No es tiempo de Marte.

Vemos dos.

Habían matado a aquel alíen, pero para lamento de todos él no era el último y tenían que continuar, no podían quedarse ahí esperando, pero tampoco podían obligar a que un desmayado Lázaro los siguiera con un aturdido Byron que tenía las rodillas y parte de las piernas sangrando gracias al derrape que había dado además de sus adoloridas manos con sangrantes nudillos.

 

—¿Qué esperan? —pregunto Byron—. Makoto, diles que te sigan, deben continuar.

—Pero...

—Pero nada —le sonrió a Makoto y le señalo con la cabeza que debían continuar.

—Yo me quedo a curarlos —hablaron las hermanas al mismo tiempo.

—No —ahora le sonrió a Nerys—, ustedes aún pueden y deben continuar. Yo me curo mis heridas y cuando el menso de Lázaro despierte los alcanzaremos  —miro a su hermano —. Lo prometo.

—Vamos —pidió Aaron—, yo confió en ellos.

 

Muy a su pesar decidieron continuar, Makoto se agacho y le dejo el botiquín a Byron para después proporcionarle un abrazo, era en agradecimiento por su esfuerzo y continuar con ella pese a todo. Por otro lado, se veía a un Aaron molesto, parecía estar discutiendo con Sofía mientras esta lo ignoraba olímpicamente, como si de un mosquito zumbador a su alrededor se tratase.

 

Sofía, Nerys y Bonnie caminaban detrás de Makoto y Aaron, era como si ambos intentaran protegerlas, aunque todos sabían que nadie era más valiente que nadie, todos estaban igual de asustados, pero de todas formas se enfrentaban y atenían a lo que les esperara más adelante y a sus futuros. Avanzaban por un largo pasillo muy lentamente, con precaución, ya habían aprendido la lección de no lanzarse a lo loco solo porque la adrenalina los invadía además ahora tenían dos personas menos. 

 

A lo lejos divisaron una puerta, un poco más pequeña que por la que habían entrado y conforme se fueron acercando notaron que el pasillo no estaba solo, la puerta parecía estar custodiada por dos alienígenas, al notarlos intentaron esconderse, pero al momento notaron que sería absurdo pues si ellos ya los habían visto lo más seguro es que esos seres también se habían percatado de la presencia de todos. El grupo empuño sus pistolas (Bonnie tomo la que era de Byron) a excepción de Sofía quien no tenía una y se fueron acercando mientras los alíens solo se dedicaban a observarlos directamente, cuando escasos cinco metros los separaban los alíens se miraron entre sí para después encogerse de hombros, antes de voltear a ver a los humanos de nuevo. Bonnie se había apresurado; apuntando y disparándole de inmediato a uno de ellos, Bonnie no dio tiempo a que nadie reacciona, nunca, nadie, se esperó aquella acción tan a lo Aaron.

 

—Que groseros e imprudentes —dijo el que no había sido disparado. Presiono un botón de lo que parecía ser un control remoto en su mano haciendo que una enorme pared transparenté descendiera rápidamente separando a los humanos de los alienígenas—. Eso se ve muy peligroso —observo a su compañero que se iba comprimiendo dentro de la burbuja.

—No solo se ve, lo es —le anuncio Sofía al extraterrestre—. Deja que explote, le gustara a tu piel —se acomodó el cabello mientras se reflejaba un poco en la pared.




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