No es lo que parece[completa]

Capítulo 16

Por un momento, dudé en si entrar o irme corriendo y hacer como si no hubiera escuchado nada, pero la curiosidad me podía. Cerré la puerta detrás de mí con mucho sigilo y me adentré en la casa. Los ruidos se escuchaban en la habitación y no pude evitar asomarme para ver quien estaba allí. Al mirar desde el marco de la puerta no podía creer lo que veían mis ojos; Alberto con.. ¿Otra mujer? 

De la impresión se me cayeron las llaves al suelo y ellos se giraron al instante. 

—¡Azucena! —gritó Alberto, del susto empezó a taparse con las sábanas mientras la chica permanecía impasible. 

—Perdona, yo ya me iba. —intenté girarme e ir hacia la puerta mientras me recuperaba del shock, pero Alberto me alcanzó y me agarró de la mano. 

—Espera Azucena, te lo puedo explicar. 

—A mi no me tienes que explicar nada. —logré separarme de su mano y seguí mi camino hacia la salida.

—No, espera, no le digas nada a Susana. Todo esto tiene una explicación. —se mostraba muy nervioso e hizo que me parara en seco. 

—¿En serio pretendes que no le diga nada a Susi? Es mi amiga, y no puedo engañarla de esa manera. —lo miré fijamente.

—Ya lo sé, pero espera a que volvamos del viaje por lo menos, no quiero estropearlo. —no me podía creer lo que me estaba diciendo. 

—Mira, no me importa por qué lo has hecho, pero no voy a dejar que viva en una mentira. No se lo merece. 

—Hace ya unos meses que ella y yo no estamos bien, —se apoyó con la espalda en la pared —Ya no siento lo mismo por Susi pero me da pena dejarla, no tiene a donde ir.

—Eso no te da derecho a serle infiel, Alberto. 

—Lo sé, pero entiendeme. —sus ojos irradiaban súplica —por favor, déjame que sea yo el que se lo diga. 

—No voy a esperar a que volvamos de Roma, o se lo dices tú o se lo digo yo, y te doy un día. Ahora dime con qué cara voy a devolverle las llaves, no la voy a poder ni mirar. —me pasé las manos por el pelo, como hacía siempre que estaba estresada.

—Por favor, haz esto por mi. Sólo te pido ese favor. 

—Dame la bolsa que me dejé en el salón. —se fué y la trajo enseguida —Ya hablaremos. 

—Gracias Azucena. —me dejó al fin irme y cerré la puerta. Suspiré. Aún seguía sin creer lo que había pasado. Alberto le estaba siendo infiel a Susi, yo lo sabía y no se lo podía decir. 

Tuve que respirar un par de veces antes de arrancar el coche porque estaba muy nerviosa. Al llegar a la peluquería, me quedé cinco minutos en el coche pensando qué le iba a decir. Decidí ir con prisa como si tuviera que irme para no pasar un mal rato. 

Al entrar, Susi seguía en el mismo sitio que la había dejado. 

—Gracias Susi, ya nos vemos ¿Vale? Tengo prisa. —le dejé las llaves en su bolso.

—¿No quieres hacerte nada? Yo invito. —me dijo con una sonrisa. Ella me quería invitar a la peluquería y yo era la mala amiga que no le contaba la verdad. 

—No, gracias. Me voy que me está esperando Marcos para salir. Te quiero, Susi. —le dí un beso en la mejilla. 

—Y yo a ti cariño. 

Salí de la peluquería sintiéndome la peor amiga del mundo. Quizá debía haberle dicho la verdad, pero aún así seguía pensando que eso le correspondía a Alberto. Volví a casa y al entrar me quedé sentada en la barra de la cocina. 

—¿Te ocurre algo cariño? —Marcos apareció por detrás y me dió un beso en el cuello. 

—Si te lo cuento, no te lo crees. —me giré para darle un beso corto. 

—¿En serio? Entonces me lo tienes que contar si o si. —dijo con una sonrisa. 

—Eres peor que una abuela de pueblo, cotilla. —le hice palmaditas en la butaca de al lado para que se sentara —He pillado a Alberto haciéndolo con otra tía.

—¿¡Qué?! —dijo con sorpresa.

—Lo que oyes. Susi me ha dado las llaves para que fuera yo a su piso, y al entrar estaba escuchando como gemidos. Ya sabes como soy, que no puedo evitar cotillear, y me acerqué a la habitación donde provenían los ruidos. Cuando me he asomado he visto a Alberto encima de la chica, se me han caído las llaves de las manos y ellos se han girado del susto. —que agusto me había quedado desahogándome.

—¿Eso es verdad? —Darío apareció por detrás y me asustó.

—Sí. —esperé su reacción.

—¡Vaya capullo! Ahora mismo voy a hablar con él. —intentó irse pero lo alcancé antes.

—¡No! ¡Espera! Me ha dicho que se lo quiere contar él y hay que respetarlo.

—Pero Susi es nuestra amiga, no podemos hacerle eso. —contestó Darío. 

—Darío, es mejor no meterse en cosas de parejas para no salir perjudicado —intervino Marcos —Vamos a darle tiempo para que se sincere con ella.

—A mi también me jode lo que le ha hecho, y le he dicho que si no se lo contaba hoy, mañana iría yo a decírselo. —repuse yo. 

—Bueno, te haré caso. ¿Cenamos pizza? —este hombre no perdía el hambre ni con los disgustos.

—Hoy toca ensalada. —dije con una sonrisa.



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En el texto hay: infidelidad, traicion, amor

Editado: 18.08.2022

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