No es tiempo de Marte.

Necesitamos a la comunidad galáctica.

—Sé que eres importante para Sdtrowneb, pero no me puedo ocupar de ti en estos momentos —se levantó y sacudió el cuerpo.

 

Fue caminando desnudo sin vergüenza alguna, lo único que tenía en el cuerpo era un brazalete al que le ejerció presión con su otra mano y antes de llegar ante el panel de control ya estaba vestido. Sus dedos bailotearon rápidamente sobre una superficie plana hasta que frente a él se desplegó una pantalla intangible, antes de ver siquiera quien aparecía en la pantalla agacho un poco la cabeza en señal de respeto con su mano derecha sobre el pecho.

 

—Tú no eres Sdtrowneb —dijo la figura que estaba en la pantalla.

—No señor, yo soy Nagol, jefe de la nave 23954kcd, soy parte de la asoci…

—Ve al grano —interrumpió a Nagol y este se estremeció, solo levanto la vista brevemente.

—En estos momentos vamos a evacuar el planeta Tierra, pero —se pauso porque no le habían dado la orden de informar— estamos siendo atacados —no lo sabía ciertamente pero lo intuía por lo que mintió sin saber bien que esperar—. Lo necesitamos, necesitamos a la comunidad galáctica.

—Bufo lleno de molestia—. Comprendo, ya sabía que esto pasaría aunque Sdtrowneb lo pospuso. Ya vamos —corto y la pantalla desapareció.

 

Nagol se sentía horriblemente mal, no sabía si había cavado su propia tumba o había actuado adecuadamente, al ver a los terrestres estaba seguro de que nada sería pacifico, ya no sabía si deseaba equivocarse o no pues si se equivocaba todo sería mejor pero su pellejo estaría en peligro, lo perdería todo y si resultaba que había actuado bien igual sabía que habría decesos. Se agito con ambas manos el cabello pues la frustración y estrés lo estaban llevando a su límite, solo un suspiro exasperado y recobro la compostura, no era tiempo de pensar, era tiempo de actuar, tenía que regresar a su nave y recoger humanos como todos los de la asociación. Nagol se acercó a Makoto y le tomo el pulso, sorprendido se dio cuenta que Sdtrowneb tenía razón, la terrícola no estaba muerta, ya no era necesario hacerle la electroencefalografía. La cargo en sus brazos por largos pasillos hasta llegar a una zona que parecía un hospital con su aroma tan característico y sus claras paredes.

 

—No te sientas sola, pronto esta nave estará llena de terrestres y trabajadores de diversos planetas que los cuidaran —se encogió de hombros—, pero como eres la consentida te dejare aquí —la deposito suavemente en un enorme cojín rodeado de suaves telas blancas.

 

El lugar en donde Nagol había dejado a Makoto era una pequeña habitación aislante de ruido que suelen usar los pilotos de las naves cuando el cansancio ya no los deja continuar o se han enfermado. En cuanto salió de aquella habitación sintió toda la nave temblar, se tuvo que sostener con ambas manos al suelo mientras miraba al techo, no sabía que estaba pasando afuera lo cual le inquietaba y le hacía tener más miedo del que ya tenía, frustrado se golpeó la cabeza a propósito contra el suelo, era el piloto de una nave y comandante de esa, tenía que actuar como tal. Se levantó y camino tambaleante gracias al movimiento de la nave pero decidido, casi cae cuando una pequeña pantalla frente a él se proyectó desde lo que parecía ser un manos libres en su oído.   




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