Los siguientes días estuve muy deprimida. Trataba de no demostrarlo frente a mi papá, porque no le había dicho nada, y no quería hacerlo. No quería recordar esa sensación de total furia y dolor. Solo quería dejarlo ir, sacarlo de mi memoria, pero volvía sin que lo llame. El recuerdo de tal humillación permanecía. Y cada vez me enojaba más conmigo misma, por no poder superar a un tonto que no era más que eso. Un completo inútil. Pero así seguía. Mi mente volvía una y otra vez a enrosacrse en lo mismo, y eso me deprimía más.
_Shay, ¿Escuchaste lo que te dije?, ¿Me estás prestando atención?_
Levanté la cabeza y observé a mi papá con la mirada perdida. Sabía que me había dicho algo, pero la verdad es que no había escuchado ni una palabra.
_Perdón papá, estaba pensando en otra cosa_
_Baja ya de la nube en la que vives y escúchame. Te estaba diciendo que mañana a la tarde, cerca del centro va a haber una feria. Pero también tendrá atracciones y cosas por el estilo, que se que te gustan mucho. ¿Te parece si vamos?_
La verdad no estaba de humor, pero no quería preocupar a mi papá, así que pensando que es verdad, que me gustaban ese tipo de cosas, acepté.
No tenía mucho entusiasmo, pero ¿que sería lo peor que podía pasar?.
Eran eso de las cinco de la tarde y ya estábamos de camino a la feria. Era un día muy tranquilo. Apenas había viento y el sol todavía se asomaba en el horizonte.
Cuando llegamos, la verdad es que me sorprendí. El lugar era mucho más grande de lo que creía y había mucha gente. Estaba lleno de atracciones y puestos en los que había todo tipo de personas. ¡Hasta había una montaña rusa!. Sin querer se me levantó el ánimo. Todos estaban tan contentos que se me pegó un poco de felicidad.
Cuando me di cuenta mi papá ya había comprado varios tickets para los juegos y un algodón de azúcar, que sostuve sin comerlo, porque la verdad era que no tenía nada de hambre.
Recorrimos algunos puestos y me subí a la montaña rusa varias veces. Cuando estábamos haciendo la fila para un puesto en el que tenías que tirar una especie de botellas con una pelota diminuta, que sinceramente nadie que yo hubiera visto había ganado, lo vi. Estaba agh, estaba agarrado de la mano de esa chica rubia y alta y con ojos y piel perfecta, y paseaban alegremente. Sean parecía muy contento y eso me enojó.
Agaché un poco la cabeza y traté de esconderme tras mi papá, pero se dirigían hacia la fila y no habría forma de que no me viesen allí.
_Voy a buscar el baño, y algo para comer_ Le dije a mi papá sin mirarlo.
_Pero ya tienes el algodón de azúcar Shay_ Me dijo en un tono reprochador.
_Es que.. es que en realidad quería otra cosa_ y sin esperar a que me respondiera salí corriendo de la fila para el lado contrario del que venían Sean y la chica.
Mientras me alejaba escuché a mi papá que me gritaba que no tardase mucho. No tenía planeado hacerlo, solo quería esperar a que se fueran de ahí, y volvería a la fila.
Después de un tiempo dejé de correr y comencé a caminar.
No sabía bien a donde ir, pero quería ocultarme un rato. Después volvería y todo estaría bien.
Vi que había una carpa como de circo, pero mas pequeña, en un lugar por donde no pasaba mucha gente. Me pareció un buen lugar para esconderme. Estaba segura de que Sean y la otra chica no irían para allí. De pronto me puse a pensar lo obsesionada que estaba con Sean. Solo pensaba en él, y en la rabia que eso me generaba. Estaba a la vez enojada conmigo misma y quería gritar. Pero también me invadían sentimientos de tristeza frecuentemente. Me enojaba de estar enojada. Era como un círculo vicioso. ¿Cuando se terminaría?.
Mientras pensaba todo eso, entré en la carpa. Estaba bastante oscura. No había nadie. Era muy raro; si se suponía que era una atracción o algún tipo de puesto de algo, tendría que haber gente. Sin embargo estaba vacía.
De todos modos me quedé. Estaba completamente sola, pero me sentía segura. De repente un sentimiento de tristeza me invadió, bueno como si ya no lo hubiera estado sintiendo, pero ahora se había hecho más fuerte.
Recordé una canción que me cantaba mi mamá cuando era pequeña. La verdad que odiaba a mi mamá por lo que nos había hecho a mí papá y a mi, pero la canción me encantaba.
Empecé tararenadola y sin querer, sin ser consciente me puse a cantar. Mientras cantaba una lágrima resbaló por mi mejilla. No sabía porque exactamente había sido. En realidad no estaba triste por lo de Sean, más bien enojada.
_Que linda vos que tienes_
Me di vuelta sobresaltada. No se veía nada, estaba todo oscuro. No tenía idea quien había dicho eso.
De repente se encendieron las luces. Eran como lamparitas que parecían flotar en el aire, que brillaban intensamente de diferentes colores. Cuando acostumbré mi vista a la luz, lo vi. Era el chico de la playa. Antes me había parecido un señor simplemente, pero ahora que lo veía mejor me di cuenta que era un chico más o menos de mi edad. Tenía el pelo marrón todo desordenado y los ojos color avellana. ¡Que lindo ojos que tenía!. Estaba vestido de una manera bastante particular, como con un traje de payaso, pero sin la cara maquillada ni la característica nariz roja. Era muy lindo... BASTA, mi mente me gritaba. No me voy a ilusionar de nuevo. No pasará nada. Me quería convencer de eso. Tenía que.
Ni siquiera sabía que quería él, y seguramente lo que me acababa de decir no era más que un cumplido que le podría haber hecho a cualquiera. No podía basar mis ilusiones en eso.
_Gracias_ No dije nada más y él tampoco. Se hizo un silencio muy incómodo. Yo trataba de no mirarlo, pero fue inevitable levantar la vista, y cuando lo hice nuestras miradas se cruzaron. Rápidamente aparté mis ojos de los suyos, pero me dio la impresión de que él seguía mirándome.
_¿Que hacías aquí?_ Parecía algo serio. Pesé que diría algo más, pero no lo hizo. Supongo que estaba esperando mi respuesta. La verdad que me pareció algo extraño que me lo preguntase. ¿Qué le importaba a él que hacía yo?