No es tiempo de Marte.

Tos.

Makoto esquivo la mirada y se deprimió, aún le dolían las groserías, las palabras y malos tratos de Aaron, sabía que no era momento de pensar en ese tipo de cosas así que suspiro y se calmó a sí misma. Dentro de poco tendrían una vida calmada.

 

—No me hables —pidió Makoto.

 

Sofía rodo los ojos al escucharla, Aaron decidió decir nada mientras la sostenía y la levantaba cada vez más, pero Makoto seguía sin alcanzar la rejilla por lo que poco a poco y entre tambaleos de ambos se iba levantando hasta quedar de pie sobre los hombros de Aaron, este la tomaba con fuerza de los tobillos para darle un mayor soporte y seguridad. Makoto tomo con ambas manos la rejilla de protección, la jalo con un poco de fuerza y al quitarla hizo que ambos perdieran por unos segundos el equilibrio, los dos sudaron frío pensando que caerían, soltaron un suspiro cuando eso no paso pues habían logrado recuperarlo. Makoto le paso la rejilla a Aaron y este a Sofía, la rejilla no fue dejada con delicadeza, Sofía la dejo caer haciendo un gran estruendo en aquel lugar, no la había soltado a propósito, fue porque comenzó a tener la necesidad de aspirar aire, sentía que le faltaba y lo buscaba con desesperación, sus inhalaciones eran ahogadas, de su garganta salía un sonido gutural.

 

Makoto se preocupó y de un brinco se puso a su lado para palmearle la espalda, Aaron se había quedado inmóvil y en su cara se dibujaba el terror.

 

—Tosió como si le estuvieran lijando la garganta—. Estoy bien —dijo con dificultad mientras buscaba oxigeno—. Ya deja de pegarme en la espalda —enfadada manoteo hacia atrás para quitar la mano de Makoto—, solo me entro polvo a la garganta —se limpio con el dorso de la mano la saliva que tenía alrededor de la boca.

—Quédate —le pidió Aaron con mirada preocupada mientras se mordía el labio.

—No estás bien —dijo Makoto mientras volvía a posar su mano sobre la espalda de Sofía—, ¿qué fue eso?

—Dije que estoy bien —volvió a manotear y se alejó—, no es mi culpa que ustedes ya estén acostumbrados a olfatear porquerías como perros.

 

Makoto frunció la boca levemente molesta por sus palabras, obviamente y como la mayoría de veces Sofía la ignoro, comenzó a caminar hasta ponerse debajo del ducto de ventilación, el cual miraba con atención y con una mano en el mentón. Aaron se veía totalmente preocupado y deprimido, Makoto deseaba preguntarle por su semblante, pero era orgullosa, ella le había pedido que no le hablara además podía usar el pretexto de que el lugar no era el adecuado para hablar, no era lugar ni momento.

 

—En serio los odio —declaro Sofía dedicándoles una mirada despectiva.

—¿Por qué? —preguntaron ambos en coro.

—Por muchísimas cosas, pero sobre todo por lo que voy hacer —desabotonó su pantalón y comenzó a bajar el cierre.

 

Tanto Aaron como Makoto se quedaron pasmados al mirarla sin comprender por qué Sofía estaba haciendo eso, de pronto la vergüenza llego a Aaron y desvió la mirada antes de que Sofía se quitara por completo el pantalón.




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