No es tiempo de Marte.

Aquí todo comenzó.

¿Tú sabes cómo es el amor? Y... ¿Qué se supone que es?

 

Tal vez... Él solo era su linda obsesión. Ella lo veía como las niñas ven a los "príncipes azules" de las películas; el chico guapo y de sonrisa cegadora que ayudaría a cualquier mujer sin temor, enamorándolas de ese modo. Cierta chica se enamoró solamente de una buena actuación varonil demostrada a cualquiera, menos a ella. Quería ser más; significar más y más para él pero ella solo era su gran y preciado amigo. Nunca vería a su príncipe rescatándola de la forma que ella quería. No había príncipe alguno.

 

—...Guir siendo amigos.

 

Makoto no planeaba seguir siendo un niño, un plato de segunda mesa y su última opción pero aun así tenía un deseo egoísta. Esperaba que si el mundo se acababa fuera besada por él una sola vez pero definitivamente no iba a enamorarse de él. No de nuevo.

 

~*****~

 

Todo el lugar se llenó con sirenas ensordecedoras que hacían eco en los oídos, amenazando con reventarte los tímpanos. Se veían correr por los largos pasillos blancos, entre parpadeantes luces rojas a unas figuras largiruchas. Todos iban apresurados al mismo destino.

 

Irrumpieron corriendo en una cabina colosal sin molestarse siquiera en tocar. La cabina contaba con una cantidad increíble de pantallas, botones y palancas, desde ahí todo era controlado y comandado por un único ser. Con sus respiraciones agitadas terminaron con el silencio, el ambiente tranquilo y lleno de calma que ahí se respiraba.

 

—¡Comandante! Tenemos problemas con los humanos del sector 777 sección Z. Todos los humanos ahí presentan problemas de alucinaciones y una de ellos está a punto de morir. —Dijo con gran preocupación uno de los seres largiruchos mientras le hacía una leve reverencia.

—Que patéticos son los humanos, una escoria que casi destruye el planeta Tierra. Obsérvenlos cuidadosamente... —Hizo una pausa—. Aunque no creo que nos sorprendan esos monos subdesarrollados. De cualquier forma  en cuanto pueda iré a verlos personalmente.

 

~*****~

 

Makoto había pasado toda su vida solo con su padre, era lo único que ella tenía y realmente lo amaba. Ahora se encontraba despertándose entre los escombros de su casa con moretones y raspones en todo su cuerpo, la ropa rota, fea, desgastada y mugrosa; nunca se había sentido tan sucia y confundida en su vida.

 

Se encontraba llorando sin hacer ruido alguno. Se levantó adolorida dejando correr sus lágrimas, sorbió sus mocos y limpio su cara con su antebrazo repetidamente preguntándose qué era lo que iba hacer ahora y fue cuando recordó el armario "secreto" de su padre al cual nunca dejo acercarse. Miro repetidas veces de izquierda a derecha tratando de ubicarse, en cuanto logro hacerlo camino con cuidado intentado no tropezar con los escombros y brincando algunos de estos llego al armario,  de una patada tiró la puerta de este y no es que ella tuviese mucha fuerza, sino que la puerta estaba casi colgando. Al mirar dentro por primera vez se quedó completamente sorprendida, no sabía que en un armario podían tener tantas armas y cosas de primeros auxilios, era como un pequeño pasadizo secreto que contenía lo necesario para comenzar una pequeña guerrilla inmediatamente y sorprendentemente todas las armas que ahí se encontraban eran muy livianas; también había un radar, el cual vio y prendió. El radar le marcó 7 puntos, un punto mucho más grande que los demás y de nuevo sus lágrimas estaban rodando sobre sus mejillas dejando rastros del recorrido sobre su cara sucia; Un recorrido amargo y caliente que acariciaba sus ya coloradas mejillas.




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