No es tiempo de Marte.

Pijamada.

El grupo comenzó a esparcir las almohadas y peluches por todo el lugar en donde estarían sentados. Era cierto lo de la pijamada, pero la realidad es que era un pretexto, lo que Makoto quería era el chisme completo de sus relaciones. Formaron un círculo alrededor de una bolsa de papas abierta para que todos tomaran de esta, Bonnie cuchareaba un bote de helado y los chicos tomaron latas de cerveza a las que les dieron un gran trago.

 

—La verdad —Makoto intento contener una sonrisa—, soy su amiga ¿no? —capturo la atención de todos quienes asintieron—. Entonces, deberían contarme como se hicieron novios —apoyo el mentón entre sus manos que formaban una “v”— ¿no? —sonrió de forma traviesa.

 

Tanto Lázaro como Byron comenzaron a ahogarse con el trago que le habían dado a sus bebidas, sus caras se tornaron rojas en parte por la pena y en parte por ahogarse. Nerys sonrojada al mismo nivel que ellos le sobaba la espalda a Byron intentando que este sintiera algo de alivio. Aaron soltó una sonora carcajada, le acaricio divertido y con cariño la cabeza a Makoto, pero la soltó en cuanto Makoto le puso una cara de duda, así la sonrisa de Aaron desapareció, le había hecho ese cariño sin pensarlo, simplemente le había nacido la necesidad de hacerlo, sus mejillas se colorearon un poco.

 

—Yo se lo pedí —dijo orgullosa Bonnie mirando a Lázaro.

—¿Qué? —se quedó boquiabierto—. No es verdad, yo te lo pedí a ti.

—Bonnie enarco la ceja, sonriendo de forma desafiante—. Fui yo.

—Lázaro se molestó un poco y frunció el ceño—. Tú me dijiste que te gustaba y cuando me lo ibas a pedir yo te pedí a ti que esperaras porque cuando las cosas estuvieran bien me iba a declarar de la forma adecuada y apropiada —dejo ir la lengua gracias al enojo y tal vez ayudado de la cerveza.

—Ahí lo tienen —sonrió—así fue como paso —miro a Lázaro directamente a los ojos, parecían hablarse sobre algo.

 

El grupo no supo que decir solo sonrieron, eso era propio de Lázaro, lo imaginaban arrodillándose en algún campo para después levantarse y ponerle una flor entre los cabellos a su amada, podían escuchar una pegajosa y cursi melodía mientras aves azules los rodeaban regocijados.

 

—¿Te canto? —pregunto de forma burlona Nerys a su hermana.

 

Todos a excepción de Lázaro soltaron la carcajada, en su cabeza todos lo veían cantando con su amada y finalmente tomados de las manos dando saltitos como conejitos mientras varios animales los seguían atraídos a ellos como abejas a la miel; los animales eran las abejas y Lázaro con Bonnie eran la miel.

 

—No —contuvo su última risa—, no lo hizo —miro a Lázaro con una enorme sonrisa—. ¿Lo harías?

—No —soltó sin dudar mirando a todos de forma reprobatoria.

 

Todos volvieron a reír, aunque Lázaro había dicho que no Bonnie sabía que si se lo pedía alguna vez en privado sí que se lo cumpliría solo para darle gusto. Bonnie lo había molestado a propósito para que dijera como había sido el comienzo, pero era algo privado y mágico, solo para ellos el cómo fue finalmente.




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