No es tiempo de Marte.

Urai.

Una lista de los heridos y fallecidos le fue nombrada a Sdtrowneb quien estaba destrozado y tenía que fingir que no pasaba nada.

 

—Necesitamos a la comunidad galáctica —anuncio—, no pudimos hacerlo pacíficamente y no aceptan dialogar.

—Yo, ya los… —Nagol titubeo—. Llame.

—Buen trabajo, Nagol.

 

Cuando los reportes fueron dados y las pantallas desaparecieron la fuerza de Sdtrowneb se perdió, recargo su frente en el dorso de su mano izquierda y comenzó a llorar impotente, quienes lo habían acompañado por Makoto eran Nagol, Urai, Darerand, Otad que perdió una pierna y Gonok quién murió. Se culpaba, no solo no pudo llegar a tiempo y salvar a su amigo terrestre, Toshio, sino que se cegó y a causa de esto también había perdido a su amigo Gonok y hecho que Otad pasara por un trauma que no podía ni imaginarse, ¿qué le iba a decir a la familia de Gonok? Apenas había sido papá ¿qué le iba a decir a las familias de los demás caídos? Sentía no merecerse el rango que tenía pues lo había jodido todo en grande, ni con toda la tecnología que tenían iban a poder revivirlos, ninguna cosa podía hacerlo, no era posible.

 

—La comunidad galáctica ha llegado —apareció una pequeña pantalla con la cara de Urai; delgada, alta, de rasgos finos y con una antenita en el centro de su cabeza—. ¿Estas llorando? —pregunto sorprendida al verlo.

—Tú siempre en mal momento —se limpió las lágrimas con el dorso de la mano en la que estaba recargado y levanto la vista.

—¿Quieres qué vaya a consolarte? —la pregunta era en serio pero su cara no mostraba seriedad sino esperanza.

—Ni se te ocurra —dijo y corto.

 

Sdtrowneb tuvo que abordar la nave principal de la comunidad galáctica para saludar y dar un informe resumido en donde opto por no hablar sobre Toshio y la amistad que habían forjado.

 

—Siempre hay bajas, ya sabes cómo es nuestro trabajo —dijo el alto mando—. Pero no habría pasado de dejarnos actuar.

—¿Van atacar la Tierra?

—No, sus armas son primitivas, los mataríamos a todos innecesariamente y a ti te gusta el planeta.

—Me gusta —admitió triste de que le gustara un planeta lleno de horribles “pensantes”.

—Puedes retirarte, te daré la orden cuando puedas ir por tus terrestres, lo demás es cosa tuya aunque —se encogió de hombros— debiste dejar que se mataran entre ellos, por cómo están las cosas si los dejas la mayoría de la población moriría en unos años.

—Lo sé, señor, pero también sé que algunos terrícolas no tienen la culpa de que los gobernaran los más estúpidos y egoístas terrestres.

—Bien, como dije, puedes retirarte.

 

Sdtrowneb con su alma cabizbaja mostrándose físicamente estoico salió de aquella nave para regresar a la suya que ya estaba siendo llenada por unidades médicas, al llegar a la cabina de mando y pilotaje se percató de que alguien estaba en su silla.

 

—Regresa a tu nave, Urai —pidió cruzándose de brazos.

—Venía a consolarte —respondió sin girarse.

—No, gracias —no se veía agradecido sino enfurruñado—. Vete.

—Urai se levantó de la silla, acomodo su falda, se giró y camino resonando sus altos tacones hasta acercarse a Sdtrowneb—. No te tortures —lo tomo de los hombros—, intente hablar con la familia de Gonok —hizo una pausa esperando alguna reacción de él pero no hubo—, nadie me contesto pero me han informado que entraron en hibernación. Sabes que los narequianos hacen eso cuando uno de sus familiares, quien sea, comienza con la hibernación —acerco su cara sintiendo la respiración de Sdtrowneb en la suya, cuando sus ojos se encontraron y este se acercó esperando un beso, Urai se rio, giro la cara y le beso la mejilla—. Creí que no querías que te consolara —recibió una gruñona cara en respuesta que le hizo reír—. Estoy segura de que Gonok está vivo, ya nos hablara en unos años reclamándonos por dejarlo abandonado —siguió su camino para salir—. Nos vemos —dijo mientras se marchaba agitando con gracia sus caderas y antena.




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