No es tiempo de Marte.

Las personas no son objetos.

Todos callaron por un momento, Makoto sentía un calor horrible que le recorría todo su cuerpo, estaba total, completa y absolutamente encolerizada pero también dolida. La chica quería decir algo, pero las palabras no le salían de la boca, su cara se había colorado tanto que parecía haber tomado el color de su pelirrojo y rizado cabello, era un jitomate que no podía hablar gracias a la pena. Lázaro y Byron tenían caras de desaprobación.

 

—Ella no es un objeto. —Dijo Byron fúrico mientras apretaba los dientes.

—Las niñas no son objetos. —Completo Lázaro mientras miraba con total desprecio a Aaron.

—Exacto, las mujeres no som… —Makoto se había envalentonado a decir algo gracias a aquellos dos—. Las personas no son objetos. —Completo, pero sin dirigirle siquiera una pequeña mirada Aaron.

 

Realmente Makoto se sentía enojada y frustrada, lo que Aaron había dicho era algo súper estúpido y ofensivo, su corazón estaba siendo estrujado por manos invisibles y lo peor de todo es que en algún punto deseo que Aaron hubiese dicho esas palabras por ella, en su primer encuentro, que no la hubiese confundido con un niño, deseaba ser vista por él y también quería ser protegida, no ser un falso líder.

 

—Lo sé, —con cautela miro a todos— solo bromeaba. —Agacho la mirada avergonzado por sus anteriores palabras—. No lo tomen tan en serio.

—Lo sabemos, te conocemos. —Lázaro parecía estarlo regañando solo con la mirada—. ¿Cuántos años llevamos siendo amigos? —No esperaba una respuesta—. Es incomodo escuchar algo así, sobre todo de ti. —Enarco una ceja como preguntándole si Aaron entendía a lo que se refería.

 

Escuchar esas palabras tranquilizaron mucho a Makoto pues comprendía que Aaron solo había hecho un tipo de chiste muy malo, que no lo decía en serio. Suspiro intentando olvidar el mal trago que Aaron le había hecho pasar y luego se dedicó a observar a la pelirroja quien aún seguía total y completamente sonrojada, Makoto no pudo evitar sonreír al verla pues nunca había visto a alguien tan sonrojada y tan penosa al punto de no poder decir algo.

 

—Me disculpo contigo. —Aaron miro a la pelirroja, estaba sinceramente arrepentido.

 

En lo que todos estaban distraídos con la disculpa de Aaron, Lázaro aprovecho para acercarse al oído de Makoto cosa que le hizo tener a esta un escalofrió que le recorrió rápidamente desde la nuca hasta la punta de los dedos de sus pies.

 

—Ya te descubrí, se tu secreto —le dijo en un susurro— pero descuida, no les diré nada a ese par de idiotas. —Seguía susurrándole al oído—. Yo siempre tratare de proteger a las damas; tú y aquella chica de ahí. —Se separo y le guiño un ojo.

 

Makoto en seguida quiso responderle que no era un secreto o algo que quería ocultar, que no era su culpa que aquellos fueran idiotas con ganas, pero con sus últimas palabras no supo cómo reaccionar, le dio mucha pena y sintió su corazón cálido cuando él dijo que las protegería. Punto para Lázaro y menos cien para Aaron. Lo único que pudo hacer Makoto fue callar y sonrojarse.




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