No es lo que parece[completa]

Capítulo 29

Volví a casa y me metí en la ducha. Con el agua caliente recorriendo mi cuerpo, me relajé y perdí la noción del tiempo. Al salir, escuché a Darío en la cocina. 

—¡Aquí está lo más bonito de la casa! —gritó él.

—¡Qué tonto eres! —me serví un vaso de agua y me senté en la barra. —Por cierto, he invitado a un chico a cenar con nosotros esta noche. 

—¡Pero bueno! ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi amiga? —dijo riendo. 

—Me ha entrado él en el gimnasio, que conste.

—Me parece genial, Azukita. Un buen polvo es lo que te hace falta para tapar las cicatrices. —una punzadita en el pecho me atravesó.

—Hasta las cicatrices bien curadas vuelven a doler. —respondí. Se dirigió hacia mí y me cogió de ambas manos.

—Te mereces ser feliz de una vez por todas. No te digo que vuelvas a salir con alguien porque aún es muy pronto, pero sé de primera mano lo mal que lo has pasado, las noches que te has tirado llorando sin dormir y creeme, te va a venir muy bien volver a salir con alguien, aunque solo sea para echar un polvo. 

—¿Y quién te dice a ti que yo vaya a echar un polvo? —inquirí.

—Soy un hombre, entiendo de eso. —rompimos a carcajadas y me fuí a la habitación para arreglarme.

—Voy a ver qué me pongo. —me dirigí y a la habitación y empecé a rebuscar en el armario. Qué vacío estaba sin la ropa de Marcos.

Por mucho que intentara olvidarme de todo lo que ha pasado, lo cierto era que me acordaba de él a diario. No había vuelto a saber absolutamente nada de él, ni siquiera un mensaje, y eso me dolía más que cualquier otra cosa. 

Al final me decidí por un vestido rojo ajustado y unas sandalias doradas muy cómodas para poder bailar. Me hice unas ondas en el pelo y salí al salón. Mientras buscaba mi teléfono, sonó el timbre y fuí corriendo a abrir. 

—Enseguida bajo, Rafa. —dije descolgando el telefonillo.

Bajé por las escaleras y al fondo lo ví. Estaba tan guapo y sexy que quitaba el hipo.

—¡Qué guapa estás, Azucena! —dijo él con una amplia sonrisa.

—Muchas gracias, tú tampoco estás nada mal. —respondí.

Nos subimos a su coche y fuimos directamente al restaurante. En el trayecto no hablamos mucho, yo me dediqué a cantar las canciones que ponían en la radio a pleno pulmón y él se limitó a escucharme y reír. Aparcamos no muy lejos del local y no tardé mucho en divisar a mis amigos en una mesa de la terraza. 

—Bueno, bueno, bueno. —dijo Alberto alzando la voz —Mira quien tenemos aquí, mi llorona favorita. 

—Oye no te pases, —se levantó para darme un gran abrazo y me dirigí a los demás —Os presento a Rafa, ellos son Alberto, Susi y Darío. 

—Un placer, —Rafa le tendió la mano a cada uno y se sentó a mi lado en la mesa. 

—Igualmente —dijo Susi con cara de confusión —No sabía que venías. 

—Ha sido un plan de última hora —respondí yo —Cómo no está Lucas, seguimos siendo cinco, por cierto, ¿Cómo le va en Londres? —Lucas se había ido a trabajar a Londres un día antes de que yo regresara de Madrid, cuando nació mi sobrina. Casi el mismo día que Marcos se fue. Otra punzada me atravesó.

—Azucena, ¿Quieres vino blanco? —Me preguntó Rafa. Me había quedado empanada pensando y no me había dado cuenta de que el camarero ya estaba aquí para pedir nota. 

—Si, claro. Vamos a darle un poco de alegría a la noche. —acerqué mi copa y me sirvió. 

—Pues a Lucas le va bien, no hablamos mucho. —intervino Alberto —Aunque ya sabes que él no es de muchas palabras, pero me dijo que vendría para la semana de tu cumpleaños. 

—¿En serio? —dije emocionada —¡Qué guay! 

—¿Cuándo es tu cumpleaños? —preguntó Rafa. 

—Dentro de dos semanas, el cinco de Julio. —murmuré yo. 

—Me lo apuntaré para no olvidarlo. —él me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Se le veía un chico tan majo…

—¿Cómo te has encontrado esta semana? —me preguntó Susi.

—Bien, como siempre. —contesté —¿Por qué?

—Como me dijo Darío que te había vuelto a dar el bajón… —levanté la mirada y ví como Susi se colocaba el pelo. 

—No te preocupes, estoy bien. —suspiré.

—¿Y eso que estabas de bajón? —me preguntó Rafa. 

—Nada, cosas de mujeres. Ya sabes. —No me apetecía contarle todo lo que había pasado este último año. 

Estuvimos un buen rato cenando, hablando y riendo. Yo propuse ir a bailar un rato a un pub y todos estuvieron de acuerdo. Cuando ya llevaba un par de copas, le ofrecí la mano a Susi para que se levantara del sillón y viniera a bailar conmigo. Sonaba Sobredosis, de Romeo Santos y a las dos nos encantaba bailar bachata. 

—Me ha sorprendido mucho verte con ese chico. —dijo ella mientras estábamos bailando en la pista. 

—Es del gimnasio. —le dí otro trago a mi copa.

—Pues está buenísimo. —dijo ella.

Me giré para mirar en dirección a los chicos y pillé a Rafa mirándome embobado. Ví como se levantaba del asiento y venía a mi dirección. Cuando me quise dar cuenta Susi se había ido y estaba bailando con Rafa.



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En el texto hay: infidelidad, traicion, amor

Editado: 18.08.2022

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