No es tiempo de Marte.

La caída.

La castaña trago saliva con dificultad, fue como comer una enorme pelota con púas, su corazón se volvió arrítmico, podía sentir su propio latir en los oídos, tenía que avisarle a Makoto y Aaron que se había detenido porque estaban sobre aquel ser, pero las palabras no le salían, estaba aterrada, ni siquiera podía respirar ¿cómo iba a poder hablar? Abrió la boca mientras reunía el valor para hablar, pero antes de siquiera hacer ella algún sonido el ducto rechino detrás de Makoto, sin darles tiempo de reaccionar o intentar hacer algo, el metal del ducto, debajo del cuerpo de Aaron se abrió, se rompió dejando un gran hueco, Aaron levanto las manos intentando agarrarse de cualquier cosa, pero solo causo hacerse grandes cortes en los brazos con el filo y rebabas del metal rasgado haciendo que dejara caer la pistola que traía en la mano derecha, el dolor y el miedo al percatarse del alíen no lo dejaron preocuparse del cómo iba a caer, no intento acomodarse por lo que cayó de panza; el golpe le saco el aire causándole el vómito, intento levantarse, pero no pudo. Aaron creyó que la caída le había roto las costillas pues el abdomen y los alrededores de este le dolían horrores, intento volverse a levantar, aunque de nuevo no pudo, sus costillas no estaban rotas, su pierna si lo estaba, parecía que tenía una segunda rodilla en su pierna derecha.

 

El grisáceo ser observo el arma de Aaron que había caído a sus pies, la pateo dejándola atrás y se acercó un poco a Aaron con los brazos cruzados, Aaron intentaba levantarse, sin embargo no podía hacerlo, sentía que la muerte se acercaba lentamente a él, maldecía su suerte, maldecía su cuerpo y en especial su pierna, por sobre todas las cosas se arrepentía de no hacerle caso a Sofía de ser abierto con las cosas que pensaba y sentía.

 

Makoto y Sofía estaban sufriendo viendo la escena, Makoto comenzó a derramar lágrimas desconsoladamente, temía que mataran a la persona que ella más amaba, en un arrebato se llenó de adrenalina y sin pensarlo brinco por donde Aaron había caído, Makoto cayo flexionando sus rodillas y apoyándose con las manos, se levantó inmediatamente dándole la espalda a Aaron, empuño su arma regalándole su mirada mas furiosa al alíen y apuntándole directamente a la cabeza.

 

—¿Qué haces? —le pregunto Aaron lleno de miedo e impotencia—. Regresa, corre, vete —grito y le rogó a Makoto.

—Suelta eso —pidió el alienígena a Makoto, pero ella solo negó con la cabeza—. Te he dicho que la sueltes —todas las armas se dirigieron sobre Makoto y Aaron, les apuntaban directamente.

—¿Nos mataras? —pregunto intentando contener su furia, sabía que si le disparaba entonces ellos también morirían.

 

En ese momento a Makoto no le importaba morir, pero no quería que Aaron muriera, no quería que ninguno de sus amigos lo hicieran, las lágrimas le estaban empapando la cara, nunca había sentido tanto miedo en su vida, ya habían muerto muchos incluyendo a su padre, no quería que nadie más lo hiciera, su pequeño cuerpo temblaba, le estaba costando trabajo mantenerse de pie y seguir empuñando el arma.




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