No es tiempo de Marte.

Me gustas mucho.

Makoto se quedó completamente muda, estaba impresionada y también entusiasmada, sus mejillas se había tornado coloradas, sentía su corazón latirle por todas partes, lo sentía hasta en las yemas de los dedos y su estómago tenía una sensación extraña pero que no le disgustaba, al contrario, le gustaba sentirla pero recordó la carta y a Sofía entonces sus emociones, sus sentimientos cambiaron a tristeza, seguramente estaba interpretando mal las cosas, intento apartar las manos pero Aaron no las soltó.

 

—Descuida —forzó una sonrisa—, volveré a hablarte como antes —intenso zafarse de nuevo del agarre. Ella quería irse, sentía que iba a llorar.

—No, no es solo eso —se mordió el labio inferior visiblemente incomodo—, no me estas entendiendo —sentía que se quedaba sin fuerzas, suspiro y recargo su frente en la de Makoto sintiendo la rápida respiración de esta en la cara—, tú me gustas —confeso—, me gustas mucho, como nunca nadie me ha gustado, despiertas tantas emociones de todo tipo en mí que yo no sabía siquiera que existían —cerro los ojos para no acobardarse y callar—, me gustas como interés romántico —avergonzado abrió los ojos conectando con los de Makoto que tenían un brillo especial.

 

Makoto estaba tan emocionada que no podía razonar correctamente, tenía una enorme sonrisa, no podía dejar de mirar y notar el brillo de los azules ojos glaciar de Aaron, quería lanzarse a sus brazos pero rompió en llanto antes de hacerlo, al principio lloro por la emoción, dejando desconcertado desde la primera lagrima a Aaron, este beso con suavidad, cuidado y ternura la primero gota que vio caer pero luego el llanto de Makoto se volvió amargo, ella no quería emocionarse, recordó que Aaron siempre creyó que era un chico y que le hablo mal ¿qué había de Sofía? ¿cómo podía decirle esas cosas? ¿Se intentaba burlar de ella? Se preguntaba si era algún tipo de broma cruel.

 

—Siempre creí que quien te gustaba era Sofía —gimoteo y desvió la mirada, ya no quería verlo, ni quería llorar.

—No —se afligió sintiendo que sería rechazado—, siempre has sido tú —soltó una de sus manos y limpio suavemente cada gota que los ojos de Makoto desprendían—. ¿Quisieras ser mi novia? —pregunto, aunque sentía que la respuesta seria “no”, pero ya no quería volver acobardarse.

 

Ella deseaba decirle que sí, decirle que a ella también le gustaba él, anunciarle que desde siempre le gusto y detallarle como se enamoró de él, en que momento paso, pero su orgullo no se lo permitía, era tan necia y tonta que comenzó a preguntarse si era amor; “No, no lo amo, yo lo idealice como un príncipe, él siempre estuvo dispuesto a ayudar a cualquier chica y tratarla como princesa menos a mí, ni siquiera me ve como una mujer.”

 

—No —respondió con voz temblorosa y quebrada, decir aquella palabra le había roto el corazón en mil pedazos y estaba asustada de haberse escuchado decirlo—. Yo —temblaba al igual que su voz— lo siento —no podía dejar de llorar, observo como el brillo en los ojos de Aaron se apagó haciendo que su corazón se rompiera aún más—, creo que no es tiempo de amarte —susurro e intento una última vez deshacerse del agarre de Aaron.




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