No es lo que parece[completa]

Capítulo 33

Los segundos hasta abrir la puerta se me hicieron eternos. 

Era demasiado impaciente y tenía demasiada tensión acumulada. 

 Mentiría si dijera que al abrir la puerta y ver la sonrisa impoluta de Susana sentí rabia, porque no fué así. Sentí dolor. Del que se te clava muy dentro y te produce un nudo en la garganta que no te deja respirar. 

Me había dolido que Víctor me dejara, y mucho.

Me dolió que Marcos se fuera de un día para otro sin decirme nada. 

Pero nada se podía comparar con descubrir que tu mejor amiga, con la que habías compartido tantas cosas, te había traicionado. 

El antebrazo me quemaba, ardía. El tatuaje que nos habíamos hecho juntas hace ya algunos años parecía haber cobrado vida propia, recordándome que no podía confiar en nadie. 

—Eres una hija de puta —mi voz sonó fuerte, a pesar de que por dentro no lo era.

—¿Tía? —ladeó su cabeza con confusión, casi intentando descifrar lo que me ocurría.

—¿Por qué lo has hecho? 

—¿El qué? ¿Qué me he perdido? 

—Si esto va a ser una pelea de gatas, dejarme pasar que tengo sed —dijo Alberto entre risas. Al ver mi cara de enfado en respuesta borró la mueca de su cara. 

—Susana —me dirigí a ella y se puso tensa —Le dijiste a Marcos que había vuelto con Víctor cuando era mentira. Eres una zorra.

Me tuve que contener mucho las ganas de tirarle de los pelos, casi como la pelea de gatas con la que había bromeado Alberto. A pesar de eso, intenté respirar hondo mientras intentaba descifrar qué se le pasaba por la mente a Susana. 

—Eso no es cierto —cuando por fin habló, Alberto se quedó parado en medio de las dos. Miró a su mujer y luego a mí. 

—Vamos a preguntarle a Lucas, que es el que oyó la conversación —me dí la vuelta para no seguir mirándola y me dirigí al salón. Lucas al vernos a todos entrar se puso de pie. 

—Lucas, ¿Qué le has dicho a Azucena? —preguntó Susi.

—Lo que oí —replicó él. Estaba incómodo. A Lucas no le gustaban este tipo de situaciones.

—Pues debiste de oir mal. Cuando Marcos vino a verme me dijo que se iba porque no quería seguir atado a España ni a Azucena. Que quería seguir con su vida sin ningún estorbo de por medio.

—Susana, a mi estas mierdas no me van y lo sabes. Como también sabes que nunca me metería en líos como estos si no fuese por algo importante —tragó saliva—Cuando le he preguntado a Azucena qué tal le iba con Víctor y me ha mirado con cara de haber visto un alienígena me he dado cuenta de que algo iba mal. 

—Nena, ¿es cierto? ¿hiciste eso? —Alberto miró a Susi a los ojos y ella inconscientemente dió un paso hacia atrás. 

—No —murmuró.

—Me estás mintiendo.

—Es la verdad.

—Te conozco, Susana, sé cuando mientes. 

—Joder, ¿y si es cierto? ¿qué pasa? 

Todos nos quedamos callados. No sé cuánto tiempo pasó hasta que reaccioné, y no de la forma que hubiera querido. 

Me acerqué a ella y le dí un guantazo. 

Susana se puso la mano en la mejilla enrojecida y se abalanzó sobre mí. Lo que vino después fué una sucesión de tirones de pelo y arañazos mientras Lucas y Alberto intentaban separarnos. 

Lucas me sostenía por detrás mientras yo intentaba recomponerme y tomar aliento cuando vi entrar a Darío por el pasillo. 

—¿Qué está pasando aquí? —Darío nos miró a todos super desconcertado.

—Que te lo explique Susana —sentencié

—¿Susi? —Darío se acercó a ella y puso las manos sobre sus hombros.

—No ocurre nada. Azucena, que se imagina cosas que no son —No me lo podía creer…

—Darío, fué ella. Ella engañó a Marcos diciéndole que yo había vuelto con Víctor. ¡Por eso se fué! —dije alzando la voz

—De todas maneras te iba a dejar tarde o temprano, casi que te hizo un favor —Susana me dedicó una mirada que no había visto antes, una que no reconocía. No parecía ella. Es como si no la conociera de nada. Como si nunca la hubiera llegado a conocer realmente. 

—Eres una zorra asquerosa —me entraron ganas de llorar pero contuve las lágrimas. No quería darle ese gusto. 

Entonces, todo encajó. Como si fuera un puzzle enorme y acabara de poner la última pieza. Empecé a recordar todas las situaciones a las que no le encontraba explicación pero había dejado pasar. 

—Fuiste tú. Tú le decías a Saúl dónde estaba, tú le diste mis bragas para que Marcos creyera que había pasado la noche con él, tú le dijiste a Víctor donde vivía… —sentí una opresión en el pecho. Como si me hubieran clavado un puñal.

—No te olvides de Jennifer —sonrió de una manera tan asquerosa que me entraron arcadas —Yo le dije a ella que te hablara mal de Marcos.

—¿¡Cómo has sido capaz de todo eso?! —gritó Darío —¡Es tú amiga, joder! 

—¡Porque estaba harta! —ella gritó aún más. 

—¿Harta de qué, Susana? —le preguntó Alberto.



#4347 en Novela romántica
#1221 en Chick lit

En el texto hay: infidelidad, traicion, amor

Editado: 18.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.