No es tan fácil como parecía

20/abril/2024

Para que no cambies, escribí sobre ti siendo un protagonista.

Deep Indigo[1]

N-BUNA – YORUSHIKA

Todos los viernes procuro dormir a las 21:00 para levantarme fácilmente a las 5:00. Escojo la camisa azul más adecuada para la ocasión y abrocho todos los botones, excepto el más cercano al cuello porque no quiero sentirme asfixiado ni verme demasiado correcto; sí, solo un botón desabrochado porque dos sería coquetería y en una ocasión Yamada-kun me comentó que eso lo hacía sentir inseguro; tampoco la fajo para no verme demasiado mayor. Quiero que con mi apariencia sepa que puede volver a confiar en mí.

Tras bañarme, me rasuro a las 5:40. No quiero incomodarlo con la sensación de una barba prematura si toca mi cara.

A las 6:00 voy a la cocina a prepararme un café en la cafetera que me regaló los primeros meses que nos conocimos. No lo endulzo mucho para evitar que suban mis niveles de azúcar. Asimismo, procuro comer algo ligero para no subir de peso.

Normalmente me sobra una hora y media en la que pienso en lo que le diré Yamada-kun. Tengo la esperanza de que si encuentro las palabras mágicas, todo volverá a ser como antes. Sin embargo, jamás lo logro porque termino obsesionándome con la duda de por qué actúa tan distante y se empeña en fingir que no nos conocemos, en ser “Hachiro”.

Vivo cerca de Fortune y aun así voy en auto. Durante el trayecto lo busco en el camino. Algún día, si los dos coincidimos, me orillaré, bajaré la ventana y le preguntaré si desea que lo lleve.

Incluso ahora fumo a un lado del portón antes de que empiecen las clases, aunque eso me pueda costar un buen regaño. Es mi excusa para reunirme más pronto con él y hablar de cualquier cosa. Usualmente es Yamada-kun quien escucha y yo quien habla. A veces muero por decirle todo lo que tuve que hacer para poder encontrarnos en el momento perfecto.

Hoy es diferente: hace 10 minutos comencé la clase y no hay rastros de él. De todas formas volteo a ver la puerta de vez en cuando, como si en cualquier momento fuera a entrar disculpándose por la tardanza. También tengo otra imagen que difiere de aquella, una en la que se disculpará conmigo a solas al finalizar el primer periodo.

Al llegar el primer receso, su amigo asoma la cabeza y se desvanece en un instante. Antes de perderlo, salgo del aula y lo detengo con mi voz. Él demora un poco en voltear y hace una pequeña reverencia.

—¿Sabe algo de Yamada-san? No asistió hoy.

Él se muestra dudoso e inseguro. Sin duda sabe algo.

—Creo que por problemas personales.

—¿Cree que asista el próximo sábado?

Él encoge los hombros. Me irrita ese tipo de respuesta.

Mi verdadero problema es que este es el último sábado que será mi alumno y tendré que esperar al menos un mes para volverlo a tener. Mi única salvación son las clases extra.

Durante las próximas horas estoy semipresente. Mientras mis labios expresan las reglas del examen final, mi mente está pensando en lo peor. Mi estómago se revuelve con tan solo considerar la idea de que puede estar enfadado conmigo por otro malentendido.

Se terminan las clases después de una vida entera aquí encerrado. Procuro despedirme de todos rápidamente y me apresuro hacia la recepción; las escaleras las bajo corriendo y la adrenalina mantiene mi respiración agitada.

—Buenas tardes, profesor Hajime. ¿Todo bien? No he recibido las calificaciones de sus alumnos —dice la recepcionista.

—Buenas tardes… —ordeno mis lentes—. Estoy por mandarle las calificaciones, aunque primero quiero arreglar un problema con un alumno: Yamada Hachiro, ¿sabe algo sobre su inasistencia?

La secretaria me mira de reojo y se recarga en el respaldo de su silla giratoria.

—Faltó por problemas personales. El examen final lo presentará el próximo sábado, una hora antes de que comiencen las clases.

—Muchas gracias —le ofrezco una sonrisa antes de regresar.

Deseo tanto la dirección de Yamada-kun, pero mi temor por pedirla es inmenso. Si tan solo la secretaria no fuera tan seria y la escuela no fuera tan estricta con la información personal… No, no puedo quedarme con los brazos cruzados.

Soltando un suspiro decidido, salgo de mi aula tan pronto como termino de calificar las gráficas. Los pasillos están un poco vacíos y se escuchan las voces de mis compañeros, sus pasos y el sonido de sus cosas siendo acomodadas en sus mochilas, bolsos y maletines.

Odio cuando las personas a quienes amo ocultan la verdad utilizando la frase “problemas personales”. Abre una brecha enorme entre los dos, que está usualmente acompañada de una enorme etiqueta que dice: “Extraño”. Sin embargo, en esta ocasión Yamada-kun ni siquiera me dijo algo, como la última vez.

Estoy plantado frente a la vacía recepción. Antes de entrar, miro hacia los costados, ordeno mis lentes y me siento frente a la pantalla, entonces muevo mis habilidosas manos para encontrar la lista de los alumnos que me pertenecen. El primer nombre que salta a mi vista es el de Yamada Hachiro, su hermoso y metamórfico nombre. No hay necesidad de anotar la dirección; mi bendita memoria es fotográfica.

—¿Buscaba algo, profesor Hajime?



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En el texto hay: gay, boyslove, drama amor

Editado: 22.08.2025

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