No es tiempo de Marte.

Aún no.

—Apestas —Sofía arrugo la nariz y aparto a Makoto un poco, luego volvió abrazarla como si se fuera a escapar—. Por cierto —sonrió mientras se acercaba al oído de Makoto para comenzar a susurrarle algo sin apartar la vista de Aaron—, creo que es un buen momento para decirte que yo no le gusto al...

 

Sofía no pudo terminar de hablar porque de nuevo la tos se había apoderado de ella, ni siquiera podía realmente toser, era como si el aire fueran navajas venenosas que cortaban sus pulmones, el dolor hizo que perdiera la fuerza para seguir de pie, Makoto asustada intento sostenerla.

 

—¿Qué tienes? —pregunto angustiada con un mal presentimiento, sus ojos picaban por las lágrimas que comenzaban a surgir—. ¿Es una broma? —sabía que no era así, pero tenía una ligera esperanza.

 

El pavor se había apodera de Aaron, intento levantarse como si su pierna no estuviera rota, no pudo y se maldijo, el dolor no lo iba a detener, tenía que estar con Sofía, se lo había prometido días atrás, mantenerse a su lado. Primero se arrastró impotente, reunió todas sus fuerzas y se levantó ayudándose de sus malheridos brazos, se acercó a las chicas dando pequeños brinquitos, de sus ojos nacían ríos que recorrían toda su cara, nunca había llorado tanto ni tenido tanto miedo, ahora estaba más asustado que hace unos minutos atrás cuando el alíen estaba frente a él y Makoto.

 

—¿Qué es lo que le pasa? —le pregunto Makoto a Aaron con un grito, pero no obtuvo respuesta.

 

Aaron miro a Makoto con la más grande de las penas sin poder darle respuesta alguna, esta al ver la cara de Aaron estaba segura de que él sabía algo que ella no, al verle sus ojos se le creo el nudo más grande jamás formado en su garganta, sentía su corazón detenerse y las lágrimas que apenas le picaban cambiaron para quemarle, tenía miedo porque Sofía no decía nada, porque esta intentaba toser, pero no lograba conseguirlo, se estaba ahogando con algo que nadie podía ver.

 

Makoto en un intento de que Sofía estuviera cómoda y se le pasar el malestar acomodo la cabeza de esta sobre sus piernas mientras Aaron le acariciaba las mejillas con las manos, contemplaba su cara con cariño, le tocaba suavemente con las yemas de sus dedos cada facción de la cara.

 

—Aún no —le pidió Aaron con los dientes apretados.

—La pistola —reacciono Makoto—, tus manos no se quemaron pero a ti te está afectando de forma diferente.

—Sofía soltó una risa ahogada y luego negó con la fuerza que le quedaba—. Si los quiero —confeso en un susurro sofocado, pero mostrando una pequeña sonrisa en el rostro y luego cerro los ojos dejando escapar unas lagrimas que escurrieron lento.

 

Makoto seguía sin entender, pero esperaba que Sofía solo necesitara descansar, lamentablemente la cara y reacciones de Aaron no dejaban que mantuviera la esperanza, luego simplemente se extinguió todo optimismo cuando noto que Sofía había dejado de respirar y que su corazón se había detenido por completo, la abrazo sin saber nada, lo único que sabía es que su amiga estaba muerta; esa que le había salvado, esa a la que no le hablo mucho mientras vivía pues sus celos se lo impedían.




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