No es tiempo de Marte.

Lázaro y Bonnie.

~OoOoOoO~

Fue en un atardecer, ambos estaban tomados de las manos caminando juntos detrás del grupo hasta que Lázaro se detuvo de golpe sin soltar a Bonnie, le sonrió de forma dulce cuando ella lo miro para saber que pasaba, esa sonrisa detuvo por un momento el corazón de Bonnie, solo por un momento antes de desbocarse descontroladamente y sentirse nerviosa ante aquella sonrisa, frente a esa mirada que él le estaba dedicando en ese momento. Le cubrió los ojos con ambas manos sin que ella rechistara y la guió sin decir palabra alguna hasta un pequeño riachuelo rodeado de pasto, en ese momento quito las manos, todo era verde a su alrededor, Lázaro había estado buscando un lugar así, el sonido de grillos había hecho su aparición, estaban para cantarles solo a ellos y cuando el cielo se hizo más obscuro aparecieron luciérnagas para danzar a su alrededor.

 

—¿Muda? —pregunto Lázaro mordiéndose el labio inferior con nerviosismo, mirando de forma encantadora a Bonnie.

 

Bonnie no pudo responder, estaba maravillada, a la habladora Bonnie por fin la habían dejado sin palabras, miro detenidamente todo el lugar y asintió de forma lenta. Bonnie no tenía idea de que mirar, quería seguir admirando el área verde, creía que era un sitio mágico sacado de un cuento de princesas, pero también quería mirar por siempre a Lázaro, quería abrazarlo, sentía y tenía la necesidad de hacerlo.

 

—Gracias por esperar —con sus manos temblorosas tomo una de las manos de Bonnie—. Quiero ser sincero —la miro a los ojos—, desde que te vi mi corazón latió fuerte y mi estomago estuvo raro, sabía por qué, pero me intente engañar porque no sabía nada de ti y el momento era malo —sonrió y negó con la cabeza recordando lentamente todo—. Al mirarte creí que tendrías una actitud parecida a la de Nerys —se mordió de nuevo el labio y pateo suavemente algo invisible— pero estaba equivocado y me volviste loco porque tú estás loca.

—¡Oye! —se quejo e hizo un puchero.

—Eres rezongona, grosera y latosa…

 

Bonnie al escucharlo ladeo la boca y al mismo tiempo frunció el ceño, Lázaro no pudo evitar emitir una risa al verla. La pelirroja se molestó y se soltó de su agarre para cruzarse de brazos.

 

—No te enojes —la tomo de nuevo de ambas manos para que dejara de cruzarse de brazos—, quiero decirte todo —le acaricio con los pulgares el dorso de sus manos— porque yo… —se detuvo solo para admirar la cara de Bonnie—. Yo quiero que siempre me arrastres en tus locuras porque… —sus manos comenzaron a sudar más de lo normal, sus mejillas se encendieron contagiando a Bonnie y sus corazones latieron al mismo ritmo desbocado—. No solo me gustas, te amo —declaro— con todo mi corazón. Yo ya no logro ver un futuro sin ti, me llenas y me haces sentir especial. Todos los días deseo ver tus sonrisas y estoy a la espera de que me arrastre en alguna de tus divinas locuras. Te amo —declaro de nuevo—, lo juro y es por eso que te pido que me concedas primero la oportunidad de ser tu novio —subió suavemente una de las manos de Bonnie la cual besó con ternura y delicadeza—. Te prometo que siempre intentare hacerte feliz.

—Eres taaaaaaaaaaaan cursi —un ligero manto de lágrimas cubrió sus ojos—. No me esperaba todas esas palabras —le sonrió— mi corazón presentía que era el momento que tanto había esperado, pero… —se rió y limpio sus lágrimas que volvieron a brotar— Eres tan cursi y hablas mucho, además ¿qué es eso de primero ser mi novio? —suspiro y le mostró una enorme sonrisa.

—¿Todo eso fue un sí o un no? —pregunto avergonzado y dudoso—. Bueno… Porque como he dicho, no me veo en un futuro sin ti y primero necesito…

—Hablas mucho, obviamente es un sí. ¡Yo también te amo!




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