Makoto en silencio se acercó a Nerys intentando concentrar sus pensamientos en ella y que la cabeza no se le inundara de pensamientos y emociones sobre Aaron y las acciones de este. Tomo un pequeño algodón y le puso un poco de alcohol para limpiar el labio de Nerys, le miro la mejilla la cual estaba muy inflamada y formo una pequeña compresa con gasa y alcohol para ponérsela en la mejilla.
—¡Hermana! —Grito Bonnie impaciente con una ligera sonrisa y muchas lágrimas que caían como cascadas de sus obscuros ojos.
Aaron la había desatado cortando las ataduras con una navaja que traía en un bolsillo de su chaqueta. Nerys al escuchar la efusiva voz de su hermana sin pensarlo dos veces alejo las manos de Makoto impidiendo que la compresa le tocara su cara. Se levanto y fue corriendo con su hermana para encontrase y darse un enorme abrazo mientras lloraban en coro y sus caras comenzaban a tomar el color de sus cabellos.
Makoto no iba a interrumpirles el momento así que se puso entre Lázaro y Byron para comenzar a curarlos; primero a Byron mientras Aaron desataba a la otra chica.
—Pareces un unicornio. —Se burlo mirándole el gran chichón que se había formado en su frente y le puso la compresa que anteriormente era para Nerys.
—No molestes, —fingió molestia— no es mi culpa que Lázaro tenga la cabeza tan dura. —Achico los ojos y miro con fingido enfado a Lázaro.
—No tengo la cabeza dura. —Se toco la frente que no tenía ni un rasguño, solo le dolía como si de un moretón se tratara.
—Claro. —Se burlo de ambos mientras ponía desinfectante en una gasa para limpiar las rodillas de Byron.
La chica seguía ahí tirada, en posición fetal aun cuando estaba ya desatada, Aaron preocupado por eso se acuclillo frente a ella, extendió su mano y con dificultad le hizo una pequeña caricia en el claro cabello castaño de la chica.
—Tranquila, —siguió acariciándole, aunque le doliera la mano— estas a salvo.
La chica, aunque respiraba y a simple vista se veía bien parecía no querer moverse de ahí y tampoco parecía importarle la presencia de otras personas, con pesadez levanto la cara y miro el rostro de Aaron.
—Pero... —Los ojos de Aaron se agrandaron—. ¡Wow! —Su cara comenzó a tomar el color del carmín—. Que guapa, —su boca estaba algo abierta cautivado por la chica— nunca había visto o conocido a alguien tan linda —era como si sus ojos tuvieran un brillo y una gran sonrisa llena de emoción se le había dibujado en el rostro— como tú.
Todos pudieron escuchar bien y perfectamente las palabras de Aaron; Lázaro había rodado los ojos, Byron había enarcado una ceja y fruncido la boca pues él tenía una idea diferente, él conocía a otra chica y por lo menos ante sus ojos, esa chica era la más bonita y bella mujer. A Bonnie y Nerys poco o nada les importaba las palabras que habían salido de la boca de él además estaban disfrutando de su emotivo reencuentro pero para Makoto escuchar aquellas palabras fue difícil, demasiado difícil, dejo de pensar y escuchar a su alrededor, se había encerrado en ella, la opresión en su pecho era tanta que sentía que en algún momento iba a dejar de respirar, era doloroso, le lastimaban aquellas palabras, ya no soportaba más; quería golpearlo y arrancarle la lengua y quería pedirle que la mirara a ella, no era ningún chico, era una chica y gracias a él su autoestima iba en picada.