No es tiempo de Marte.

Parecen monos.

—¿Esperan una invitación? —pregunto Sofía con su voz cansada y aburrida pues sus amigos estaban siendo lentos—. ¡Apúrate Aaron!

 

Aaron comprendió; ya no había pared alguna que los dividiera a ellos del grisáceo ser. Se apresuro, empuño su pistola y sin darle tiempo al alíen de reaccionar disparo. El alienígena se había concentrado y preocupado tanto por las pelirrojas intentando no ser encerrado en una burbuja que creyó estúpidamente que los otros humanos eran inofensivos, se olvidó de ellos, no les presto la atención necesaria. El ser se redujo a cenizas y las manos de Aaron fueron quemadas una vez más.

 

—¡Makoto! —le grito Bonnie—. Quita estas estúpidas paredes.

 

Makoto asintió con la cabeza y tomo el control que el alienígena había dejado caer antes de ser reducido a cenizas, lo observo unos segundos antes de azotarlo con gran fuerza en el suelo haciendo que cables y tornillos salieran del control, finalmente salto sobre este para terminar de romperlo.

 

—¿En serio? —pregunto Sofia incrédula—. ¿Qué les pasa? —frunció la boca—. Pudiste presionar los botones y dejarlas salir, pero preferiste romper la cosa esa y ve, —señalo a las hermanas— las dejaste ahí porque nada paso y ahora esa porquería no funciona —señalo el control destrozado.

—Makoto miro a las pelirrojas que se encogían de hombros, ya sabían que no podrían continuar con ellos—. No sé en qué pensaba —agacho la mirada con la cabeza un poco inclinada—, perdón.

—Es que no están pensando —reprendió a todos—. Solo van y se avientan. Ni siquiera notaron que lo que hice fue para saber si esa cosa podía poner paredes ilimitadas y mucho menos notaron que si tenía un límite —suspiro muy molesta, un suspiro tan molesto que sonaba como un ligero gruñido—. De nada, monos circenses.

 

El estar peleando era demasiado difícil, pero querían un nuevo mundo que pudieran reconstruir sin preocuparse de que fuera de destruido una vez más, tenían que exterminar a esos seres por completo, lo único que podían hacer era pelear, pero sabían que Sofía tenía razón, pudieron morir en cualquier momento por ser impulsivos y no pensar las cosas, tampoco se habían dado cuenta que Sofía no actuaba sin pensar, ella no intentaba hacerles más difícil el trabajo, pero sí que notaron que le valía totalmente si moría o no, no se preocupaba por su vida, se preocupaba por la de los demás, esperaba que todos salieran victoriosos, pero definitivamente ella no le estaba dando prioridad a su propia vida. Makoto no podía mirar a los ojos a nadie, estaba avergonzada por el error tan grande que cometió, Aaron la miro, pudo comprender el malestar de Makoto y aunque quería ir a consolarla no se atrevió.

 

—No se preocupen —levanto Bonnie los pulgares—, los alcanzaremos de alguna forma.

—Regresaremos por Byron y Lázaro, luego buscaremos otra forma de llegar a ustedes —dijo Nerys.

—Así es —tomo fuerte la muñeca de su hermana y se dispuso a correr.

—Sofía rodó una vez más los ojos—. O pueden simplemente alejarse muchísimo para que Makoto se atreva a disparar, pero —ladeo la boca— no confíen mucho, creo que Makoto mueve es... Mun... A ... Gus...

 

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