Algo sonaba en mi cabeza, algo muy ruidoso que no se detenía. Se metía en mi mente y me hizo despertar.
Al principio no entendí nada. Entorné los ojos y estiré los brazos. Cuando por fin cobré sentido de donde estaba me sobresalté. Apagué el maldito despertador y bostezé. Estaba en una cama que no era mía y en un cuarto que definitivamente no era mío. Miré a mi alrededor, había un sillón que parecía movido de su lugar original, y en el descansaba una persona. ¡Dios mío! Era Sean.
¿Qué había pasado?, me era imposible recordar. ¿Como había llegado yo ahí?, ¿Y si me raptó?. Que digo.. que estupidez. Piensa Shay.. Les juro que me esforcé pero ningún recuerdo del día anterior venía a mi mente. Hasta que de repente me acordé que estaba de vacaciones con mi papá y que había ido con los chicos a la playa, pero de ahí en adelante era un agujero negro en mi cabeza.
No sabía que hacer. Tenía miedo de despertar a Sean y de lo que el pudiera decirme. Además, apenas lo conocía, digo, se que es el chico que me gusta y por el que me muero con estar, pero en la realidad apenas le hablé y me encontraba en un lugar desconocido para mi con una persona digamos "semi" desconocida.
De pronto me di cuenta de que Sean me miraba. Agh ya se había despertado y yo ni tiempo había tenido de pensar que hacer.
_ Buenos días_ Me dijo con un tono muy cálido.
Lo miré, pero no le respondí de inmediato. Lo único que se me ocurrió decir, más bien preguntar en ese momento fue: _¿Donde estamos? _Sean me siguió mirando con esos ojos dulces, que no llegaban a comprender el grado de fastidio que estaban generando en mi.
_En el hotel, ¿no lo recuerdas?
_¿Discupla?, ¿Porqué debería acordarme, y acordarme de que exactamente?
La risa de Sean me irritó aún más.
_Estuvimos bailando y digamos que tomando un poco, y bueno... Estabas muy ebria y no sabía donde te estás alojando, así que te traje aquí.
En ese momento sentí mucha vergüenza de mi misma. ¿Como rayos había dejado que algo así me pasara?. Yo nunca había tomado mucho y jamás había estado ebria. Y ya veo por qué. El dolor de cabeza que sentía, no me dejaba pensar en nada más. Necesitaba que se detenga. Todo me daba vueltas y vueltas.
_¿Podrías llevarme a la playa donde estábamos ayer?_Le pregunté con tono de fastidio y tratando de no mirarlo a los ojos. Ni siquiera yo sabía por qué estaba tan enojada con el, si lo único que había hecho es no dejarme sola y ebria en la playa. Pero aún así no sentía que tuviera que agradecerle nada.
_¿Por qué tan malhumorada?. Yo lo único que hice fue ayudarte.
_Lo se, perdóname, es solo que no soy así. Tú sabes, no soy del tipo de chica que desobedece a su..._ De pronto me callé. Estuve a punto de decirle con quien me quedaba realmente. Y si lo hacía, estaba segura que ya no querría más que yo estuviera con el y sus amigos. Hubo un silencio, pero por fin dijo: _Muy bien, lo haré. Te llevaré a la playa, pero ejem.. Me gustaría que nos volvamos a ver. ¿Quizá mañana?. Donde tú quieras.
Sin poder evitarlo me ruboricé. Trate de ocultar una sonrisa y asentí con la cabeza. _Yo te avisaré cuando, pero ahora tienes que llevarme a donde te pido, por favor._ Me sonrió y asintió.
Fuimos caminando por qué estábamos bastante cerca, claro que yo no recordaba como había llegado así que no sabría volver. Todo el camino fue muy silencioso. Ninguno de los dos habló, aunque hubo ocaciones en las que yo estuve a punto y creo que él también, pero ninguno sabía que decir.
Cuando llegamos a donde nos habíamos encontrado se detuvo. De repente hizo algo que no me esperaba. Me tomó de las manos y dijo_ Fue divertido a pesar de todo.
Le sonreí, lo miré fijo a los ojos y luego solté sus manos y empecé a caminar alejándome de él. Por una parte me sentía muy bien, la parte de mi que no le importaban las consecuencias. La otra parte estaba aterrada de lo que pudiera decir mi papá. Tenía cuatro llamadas perdidas de él y como cien mensajes. La verdad estaba muy preocupada. Quería llegar lo antes posible y que él supiera que yo estaba bien.
Sin darme cuenta comencé a correr. No pensaba en nada. Mi mente estaba en blanco. Solo me concentraba en llegar lo antes posible.
Cuando por fin estuve allí, frente a la casa que mi papá había alquilado, para que los dos pasáramos unas vacaciones juntos, aunque era excesivamente grande para dos personas. No se por qué, pero por primera vez me detuve a observarla. Era casi toda de madera, con dos balcones, uno de cada lado de la casa. Tenía un portón gigantesco, y del techo salía una enorme chimenea. Me quedé unos momentos observándola como hipnotizada. Pero luego sacudí la cabeza y me acordé porque era que había corrido hasta allí con todas mis fuerzas.
Subi las pequeñas escaleras que separaban la arena de la casa y abrí el gran portón.
_Papá_ Grite, y fui a la cocina, pero no lo encontré allí_ ¡Estoy en casa, estoy bien!_ Subí las escaleras hasta las habitaciones. Cuando estaba por abrir la puerta de la habitación de mi papá, vi que el picaporte giraba y esta se abría desde dentro.
La figura de mi papá apareció tras la puerta. Tenía la cara, ya de por sí blanca, pálida como si hubiese visto a un fantasma. Su pelo entrecano, estaba todo revuelto y se notaba que estaba muy angustiado. Y no sería para menos, lo que había hecho era por lejos lo más imprudente e irresponsable de lo que me creía capaz. Pensé que me gritaría, lo tenía bien merecido, pero me sorprendió que me abrazase. Sus brazos me rodearon y me apretó fuerte contra su pecho. Se notaba que estaba agitado. Cuando nos separamos lo miré y vi que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
_Lo.. Lo siento_ Dije casi en un susurro.
_Por el amor de Dios, ¿Donde te habías metido?. Estaba por llamar a la policía.
No sabía que decirle. Era evidente que le tenía que explicar, pero no sabía como.
_Estaba, emm, estaba con unos amigos y..._ Una lágrima me calló por la mejilla y lo largué. Le conté todo hasta donde recordaba. Fui muy sincera y no le oculté nada. Cuando terminé miré hacia abajo, esperando nuevamente que me gritase, pero tampoco lo hizo esta vez.