Ella sentía su cuerpo pesado, se daba cuenta que hace mucho no tenía esa sensación, estaba por despertar, pero no quería, se mantenía con los ojos cerrados mientras movía poco a poco los dedos de sus manos para reconocer su cuerpo. Escucho como alguien decía “está despertando” y otras cosas que no comprendía acompañado de unos rápidos pasos, eso la desconcertó pero de todas formas no tenía ganas de levantarse, aspiro de forma lenta por la nariz el limpio aire que la rodeaba y lentamente abrió los ojos solo por unos segundos pues la luz le había molestado, se mantuvo así un rato y luego abrió los ojos de golpe, se había dado cuenta que no sabía dónde estaba, rápidamente se incorporó para sentarse sobre el colchón en el que estaba, se mareo en el instante sintiéndose caer pero resistió, confundida y tambaleante noto las pequeñas mangueritas que tenía conectadas al cuerpo de forma intravenosa, asustada se las intento arrancar sin cuidado fallando gracias a lo mareada que estaba, de forma repentina sintió unas frías manos que la sostenían con fuerza intentando que se acostara y calmara, cosa que no consiguieron; ella pataleaba, gimoteaba, quería morder y tiraba puñetazos, tuvieron que optar por inyectarle un tranquilizante en el brazo.
—¿Por qué? —le pregunto con un manto de lágrimas en los ojos al grisáceo ser uniformado que estaba a su lado.
Para sorpresa de Makoto aquel ser mostró una expresión de pena, ella no había visto expresiones en ningún alienígena antes.
—Fuera de aquí —ordeno el uniformado, aunque Makoto no lo entendió.
Todos los extraños que se encontraban vestidos con una bata salieron rápidamente ante la orden, Makoto sollozaba viendo toda la escena más claramente, quería huir, pero sabía que el simple pensamiento era inútil, aunque lo intentara no podría. Aquel se acercaba lentamente a ella, la miraba apenado.
—Me disculpo contigo, Makoto —poso su mano de forma cálida sobre el hombro de esta—. No sabía que estabas en esta nave.
—No sé de qué me habla —dijo con respeto pero desconfiada y se deshizo del agarre.
—Necesitas no estar a la defensiva, yo no soy alguien que quiere causarte daño —ladeo la boca con la mandíbula tensa—, tú debías estar despierta en otra nave durante todo el viaje.
—Le vuelvo a repetir —suspiro sin saber que pensar o hacer—, no sé de qué me habla.
—Soy —agacho la mirada por un segundo para corregirse—, era amigo de tu padre —le hizo una caricia en la coronilla de la cabeza—, Toshio Suzuki.
—Mi padre —se impresiono—, ¿cómo? —a su cabeza le llegaron lentamente fragmentos con las caras de sus amigos causándole jaqueca.
—Estuviste dormida por… —pensó unos segundos—. En años terrestres son dos.
—Eso no puede… —entro un poco en pánico y se acarició el cabello notando que estaba demasiado largo, probablemente le llegaba por debajo de las pompas—. Mis amigos, mis amigos —repitió casi gritando—, ¿fueron un sueño? —sintió su corazón doler.
—Necesitas saber cómo es que llegaste aquí, no sé si todos los que salieron en tus sueños son reales, pero probablemente algunos lo sean.