado de brazos, me reí ligeramente.
—Tiffany, ¿sí te das cuenta de que eso que dijiste parece blasfemia, verdad?
—Por supuesto que no... Yo creo en Dios, pero mi madre no puede obligarme a ser cristiana evangélica. Yo quiero ser libre de creer en mi dios a mi manera.
—Hija...
—No, mamá. Yo tampoco quería decirte esto, pero es la verdad. Y aceptar que el problema que tuviste con la mamá de Janna lo estoy pagando yo... Brad, nos vemos más tarde.
Asentí y le di un beso en la frente y una caricia en su nuca.
—Descansa un rato, Tiff... No te ves muy bien, pareces una muerta escapada de la tumba.
—Idiota...
Me reí y después me fui con una sonrisa, mientras su madre me veía con desaprobación.
Editado: 25.04.2025