No es lo que parece[completa]

Capítulo 3

Terminé el turno a las 08:00 de la mañana y estaba reventada. Al acostarme en la cama sentí un alivio instantáneo del cuerpo y me dormí enseguida. Cuando abrí los ojos el sol entraba por la ventana con mucha intensidad. Normal. Eran las tres de la tarde. Pasé por el baño y me dirigí directamente a la cocina. No sabía si desayunar o comer, así que opté por tomarme un café y un sándwich de pavo. Ya podía ver el ceño fruncido de mi madre viendo lo que iba a comer. Sonreí con la idea.

Carla estaba en el sofá y me senté a su lado.

—¿Qué tal el turno de noche? —dijo mientras le pegaba un trago a mi café.

—Bien la verdad, ha sido una noche tranquila. ¿Te vienes a casa de Darío? Nos va a presentar a su nuevo compañero de piso. 

—Lo siento Azucena, he quedado con mi novia para dar una vuelta. Luego me cuentas qué tal.

Me dí una ducha rápida y mientras me vestía llamé a mi hermano para ver cómo estaba. Tras ponerme una falda vaquera y una blusa blanca me fuí a casa de Darío. Después íbamos a ir a cenar todos juntos y sé que Susi tenía algo que contarnos.

Al llamar me abrió Lucas.

—Hey. —dijo secamente.

—Tú siempre tan alegre.

—Ya me conoces. —se giró y cerré la puerta. 

Mi móvil vibró y lo saqué de mi bolso para ver qué era. Tenía un mensaje de Saúl en el que me decía las ganas que tenía de volverme a ver. Madre mía, no hacía ni 24 horas y ya me estaba preguntando. De repente sentí a alguien delante de mí y al levantar mi mirada lo ví. Un chico tan alto y tan atractivo que me dejó sin aliento en cuestión de segundo. Tenía el pelo alborotado de color castaño y los ojos verdes más bonitos que había visto en mi vida. Llevaba unos pantalones cortos de color azul y una camiseta básica gris. Me miró de una manera tan especial que por un momento se me olvidó hablar. Reacciona Azucena.

—Eh, hola, ¿Tú debes de ser el compañero de piso de Darío, no? —no entendía por que me costaba tanto hablar, era un chico guapo pero tampoco nada del otro mundo

—Si, me llamo Marcos, ¿y tú? —una sonrisa se dibujó en su rostro y me quedé en blanco. 

¿Qué me estaba pasando? Céntrate.

—Soy Azucena, encantada. No te imaginaba así.

    Dime que esto último no lo he dicho en voz alta, por favor.

—¿Así cómo? —me preguntó con cara de confusión. Mierda. Lo había dicho en voz alta.

—No, nada, perdona. Que me dijo Darío que eras rubio y ya veo que no.  

Ya se que era una mentira muy falsa, pero no se me había ocurrido nada mejor.

Él me dedicó una sonrisa de amabilidad y se fué al que creo que sería su nueva habitación.

—¿Qué haces ahí parada, Azukita? —Darío interrumpió mis pensamientos como hacía siempre, pero en ese momento lo agradecí porque me había quedado ahí plantada como una auténtica gilipollas.

—Nada, te estaba buscando.

—Has conocido a Marcos por lo que veo. Susana también me ha dicho que está muy bueno. No se si me conviene dejar que se quede. Ahora sí que no ligo ni queriendo. —tenía la mirada triste y supe de lo que hablaba.

Darío llevaba mucho tiempo sólo. Aunque era un amor de chico no tenía mucho éxito con las mujeres y se que en el fondo él tenía mucho amor que dar. Le había intentado juntar con alguna conocida mía pero no funcionó. El pobre se fijó en Carla sin saber que era lesbiana y desde entonces no le habia visto con nadie más.

—Déjate de tonterías, el amor llamará a tu puerta. —dije medio en risa. 

—Anda si, igual que a ti, ¿no? —al instante se arrepintió—.  Perdona, sé que no te gusta hablar de todo esto después de lo que pasó.

—No importa. Bueno que, ¿me invitas a algo? —le sonreí para que cambiara esa cara triste y mientras me colgaba de su brazo fuimos al salón donde estaba Susi y Alberto que no paraban de besarse y a un Lucas asqueado de ver a estos dos morrearse.

—Por favor, ¿podéis parar de daros amor en público? No quiero vomitar la pizza que me he comido hace un rato. —puso una mueca de asco.

—Déjalos, —dije—. ¿No ves que están enamorados?

—Nos vamos cuando quérais. — soltó Marcos detrás mía.

Mientras nos dirigiamos al bar de siempre para tomar algo, Susana se puso a mi lado y con la sonrisa que llevaba ya supuse lo que me iba a decir.

—¿Qué tal te ha parecido el chico nuevo? la verdad que está increíble. Por fin Darío hace algo bien. 

—Es guapo pero nada del otro mundo. Apenas habla, yo creo que está cortado. 

—Pues para estar tan cortado no ha dejado de mirarte, ¿sabes? yo creo que también le gustas.

—¿Y qué te hace pensar que a mi si? —le respondí.

—Porque te conozco Azucena, y ojalá algún día pudieras pasar página de verdad. 

—Yo ya he pasado página, Susi —le dije muy seria—. Ya hemos hablado de eso muchas veces. Que no quiera tener novio no significa que no lo haya superado. Sólo tengo claro que a mi nadie me va a volver a hacer daño. 

—Deberías darte la oportunidad de ser feliz, te lo mereces más que nadie.



#19248 en Novela romántica
#3371 en Chick lit

En el texto hay: infidelidad, traicion, amor

Editado: 18.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.