Al llegar a casa, me puse mi pijama e intenté ver un rato la serie pero sin Carla no era igual. Le escribí un mensaje para ver cómo estaba y también le dejé otro a Susana para preguntarle si quería ir a comer mañana después de trabajar. Me dijo que sí. Me metí en la cama y me quedé dormida enseguida.
Otra vez la dichosa alarma. Pensé en la suerte que tienen algunas que las despiertan con un desayuno en la cama, y a mi sin embargo me despertaba el sonido de un gallo. Después de tomar mi café con pan y de arreglarme un poquito me fuí a trabajar.
Al salir mi Susi me estaba esperando en la puerta. Nada más verla le dí un súper abrazo.
—¿Qué tal, tía? —le pregunté mientras subíamos a mi coche.
—Bien, ¿y tú? ¿Qué tal con Marcos? Me dijo Darío que habíais quedado para cenar.
—Muy bien, aunque nos encontramos a Saúl y me tuve que levantar de la mesa. Por lo menos no se enfadó, porque me ha seguido hablando. —dije con entusiasmo.
—Joder, que pesado que es ese tío. Siempre apareciendo en el peor momento. —puse en marcha el coche para ir al bar donde íbamos a comer — ¿Le vas a dar una oportunidad al amor?
—No lo sé, de momento voy a dejar que las cosas sigan su curso, por cierto —me acordé de lo que me contó Marcos —¿Cómo van las cosas entre Alberto y tú? Es que el otro día en la playa te noté muy seria y eso no es normal en ti. Sabes que si te ocurre cualquier cosa me lo puedes contar. —omití el hecho de que Marcos era el que me había contado que los había visto discutir.
—Nosotros estamos genial, no puedo ser más feliz. Lo único que con el estrés de la mudanza, y su trabajo, estaba cansada.
—¿Y tú cómo llevas la búsqueda de empleo? —le pregunté.
—De momento no tengo prisa por ponerme a trabajar, tengo otras cosas de las que ocuparme. —dijo con una sonrisa.
—¿Vamos al sitio de siempre, no?
—Vale.
Dos horas más tarde y ya con la barriga llena fuimos a dar un paseo para bajar la comida.
—Se me olvidaba, ¿sabes lo que me propuso Marcos? ¡Ir a Roma! Y yo pensaba que iba de broma pero no, me pasó una captura de los billetes de avión, ahora sólo falta buscar alojamiento. —al decirle puso cara de sorpresa.
—¿Te vas a ir con un desconocido a Roma? ¿No lo ves un poco raro? —esa pregunta me hizo pensar si era tan descabellado o no.
—No creo, Susi, de todas maneras aún faltan dos meses y vamos en plan amigos.
—¿Podemos ir nosotros también? —eso sí que no me lo esperaba.
—Claro que sí, si quieres quedamos mañana para cenar en mi casa y así te la enseño, y ya de paso lo comento con él y lo organizamos, ¿te parece bien?
—Vale cielo, ¿sabes que te quiero? —me abrazó y le sonreí.
—No más que yo.
Dejé a Susi en su casa y me fuí a la mía para seguir con la dichosa mudanza. Ya lo tenía casi todo listo. Todavía no había decidido qué hacer con las dos habitaciones que tenía libres. A lo mejor a una de ellas la convertía en vestidor. Me dirigí al salón y estuve limpiando el polvo, me encantaban los colores y la armonía que había, pero el sofá era horroroso. La decoración de la casa era estilo nórdico y el sofá era naranja.
Pensé en pasar por Ikea esa misma tarde para mirar alguno y ya de paso comprar una vajilla, pero, ¿a quién podía llamar para que me acompañara? Casi como si me leyeran la mente mi móvil comenzó a vibrar. Era Marcos.
—Hola bonita, ¿te apetece hacer algo esta tarde? Podríamos ir al cine. —me preguntó.
—Justo estaba pensando en llamarte, había pensado en ir a Ikea para mirar un sofá, ¿te vienes? Sé que no es el plan más divertido del mundo. —esperaba con ganas que me dijera que sí.
—Eso ni se pregunta, ¡Claro qué quiero ir! Paso a buscarte en veinte minutos. —y colgó.
Al rato, llegó muy puntual, cosa que a mi me encantaba, y nos dirigimos al centro comercial. Entre armarios, escritorios y espejos nos pasamos la tarde riendo.
—¿Qué te parece este? Es de polipiel y se limpia fácil. —me preguntó señalando a un enorme chaise longue.
—Es precioso, pero aquí en Alicante en verano hace mucho calor, y creo que en ese se me va a pegar el culo enseguida. —reí. Con Marcos era tán fácil ser yo misma, que incluyendo la palabra culo en una frase no sonaba desagradable.
—Tienes razón, mejor otro.
—Mira, Marcos, este es.
Le señalé otro del mismo estilo pero con un tapizado color crema precioso. Tras encargar ese y comprar unas cosillas más, fuimos a tomar algo. También consideré que era el mejor momento para hablar de la interrupción de Saúl.
—Marcos… te quería hablar sobre lo que pasó el otro día. Siento mucho que la cena acabara así, me lo estaba pasando genial. —Hice un puchero y él inmediatamente cogió mi mano. No pude evitar que un suspiro escapara de mi cuerpo al notar que su mano caliente tocaba la mía.
—No te preocupes —su mirada se clavó en la mía —Lo importante es que tú estés bien. Si ese tío vuelve a molestarte y tu no quieres que lo haga sólo tienes que llamarme, ¿vale?
—Vale, —mi cuerpo se relajó al instante —no creo que vuelva a pasar nada así, fué mucha casualidad que nos encontráramos allí. De todas maneras, le he hecho entender que no quiero nada con él, que lo que tuvimos en el pasado no va a llegar a más.