Tiffany:
Mi abuela llegó de inmediato apenas le mandamos el mensaje.
—¿Estás bien, mi amor?
—Sí, abuela, estoy bien, pero vamos a ir a buscar a Kendall... Y necesitamos distracción y la única que se me ocurrió fuiste tú.
—Sabes que puedes contar conmigo. Justo vengo de la casa de mi amiga y... Ella también me dijo que estabas en problemas.
—Pues sí, todo está empeorando, por eso es que vamos a ir a buscarla. O al menos intentar encontrarla. ¿Vamos, Brad?
—Sabes que yo siempre estoy listo, reina, a mí ni siquiera tienes que preguntarme eso.
—Bien. Vamos entonces, abuela, ¿vamos en tu auto o...?
—No. Dijo Brad de inmediato.
—Vamos en el mío que es más rápido, el auto de tu abuela no es por ofender, pero está un poco más viejo. Bien dicen que las cosas se parecen a su dueño.
—¡Hijo de....!
—No, no te preocupes, tiff, no me ofende lo que dice tu novio. Es verdad que las cosas se parecen a su dueño, por eso es que su carro parece de niño fresa, así como él.
Brad tampoco se ofendió y solamente hizo una expresión exagerada como si fingiera estar ofendido.
—Eso fue un golpe fuerte. Buena jugada, abuela, ya entiendo de dónde sacó el carácter Tiffany.
—Bueno, bueno, ya basta, dejen de conversar, tenemos que salir de una vez.
—Bueno, vamos... Respondió Brad. ¿Llevan lo necesario?
—Por eso no te preocupes. No vamos a necesitar mucho para ir por ella, solo lo que tú dijiste... lo necesario.
—Perfecto... Brad tomó las llaves de su auto y se acercó a nosotras. Andando damas...
✯✯✯✯✯✯
Nos pusimos en marcha hacia la carretera donde Brad había encontrado a Janna. Parecía la boca de un lobo de lo oscuro que se veía más a esa hora.
Es irónico cómo la oscuridad me persigue. Tan solo vamos en camino y todo se encuentra de esta forma para luego llegar hacia donde está la verdadera oscuridad que me ha estado atormentando desde hace años.
—Aquí fue... Se detuvo Brad tan fuerte que le pegué la cabeza a la ventana del auto.
—¡Deja de frenar el auto así, imbécil! Vamos a matarnos nosotros mismos antes de que lleguemos a donde está Kendall.
Brad solo se rió a carcajadas como siempre al ver que el cabello se me despeinó y luego bajó la ventanilla del auto para preguntarle a una pareja que iba pasando.
—Buenas noches. Lamento interrumpir su velada romántica, pero... ¿creen que es adecuado traer a tu chica al monte? Al menos llévala a un hotel, no lo sé... ¿pero en el monte? Hombre, piensen en las culebras.
Le di un pellizco mientras me ponía roja de vergüenza ante su imprudencia y Brad tosió ligeramente para salir de sus críticas.
—Lo siento, eso no era lo que quería decir, la verdad... Quería preguntarles si sabían algo de una mujer llamada Kendall.
La pareja estaba un poco incómoda por su comentario anterior, pero decidieron ignorarlo y respondieron.
—Bueno, hemos escuchado sobre ella sí. Creo que vive como a unos minutos de aquí.
—¡Vaya, tan fácil es encontrarla?
—Sabemos que vive cerca porque hemos escuchado su nombre. Pero el más no sabemos en qué casa vive porque no hemos hablado con ella.
—¿En serio? ¿Y no les pega el olor a rata o algo así?
¡Dios mío! Cierra la boca, Brad era mis únicos pensamientos en este momento, mi abuela parecía igual de vergonzada porque Brad no paraba de ser un hijo de puta.
—Brad, creo que ya dijeron todo lo que sabe, solamente arranca el maldito auto y continuamos hacia allá.
—Ve, tienes razón, no nos dieron suficiente información... adiós amigos por cierto.
Brad sacó un condón de su auto y se los dio al chico.
—Este es un regalo para que por lo menos, si van a recibir una picada de algún animal en el monte, no salgan con premio, porque imagínate estar infectados y embarazados...
Después de qué dijo todos los comentarios imprudentes que se le pudieran ocurrir, por fin arrancó el auto.
—Brad, podrías hacernos pasar vergüenza un poco más, por favor? Pregunté por sarcasmo.
—Oh, por supuesto... ¡OIGAN! ¡SI NO TIENEN LUBRICANTE, YO, AQUÍ EN MI AUTO, SIEMPRE TENGO VASELINA!
¡Maldición!
No pude soportarlo y le di un golpe en la cabeza.
—¡Cállate, Brad! ¡Por Dios!
—Yo soy un niño muy obediente. Me dijiste que te hiciera pasar más vergüenza y eso fue lo que hice, eres una malagradecida.
—Brad, no vinimos a que estuvieras de pendejo, vinimos a buscar a la bruja esa...
—Bueno, ya está bien, pero no te estreses tanto. No es bueno para el bebé... Ni para mí tampoco. ¿No me vas a consentirme o qué?
—¿Qué? Consentirte ni qué ocho cuartos, sigue conduciendo...
Me dio una media sonrisa y comenzó a silbar mientras conducía.
—¿Será que si sigo silbando me saldrá el silbón y se pondrá a silbar conmigo?
—Lo único que dices son puras estupideces... ¿Hasta cuándo te vas a comportar? ¡Vas a ser padre!
—¡YAAAAA!
Me sobresalté ante el grito de mi abuela.
—¿Ya pueden dejar de actuar como dos adolescentes imbéciles? ¡Manejen esa mierda!
—Ay, bueno, ya, ya, ya, abuela.
Me guiñó un ojo y siguió el camino. Espero que esta vez nada nos detenga.
Mis lágrimas comenzaron a salir solas, suspiré limpiándome el rostro de las gotas de sangre.
—Apresúrate...
Llegamos a un lugar específico donde alrededor había un gran sembradío de mazorcas. ¡Qué extraño!... Y cerca del sembradío había un molino de viento. Esto parece la portada del libro de Don Quijote de la Mancha... ¡Qué estupidez!
—Brad, no sé qué me está pasando, pero siento una energía fuerte...
Su sonrisa se desvaneció y volvió a verme con los ojos entrecerrados.
—¿Qué sientes exactamente?
—Siento como si se me fueran a salir los ojos y el ambiente se siente pesado, como si me estuvieran arrastrando con él...
—Está cerca... Y está trabajando todavía en ti. Bajémonos del auto.
Mi abuela y yo salimos y Brad fue el último en hacerlo después de poner candado en las puertas del auto.
Editado: 25.04.2025