No es lo que parece[completa]

Capítulo 18

Estiré mi mano para apagar la alarma y me topé con una piel suave y caliente. Al girarme, tenía a Marcos detrás de ti mientras me rodeaba con su brazo. Me encantaba ver como dormía, era una de las cosas más relajantes que había experimentado en mi vida. 

Me deshice de su brazo muy despacio para que no notara que me estaba levantando y, tras pasar por el baño, fuí a la cocina. Hice café y estuve mirando mi libro de recetas para hacer tortitas. Saqué los huevos, la leche, la harina y la levadura. Lo batí todo muy bien y empecé a hacerlas en la sartén. A los dos minutos, ya tenía a Darío a mi lado olisqueando las tortitas; tenía un olfato que ni los cerdos buscando trufas. 

—Me vas a dar unas cuantas, ¿no? —dijo Darío mientras se metía una a la boca. 

—Hombre, si dejas alguna viva si. —me eché a reír. 

—A todo esto, ¿a ti qué te pareció la explicación que nos dió ayer Susi? —Lo que me encantaba de Darío es que era super observador. 

—No sé, a mi me parece todo muy raro. Cuando pillé a Alberto, él se puso súper nervioso. Si de verdad tuviera una relación abierta, ¿no crees que me lo había contado en ese momento? —le dí la vuelta a una tortita —Que nos conocemos desde hace… yo que sé… ¿casi 20 años? Creo que tenemos la confianza suficiente para que me lo diga, pero sin embargo, quería evitar a toda costa que se lo dijera yo a Susi. 

—Tú vas a pasar una semana con ellos, seguro que sacas alguna información. —dijo él.

—¿Seguro que no quieres venir? Aún estamos a tiempo de coger los billetes de avión. —le sugerí.

—Gracias Azucena, pero qué hago yo con dos parejas en plan sujetavelas. Tú haz muchas fotos para enseñarmelas luego y sobre todo, pásatelo muy bien, que cuando vuelvas ya tendrás el vestidor montado. —con eso me hizo inmensamente feliz.

—¿Lo vas a montar tú? —le pregunté con ilusión.

—Claro que sí. —contestó con orgullo.

—Tú sí que sabes como hacerme feliz. —le dí un gran abrazo.

—Lo mismo digo —dijo comiéndose otra tortita. 

—¿Huele a tortitas? —preguntó Marcos. 

—Madre mía, vaya dos glotones que tengo en casa. —me acerqué a Marcos para darle un beso de buenos días. 

Nos sentamos a desayunar mientras veíamos un capítulo de la serie. Marcos se levantó para fregar los platos mientras Darío y yo recogíamos el salón. 

—Por cierto, ¿cómo acabó la cosa con Susi y Alberto? Ayer al final no me contaste nada. —me preguntó Marcos.

—¿Por qué será que no nos dió tiempo…? —pregunté con ironía.

—Porque a una chica le apetecía hacer otras cosas. —le saqué la lengua. 

—La cosa terminó —contestó Darío —en que tienen una relación abierta. 

—Eso no puede ser. —dijo Marcos.

—¿Cómo que no puede ser? ¿Sabes algo que yo no? —le pregunté.

—Ayer por la mañana me llamó Alberto mientras estaba con mi amigo, y me dijo que no sabía si iban a ir al final al viaje porque tenía que contarle algo muy delicado a Susi. —respondió Marcos.

—¿En serio? ¡Ves Darío! —me giré hacia él —Sabía yo que mi intuición femenina no fallaba. 

—A veces me das miedo. —dijo él.

—Entonces tenemos que descubrir qué pasa entre ellos dos, por qué Alberto tiene la idea de que le ha puesto los cuernos y Susi dice que es una relación abierta. Uno de los dos nos está engañando. 

—Cómo te gusta hacer de detective —dijo entre risas Marcos.

—Anda, vamos a vestirnos y a cerrar las maletas que Roma nos espera. —me fuí dando saltitos hacia la habitación.

Tres horas más tarde, Alberto, Susi, Marcos y yo estábamos en el aeropuerto para facturar las maletas. 

—¿Cuánto hacía que tú y yo no nos íbamos de vacaciones juntas? —le pregunté a Susi.

—Desde que fuimos a Granada, ¿no? ¿Te acuerda que Víctor estuvo de mal humor todo el viaje? —me dijo ella.

—Como para olvidarlo. —resoplé. —Estaba enfadado porque quise ir en el coche con Darío y contigo en vez de con él, pero es que sus amigos me caían fatal y a vosotros os veía muy poco. 

—En el fondo, tenía razón. Tú eras su novia, tendrías que haber ido con él. —la miré extrañada.

—Era un capullo y yo en ese momento no me dí cuenta.

—Toma cielo, te he comprado un café. —Marcos me ofreció un vaso y lo cogí.

—Gracias —le dí un beso corto.

—¿Tú quieres uno, Susi? —le preguntó a ella.

—No, gracias. ¿Dónde está Alberto? —dijo Susi.

—Está en el baño, creo. —Marcos se sentó a mi lado.

Por el altavoz llamaron a embarcar a los pasajeros de nuestro vuelo.

—Voy a buscar a este idiota, por que es capaz de quedarse aquí. —dijo Susi enfadada mientras se encaminaba hacia el baño.

—¿Ocurre algo? —preguntó Marcos. 

—Ni idea, pero por si acaso vamos a ponernos a la cola.

A los 10 minutos, los dos volvieron con una cara de enfado increíble. No quisimos preguntar para no generar mal ambiente pero supuse que algo había pasado entre ellos. 



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En el texto hay: infidelidad, traicion, amor

Editado: 18.08.2022

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