No es tu hijo

Capítulo 11: Rayo de luz

Capítulo 11: Rayo de luz

Lucas y yo nos encontramos en mi coche. Él tiene un moretón en la cara y yo, estoy intacta de no ser por el tirón muscular. La seguridad del hospital nos echó básicamente. Bueno, solo echaron a los dos hombres que peleaban, pero no iba a dejar a Lucas solo después de ir a la batalla por mí. De paso que es mi chofer, así que… Henos aquí.

—Él quedó peor —musita sin encender el auto.

—Lo sé, lo vi.

Me pareció gracioso que no dejaran entrar a Adolf de nuevo al hospital, pero, a decir verdad, tampoco me hizo feliz. La escena era cómica sí, pero cuando me devolvía hasta sus palabras… Esas palabras estaban dando vueltas en mi cabeza, no dejaban de moverse de un lado a otro. Así que, tras darle mi dirección a mi donante, empecé a llorar en silencio.

Dolía y dolía más porque lo sentía como verdadero. ¿Cuáles eran mis sueños? ¿Cuáles eran mis motivaciones? No era una mentira que la mayor parte del tiempo vivía por vivir, así como tampoco era una mentira que había usado a un hombre para tener un hijo. ¿Era mejor o peor que Adolf?

—Un hombre que te trata de ese modo no merece tus lágrimas —susurra.

—No lloro por él —respondo secándome el rostro —lloro por mí.

Él aprieta el volante con fuerza.

—Debí golpearlo con más fuerza.

Río sin poder evitarlo.

—Estás loco Lucas, mira que pelearte con un hombre por una mujer a la que apenas conoces…

—Fue una reacción, no lo pensé demasiado. Es que, si lo pienso ahora, más me molesta. ¿Era algún ex?

—Mi ex prometido.

—¿Para eso quería hablar contigo? ¿Para joderte?

—No debí acceder.

—Margaret —me mira —No te dejes amilanar por cualquier idiota. Piensa en que serás madre y te convertirás en el ejemplo de tu hijo. Tienes que ser fuerte.

—Debiste golpearlo con más fuerza —replico dando por zanjado el tema y en son de broma.

Ambos debatimos sobre la pelea durante el camino a casa y le agradezco de todo corazón a Lucas por hacerme sonreír aún en un momento tan gris.

 

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—Si dejases de quejarte sería más fácil curarte el moretón —le digo.

Él está sentado en el sofá y yo me encuentro a su lado aplicándole una crema para que se le desinflame la mejilla derecha. Se le partió un poco el labio y ya le limpié los restos de sangre, así que Adolf tuvo que soltarle un buen puñetazo. A pesar de que Lucas dice que mi ex quedó peor, yo solo vi a dos hombres destrozados. Aunque, a decir verdad, mi ex sí lucía más ensangrentado.

—¿Crees que me quedarán marcas en el rostro? Es la primera vez que me meto en una pelea.

—¿En serio? Me sorprende tomando en cuenta la facilidad con la que te metiste —respondo sin dejar de aplicarle la crema. Tiene un bonito rostro, bueno, lo tiene todo bonito, pero de cerca, sigue siendo atractivo. Quizá más. Me fijo en sus pestañas pobladas y bien contorneadas, su piel firme con poquísimos poros abiertos, sus ojos como el mar azul que ahora están dos tonos más oscuros, como un mar embravecido…

—Fue un instinto al ver que te hacían daño.

—Nunca nadie había peleado por mí, a decir verdad —le sonrío —mentiría si te digo que habría preferido que no lo hicieras. Lo habría hecho yo misma de no ser por el tirón en la pierna y por mi… —me quedo pensando, no sé si llamar a mi criatura bebé, feto, embrión, al final me decido por bebé —bebé. No quiero hacer nada que la exponga.

—¿Será niña? —pregunta con añoranza en sus ojos y asiento. —¿Puedo? —inquiere mirando mi barriga y tomando en cuenta todo lo que ha pasado en este día, asiento de nuevo. Lucas pone su mano sobre mi barriga y mi corazón flaquea. Para mi sorpresa y la suya, mi pequeña suelta un par de pataditas. Ambos estamos embelesados. —Se mueve —murmura.

«Quizá sabe que eres el padre», pienso y trago saliva.

—¿Quieres comer algo? Tengo algunos vegetales congelados y algo de carne también.

—Sí, yo me encargo. Tú solo dime dónde está todo.

Una vez que Lucas me ayuda a ponerme cómoda en el sofá, se adentra en mi cocina y no tengo que estarlo observando para saber que pondrá todo patas arriba. Yo aprovecho para mensajearle a mi hermana y ponerla al día de la situación. Margot insiste en venir, pero le digo que está Lucas conmigo y su respuesta es un montón de emojis de gotitas de agua, una banana y un mono cubriéndose la boca.

Ruedo los ojos ante su inmadurez y le explico mejor el contexto, a lo que ella responde con varias llamas y emojis de puñetazos. Quedamos de que pasará conmigo la noche para hacerme compañía y luego me distraigo con las noticias. Me gusta leer sobre asesinatos y tramas inconclusas, mi vena de criminóloga me lo pide a gritos y no es porque me guste el morbo ni nada de ese estilo, digamos que es mera curiosidad.

Me sorprendo cuando en mis notificaciones salta un mensaje de un número desconocido:

Me parece horrible que aún al día de hoy no allas superado a mi marido. No te sorprendas cuando recibas la denuncia que les haremos. Quizá ese hijo que esperas deva hacerte visitas en la cárcel.

 

Se me escapa un quejido en forma de risa. A mi me parece horrible que una mujer de veintitantos aún no haya aprendido las normas básicas de ortografía. No quiero ser mala persona, pero no puedo evitar que un montón de pensamientos oscuros hagan vida en mi cabeza. ¿En serio Adolf me cambió por eso? A la mierda él y su esposa.

Sin embargo, toda la oscuridad se esfuma cuando aparece Lucas con la comida. ¿Será el como un rayo de luz que se cuela por la ventana?



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En el texto hay: comedia, embarazo, amor complicado

Editado: 12.03.2024

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