Después de un rato Makoto despertó, no supo cuánto tiempo estuvo inconsciente pero tenía mucho miedo, temía por su vida. Su cuerpo temblaba al no saber quien le había golpeado en la cabeza. Temerosa y algo paralizada se quedo sentada sobre sus rodillas esperando a calmarse.
El plan de calmarse fallo al sentir que algo le faltaba, se percató de que su cabello tocaba su espalda.
—Mi gorra, la gorra de mi padre. —Susurro preocupada mientras tocaba su cabeza, sin creer realmente que no la llevaba, temía haberla perdido.
Ella traía una lámpara de reserva en uno de los grandes bolsillos de su pantalón, la saco y la prendió; al hacerlo vio y noto dos personas a unos escasos metros de ella. Eran dos chicos que se abrazaban tiernamente, en sus ojos cerrados y mejillas se notaban rastros de lágrimas gracias al camino que estas habían formado en sus sucios rostros, se veían más o menos de la edad de Makoto, asustada pensó que estaban muertos, a lado de ellos vio su otra lámpara y gorra.
Se acercó lentamente para tomar la gorra, enredo con sus manos el cabello y lo metió dentro de la gorra, observo aquellos chicos y decidió acercarse a ellos por mera curiosidad. Extendió su mano para tocar la mejilla de uno de ellos pero cuando uno de sus dedos estaba por rozarle la mejilla estos abrieron los ojos, eso causo un gran impacto en Makoto, se asustó mucho, el alma se le escapaba y el corazón le amenazaba con salir disparado de ahí. Ellos habían abierto los ojos de repente, de improvisto y los dos al mismo tiempo.
Makoto suspiro, los miro unos segundos y después se volteo rápidamente en un intento de esconder su cara pues las lágrimas habían comenzado a brotar de sus ojos.
—Soy una chillona, soy una chillona. —Susurró de una forma en que aquellos chicos no la escucharan.
No sabía si el brotar de esas lágrimas era por el gran susto que se llevó o de felicidad por ver que había más humanos con vida, se estaba meditando eso y llego a la conclusión de que muy probablemente era por ambas razones.
Uno de los dos chicos se puso frente a Makoto, este era apenas escasos centímetros más alto que ella y parecía ser menor que aquel otro chico alto.
—¡Vamos! ¡Levántate! Los hombres no lloran. —Le ofreció su mano a Makoto mientras le dedicaba una sonrisa llena de encanto.
Makoto tomo la mano y se apoyó en ella para levantarse algo desconcertada intentando procesar que estaba pasando pues estaba sorprendida de que él pensara que era un chico, dejo de pensar y preocuparse por eso para esbozarle una gran sonrisa, estaba feliz de que alguien estuviera ahí con ella, que le diera unas palabras a sus oídos ansiosos de voz humana.
—Mira quién habla. Tienes rastros de lágrimas secas y además tus ojos están hinchados de tanto llorar. —Dijo tallándose la cara con su antebrazo para limpiarse.
Él solo le respondió con una sonrisa. Le levanto la cara y la miro de cerca, la soltó para girar alrededor de ella mirándola detenidamente de arriba a abajo repetidas veces hasta estar satisfecho, parecía estarse grabando la figura de ella en su cabeza, se puso detrás de Makoto y volvió a sonreír, levanto la mano dándole una muy fuerte palmada en la espalda, eso le causó un gran ardor y dolor a Makoto pero no se quejó, no dijo nada.