No es tu hijo

Capítulo 4: Un plan no muy elaborado

Capítulo 4: Un plan no muy elaborado

HACE SIETE MESES ATRÁS Y ALGUNOS DÍAS

Mi rutina regresó, con la única diferencia que tenía un pensamiento continuo rondando mi mente. La idea del hijo no me abandonaba. Me parecía la solución a todos mis problemas. Es decir, me salvaba de no estar sola y como yo podría educar a la criatura en cuestión, de seguro se no se convertiría en un ser malvado.  

El problema era el cómo. No podía gastarme mis ahorros en una clínica de fertilidad, seguía pagando la hipoteca y si lograba quedarme embarazada iba a tener que ahorrar para la universidad del pequeño y todo ese asunto. Como madre soltera me iba a quedar muy cuesta arriba. Tampoco me entusiasmaba la idea de buscarme novio o algo por el estilo. Eso estaba más que descartado. 

–Una aventura de una noche– soltó mi cabeza. 

–Si claro, como si fuese tan fácil engendrar. Sabes que tomé por varios años pastillas anticonceptivas y en ocasiones no me cuidé con Adolf y nunca me embaracé, capaz soy estéril. 

–Lo hacían cuando había baja posibilidad de embarazo –replicó mi otra yo. –Luego de los treinta la cosa se va complicando. 

–Bueno entonces la cuestión sería irme a la ciudad de bar en bar y… 

–¿De bar en bar? ¿No sería mejor descargar una app de citas así escoges mejor al prospecto? No puedes dejar una elección tan importante al azar. 

–Sí, pero así podría dejar pruebas. Es decir, alguien podría verme. Creo que mientras menos evidencia deje mejor. 

–Lo dices como si fuésemos a cometer un asesinato. 

–No, pero usaremos a un hombre. 

–No serías la primera en hacerlo. 

Bufé, mis conversaciones mentales me dejaban agotada. Sin embargo, no me rendí. Una vez que salí del trabajo me fui directo a mi casa para bañarme y acicalarme. Pensando demasiado y sin actuar no iba a lograr nada. Al menos tenía que ir evaluando la zona para valorar mis opciones.

Me puse uno de mis mejores atuendos, un pastalón de vestir con una camisa a juego y pinté mis labios de rojo. Me despeiné un poco el cabello y opté por salir cuando estuve a gusto con el resultado. Conduje hasta un bar de la ciudad que estaba un tanto alejado. El sitio era tranquilo, solo ponían música jazz y la decoración era bonita. Por dentro todo estaba hecho de madera y aunque no lo frecuentaba, lo había visto en Instagram y me gustaba.

Recorrí el sitio con la mirada. Había parejas en algunas mesas y en otras, grupos de amigos. En la barra solo había como tres personas, así que me uní a estas. Pedí un gin tonic y bebí a pesar de tener el estomago vacío. Me fijé en una mesa en la que la mujer hablaba por el móvil, iba bien peinada y tenía las uñas demasiado largas. Era de piernas largas —lo noté en cuanto se levantó para irse con paso apresurado—. Su acompañante, aceptó el beso que le dio en la mejilla antes de marcharse.

Me pareció curioso, de espalda se veía apuesto. Tenía el cabello castaño y los hombros amplios. Vestía camiseta de jean y vaqueros. ¿Qué edad tendría? ¿Entre 30 y 35? Tomé un sorbo de mi bebida sin despegar mis ojos de aquel sujeto. Llámenlo intuición o como quieran, pero aquella persona tenía algo que me llamaba.

Como si él sintiese que alguien lo observaba, de un momento a otro se giró hacia mí. Intenté sonreír, pero luego me removí en mi asiento avergonzada. ¿Qué estaba haciendo? «Dios estás cayendo tan bajo». Estaba por pagar mi cuenta para marcharme a la velocidad de la luz, cuando sentí a alguien a mi lado.

—¿Esperas a alguien? —lo escuché preguntar y tomé aire.

Me imaginé respondiendo “A ti”, pero eso iba a resultar muy excesivo, así que negué.

—¿Mala noche? —inquirí atreviéndome a mirarlo y ¡Oh santo cielo!, si pensaba que era guapo de espaldas, de frente era un adonis andante.

Elevó los hombros.

—Mi cita acaba de abandonarme así que supongo que sí.

—Adivinaré, ¿Una emergencia familiar?

Sonrió de oreja a oreja mostrándome unos dientes formidables. De seguro jamás había tenido una sola caries.

—Parece que esa es la excusa de ahora sí. —Me tendió la mano —Soy Lucas, ¿Puedo saber tu nombre?

—Teresa —respondí con lo primero que se me pasó por la cabeza. Lo cierto es que tomé prestado el nombre de una compañera de trabajo.

Lucas y yo conversamos. Conversamos largo rato. Todo surgió de forma muy natural. Él me invitó a otro coctel, mientras que él optó por cerveza y hablamos un poco en general sobre la vida. Hasta terminamos hablando de religión y del origen de la humanidad, para luego comentar la saga de Harry Potter. Digamos que, entre trago y trago, yo iba soltando la lengua.

Me contó que era fotógrafo y que no se quedaba en un solo lugar mucho tiempo, su plan era viajar por el mundo y documentar cada sitio por el que pasase. No tenía esposa, ni hijos, ni nada y tenía 37 años. Era muy guapo, sin lugar a dudas. Pero estaba más que claro que era de ese tipo de personas que no se podían retener, que, aunque quisieses tomarlas, se escurrían entre tus manos. Por lo cual, me pareció el candidato perfecto.

Cuando iba por mi cuarto coctel y él por su sexta cerveza me atreví a besarlo. Fue un beso tímido. Quizá un poco torpe, pero Lucas me correspondió y yo jugué con su lengua.

—¿Vamos a un hotel? —inquirí ante su mirada de duda. —Yo pago.

Fue extraño ir tan lanzada y cabe destacar que yo no era para nada así, pero si quería un bebé creciendo en mi interior debía actuar. Y estaba decidida.

—Pago yo —replicó tomando mi mano y pagándole al cantinero para irnos hasta la salida. La noche prometía y yo con mis cuatro gin tonics me sentía dispuesta a todo.

 

 



#2348 en Novela romántica
#737 en Chick lit
#927 en Otros
#280 en Humor

En el texto hay: comedia, embarazo, amor complicado

Editado: 12.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.