No es tiempo de Marte.

De molestia a molestias.

Todos quedaron estupefactos, pero más Makoto quien dejó caer el arma.

 

—No me vean, —pidió con dificultad mientras las lágrimas no dejaban de emanarle— voy a vomitar. —Dio algunos pasos intentando no quedar a la vista de todos y dejo salir aquello que le quemaba el esófago.

 

Ojalá hubiesen podido evitar pelear con ellos, Makoto tenía una misión que era exterminarlos a todos, pero de cualquier forma hubiese preferido evitar el enfrentamiento, se daba cuenta que todos a excepción de ella habían salido heridos y que solo habían podido cantar victoria porque eran más. Los habían matado y eso era demasiado doloroso, aunque no fueran seres humanos, pero tenían vida y todo el grupo de Makoto habían aprendido; sabían muy bien el precio y valor de una vida y es por eso que Makoto lloraba, es por eso que todos sus adentros se habían revuelto.

 

Mako se limpió la cara con el antebrazo, miro al techo y respiro profundamente, no quería ni tenía que seguir pensando en lo que había pasado, necesitaba concentrarse en la situación que estaban, levanto las manos volviendo a aspirar profundamente el aire y se palmeo las mejillas. Miro a sus compañeros quienes estaban exhaustos y llenos de impresión, la realidad aún no los golpeaba. Se acerco a Aaron con toda la intención y ganas de abrazarlo, pero se limitó y solo le toco el hombro para hacerlo regresar a la realidad.

 

—Buen trabajo. —Le sonrió con dificultad pues no sabía si estaba bien sonreírle—. Lo hicimos bien. —Supuso mientras se quitaba la mochila y la abría para sacar el botiquín.

—Supongo. —La miro a los ojos por unos breves segundos antes de desviar la mirada.

 

Makoto abrió el botiquín y de este saco un pequeño frasquito.

 

—Extiende las manos. —Pidió.

—¿Qué es eso? —Miro el frasco mientras extendía ambas manos.

—Miel con aloe vera, mi padre lo hizo. —Le miro con dolor ajeno las manos—. Están horribles, —hizo una mueca— te están saliendo ámpulas.

—Quedare pegajoso. —Torció la boca. —Pues perdón por no tener unas finas manos como las tuyas. —Rodo los ojos para darle un plus a su boca ladeada.

—Makoto suspiro—. Quedar pegajoso es lo que menos debería importarte y —le tomo por la muñeca derecha— sabes que no me estaba quejando de tus manos o que me molestaran. —Comenzó a ponerle el ungüento.

—No me importa. —Sus mejillas tomaron un poco de color al sentir el agarre de Makoto y bufo molesto al sentir el calor en sus mejillas— Tú si eres molesto, —vio como le ponía delicadamente el ungüento— tú me molestas. —Enfadado apretó los dientes.

—Eso ya lo sabía... —Dijo suavemente mientras su corazón era resquebrajado y le terminaba de poner ungüento—. No era necesario que me lo dijeras. —Trago el nudo en su garganta y retuvo las lágrimas mientras le vendaba finalmente las manos. —Desata a Bonnie y a la otra chica.

—¿Con estas manos? —Las levanto para ponérselas en la cara.

—Ve. —Ordeno con una sonrisa torcida.

 

Aaron no se pudo oponer o renegar al verlo, ¿qué tipo de sonrisa era esa? También se preguntaba por qué intentaba lastimarlo si al hacerlo solo se lastimaba él solo, la verdad es que siempre se arrepentía de sus palabras y acciones.




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