Exactamente son las 6.30 de la mañana. El sol de enero es fuerte, su salida es imponente, quema la piel, perfora en lo más profundo de la oscuridad. Así es mí papá con sus ideas. Estamos rumbo al centro, cenamos algo rápido como siempre, hoy fueron fideos. En realidad, hace mucho que comemos eso, hace mucho mucho que nuestro bolsillo está pelado. Después, para pasar el tiempo, limpiamos la casa y siendo cerca de las 11 de la noche volvimos a picar algo de lo poco que quedaba en la heladera y así fue pasando la hora para poner todas nuestras pertenencias en la camioneta de papá. Cuando digo camioneta, camioneta no es, Pá le dice "La chata". Tampoco vivimos en el campo campo, ¿Alguna vez les dije dónde vivo? Creo que no.. vivimos en un pueblo a tres horas del centro, no somos ni del campo ni del centro, somos los NINi como dice mí tío Roberto, bueno no es mí tío Roberto. En realidad sigue siendo mí tío pero, no es más Roberto. Es una historia larga y emocionante, que otro día les contaré.
Volviendo al viaje, se respira aire fresco. No es aire aire, creo que no corre ni una ráfaga de aire, es otro aire. Yo elijo llamarlo aire de esperanza. El cuero de "La chata" se pega tanto a la piel que parece una calcomanía, estamos sudando como chanchos diría Atilio, cada vez que se agacha a agarrar el salchichón para disponerlo en la máquina de cortar fiambre. De vez en cuando, para saber que estamos vivos, "La chata" nos hace pegar la cabeza contra el techo, es como si volviéramos a arrancar, como cuando reinicio mí PC viejita. Sé que ustedes se preocupan tanto por mí, pensaran que es un peligro que papá maneje desvelado. Pero, no es así. Mí padre es un genio de armar planes, es muy sabio y yo tengo toda la fe en él.
-Tatina hicimos bien el dormir toda la tarde, te lo dije.
-Dormimos 10 horas, nunca dormí tanto.
-Te lo dije hijita, nos iba hacer bien el somnífero.
Está bien, no siempre sus planes son perfectos, a veces rozan la ilegalidad y muchas veces peligra contra la salud. Pero, él hace lo que puede ¿O no?
Hora exacta: 7.30 de la mañana
El calor es insoportable, el asiento quema, el techo quema y las ventanillas parecen hechas de lava. Mí papá dice que es buena señal, también dice que vamos por buen camino y un excelente recorrido. Confía a muerte en "La chata", y yo siempre le creo, me dice:
-Escucha hijita, las chicharras son buen augurio- Me palmea la pierna.
-¿No será por los 40 grados de calor?
-No seas exagerada, hace 38 sutiles grados.
-Con exactitud 39 grados- respondo con agobio.
-No seas pesimista Tatina, los verdaderos ganadores no tienen ni calor ni frío- Y yo solamente sonrió.
No sé si les pasó a ustedes, si están bien, no sé. Yo lo único que recuerdo una nube negra aparecer en el cielo, reconozco que me sentí algo aliviada. Luego, el cielo estaba oscuro como si fuera de noche, truenos, relámpagos y mucho viento.
-Al menos se puede respirar- dije levantando un poco la ventanilla.
Mí padre no decía nada, a él le dan miedo las tormentas (secretito entre ustedes y yo, jiji), les tiene fobia, pánico.
-Pá, es solo una tormenta- quise calmarlo.
-YO NO LE TENGO MIEDO AL TEMPORAL, hoy no- mientras le pegaba al volante unas 300 veces por segundo.
-¿Estamos llegando no?
-Sí, no. No sé, no comas ansías, querida mía.
-Dijiste que sabías el camino, eso dijiste.
-Lo sé. Solo que no quiero llegar tan rápido. En la vida hay que hacerse respetar y demostrar misterio. Si, si..mucho misterio.
-No me digas que..
Se acuerdan que les dije que mí padre era un arquitecto de planes. Bueno, quizá lo dije con ojos de admiración. Cómo se darán cuenta, la logística del viaje fue 10/10. Acá el problema que donde vamos no saben que vamos. Y no quiero pensar mal de mí padre, pues tengo su cincuenta porciento de genética.
-Y podemos saltar y decir: ¡Sorpresa!
-PAPÁ, basta. ¿Hace cuanto que no hablas con mí hermana?
-Mira dulce y bella Tatina, un semáforo. Eso significa que ya estamos en el centro.
-¡Un semáforo! -Grite- Ya lo sé. Un semáforo no es la gran cosa, ni siquiera es que haya visto un plato volador para sorprenderme, ni si quiera si viera al mismísimo Alf me sorprendería. Es que, yo se que a papá las cosas no le salen muy bien que digamos, siempre siempre trata de darme lo mejor y ahora me toca acompañarlo. Es nuestro destino, aunque siento que la tormenta se avecina, y no digo la tormenta de recién, la otra tormenta. No importa los errores de papá, siempre es tiempo para volver a nacer -esto me lo repito unas 50 mil veces, no quiero enojarme, tampoco quiero hacerme la cabeza, ya fue. Llegamos.
-Ahora vengo, quédate un cachito acá.
-Ajam- Y juro por dios, que esté "Ajam" fue de asombro. Yo dije que no me asombro rápido, está vez sí. Resulta que cuando levanté la vista, no podía creer lo que vi. Lo que estoy viendo. Nunca vi espejos de pared, nunca vi personalmente una empresa, nunca vi a papá tan sonriente y mucho menos, nunca vi unos ojos tan dulces mirándome.
-Hola- Dije con una amplia sonrisa.
-Vamos, baja Tatina, no seas tímida- Dale hijita. Replicaba mí padre -Deja de escribir, no se que escribe, me salió poeta la nena - .
Mi bajada fue triunfal, acá en el centro hace mucho viento, guarde todo en mí mochila, cuando digo todo es MI todo, mí escritura y mí dignidad. Me agarre el vestido para que no se me suba y ahí estaba ella. Ustedes saben que a mí no me gusta describir a la gente, me gusta la privacidad (aunque cuente mí vida) y la imaginación. Pero, no puedo dejar de describir a esta belleza de mujer.
-Hola, me llamo Eugenia- sonó la voz más dulce y empalagosa que pude sentir.
-Viste, Tatina. Ella es Eugenia, la pequeña genia del barrio.
Eugenia era alta, es decir, tenia unos zapatos como los que usan las modelos de pasarela, creo que los mismos. Pero, igualmente era alta, esbelta, su cabellera es rubia y no de las tinturas que hace doña Elisa, rubia natural. También tiene ojos color verdes, realmente mitad verde y mitad amarillos. Me hace acordar a la yegua que tenía mí padrino, el señor Totini en el campo de Magdalena. Una belleza. ¿Es ella? ¿Es mí hermana? ¿Mí hermana se llama Eugenia?