No es tiempo de Marte.

Sucios simios.

Sdtrowneb no pudo evitar sonreír, ella siempre lograba hacerlo sentir mejor, ella nunca se equivocaba y esperaba que estaba vez no fuera la excepción, se aferraría con todas sus fuerzas en creer esas palabras. Se sentó en su preciado lugar y desde ahí comenzó a ver los movimientos que la comunidad galáctica hacia sobre la tierra, observo como bañaron a la Tierra por completo, cada rincón fue rociado con agua de sus propios mares obligando a los terrícolas a salir de sus escondites y apaciguando los desastres que estos mismos habían causado en tan solo unas horas. Una vez rociada el agua esparcieron un manto de polvo y gases, era un fuerte somnífero que durmió a todo ser vivo habitante de la Tierra.

 

—He terminado —le comunicaron en la pantalla que se desplegó—. Puedes bajar y hacer lo que quieras —la pantalla desapareció y en seguida toda la comunidad galáctica se fue esparciendo y yéndose.

 

Sdtrowneb dio la orden de descender y llevar a los humanos a las naves. El planeta Tierra no era tan grande además, actualmente el 79% era agua lo que les facilitaba el trabajo, por si no fuera poco, en esas horas de caos se habían matado entre si reduciendo la población a la mitad. Las naves de la asociación estaban estacionadas una tras otra por toda la masa continental, tardaron todo un día y noche en abordar a todos los dormidos humanos, les quitaron sus ropas y los vistieron con delgadas batas esterilizadas, los metieron por grupos dentro de blancas habitaciones acolchadas en las que los recostaron, acomodaron sus traseros sobre huecos que eran para los deshechos y les pusieron intravenosa para que estuviesen hidratados y tuvieran los nutrientes necesarios para vivir, los dejaron en un coma inducido. 

 

Sdtrowneb aún molesto por todo lo acontecido pidió que en una enorme habitación diferente dentro de su nave subieran a todos aquellos presidentes, reyes, reinas, monarcas, soberanos, ministros y todo aquel que tenía un rango de ese tipo en la Tierra, aquellos que ejercían su poder y falsa verdad a los terrestres de manera egoísta e interesada en poseer cada vez más, ordeno que los dejaran sin cuidado desnudos, estos comenzaron a despertar después de 32 horas terrestres chorreados en orina y heces, con hambre, sed y frío, al darse cuenta de sus alrededores no pudieron evitar poner gestos de descontento y desagrado, acostumbrados al poder y riqueza no comprendían porque alguien como ellos tenían que estar amontonados en aquella situación; algunos simplemente esperaban que alguna clase de divinidad los sacara de ahí en cualquier momento y otros intentaban forzar o tumbar la puerta y paredes que los contenían, nunca consiguieron hacerlo antes de que llegara Sdtrowneb.

 

—Son los simios más feos y sucios que he visto —una arcada apareció en él pero tuvo que disimular.

 

Sdtrowneb los veía a través de un cristal que abarcaba casi por completo una de las paredes, antes de darles tiempo a responder o replicar presiono un botón que estaba cerca del cristal, aquel botón activo una jabonosa lluvia fría que empapo a los terrícolas por completo dejándolos tiritando y enfurruñados pero limpios.




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