Cuando estuve más concientes de lo que estaba pasando busqué a mi papá en toda la multitud. De pronto de entre varias personas salió él, con cara pálida y todavía el bigote bien rasurado. La verdad su expresión era fantasmal. Se agachó junto a mí, primero me miró y luego me abrazó. _Estoy bien _Y fueron todas las palabras que pronuncié, pues ya no sabía que más decir. Dentro de mi quería llorar, pero no podía. No me sentía capaz. Sería injusto para los demás, los que se preocuparon, verme derramar lágrimas si habían hecho lo posible para que yo estuviese bien. O por lo menos Derek. El me había sacado del agua arriesgando su vida, cuando lo único que había hecho yo fue dejarlo plantado.
En ese momento había llegado un señor que parecía ser un médico. Me pidió si me podía poner de pie y tratando de no parecer muy frágil, me levanté. Me examinó superficialmente porque no tenía ninguna herida al parecer.
_Está bien señorita. Igual yo recomendaría ir al hospital para un chequeo más específico.
_Pero... _Mi papá no me dejó terminar la frase y dijo: _Muy bien. Lo haremos_. Bajé la cabeza y miré la arena. Sentía que todo el mundo me miraba, pero me daba vergüenza alzar la vista y observar a la gente. Estaba por hablarle a Derek para agradecerle por lo que había hecho por mi, cuando mi papá me dijo que ya era hora de irnos y me puso un brazo en la espalda para instarme a dejar ese lugar. Cuando ya habíamos caminado un poco, miré por encima de mi hombro a Derek. Él estaba parado entre la gente que de a poco se iba dispersando. Mi mis ojos se clavaron en los suyos, pero él no me miraba. Creo que lo estaba evitando. Lo único que habría deseado era decirle "gracias". Esa simple palabra que me hubiera dejado aliviada. Pero ahora sentía que lo tenía que ver de nuevo. Tenía que mirarlo a los ojos y hacerle entender que significaba todo para mí lo que había hecho. Debía hacerlo.
Después de salir del médico fuimos directo para la casa. Mi mente estaba en blanco. No podía pensar en nada, no quería hacerlo. Mi papá se mantuvo muy callado todo el camino. Cuando por fin llegamos se detuvo en frente de la puerta de la casa. Me miró a los ojos y a continuación me abrazó. Me di cuenta de que estaba llorando. Lo último que hubiera querido era que el se pusiese mal. Fui tan estúpida. El médico me dijo que probablemente lo que me había pasado, era que había quedado atrapada en una corriente submarina. A veces se formaban cerca de la costa y eran sumamente peligrosas.
_Estoy bien papá, en serio. No te preocupes.
_¿Cómo pretendes que no lo haga? _Dijo con un hilo de voz _Casi mueres_. Ante esas palabras me quedé muda. Él tenía razón. Que hubiera sido de mi papá si yo hubiera muerto. Si Derek no me hubiera rescatado. Ya no tenía a nadie. Ese pensamiento me hizo sentir muy culpable.
_Perdón.
_Hoy nos quedaremos en casa, y mañana ya veremos que hacer. Ve a tu habitación, y si necesitas algo solo avísame _. Asentí con la cabeza, lo abracé, y a continuación subí a mi cuarto.
El agua me cubría nuevamente. La superficie estaba cada vez más lejos y el sol se cubría por una cortina de agua. No podía respirar. ¡Ahhhh!.
Desperté cubierta de sudor. Estaba todo oscuro. No se veía nada más que la luz de la luna que entraba por la ventana. Me quedé sentada en mi cama respirando rápida y ruidosamente. No quería cerrar los ojos, no podía quedarme dormida y volver a sentir esa sensación de que me ahogaba y no tenía salida.
Esa noche me quedé despierta. No pude volver a conciliar el sueño. Fue amaneciendo lentamente y de a poco se fue iluminado mi habitación. Estaba muy cansada, pero igual me levanté. Mi papá había venido a verme por lo menos tres veces a la noche, así que pensé que el tampoco había podido dormir muy bien.
Después de desayunar me levanté de la mesa. Me puse un abrigo y salí al jardín. Me senté en una silla y me quedé mirando el agua. Como se iba y volvía. Como parecía estar en calma. El sol se reflejaba en el mar y creaba la ilusión de que las olas eran doradas.
De pronto vino a mi cabeza un pensamiento que rápidamente invadió toda mi mente. Todavía no le había agradecido a Derek. Sabía que tenía que ir a verlo. Quería hacerlo.
Me levanté rápido de la silla y entré a la casa. Mi papá había salido a comprar algunas cosas y no se había llevado el celular. ¡Rayos!. Tenía que avisarle. Se volvería loco si volvía y no me encontraba en la casa. Pensé que podía ir después, pero algo dentro mío me impulsaba a salir. Era como si supiera que si lo veía en ese momento él podría entenderme. Entender lo que le tenía que decir y aceptar mis disculpas.
Se me ocurrió dejarle una nota sobre la mesa a mi papá. Rápidamente con esa idea en la cabeza fui a buscar papel y lapicera.
Papá:
Antes que nada, estoy bien. Se que en estos días no fui la hija más responsable, pero aunque sea mucho pedir en este momento, necesito que confíes en mí. Fui a buscar a Derek. Necesito agradecerle por lo que hizo. Y pedirle perdón por lo que yo no hice. Ojalá el sea mi amor de verano, como fue el tuyo con Linsey. Pero si no hago esto jamas lo sabré. Así que te pido que no te preocupes, volveré pronto. Te quiero mucho, Shay.
Dejé la nota en la mesa principal para que la viera en seguida y salí de la casa. No sabía bien a donde tenía que ir. No conocía más que su nombre. Así que decidí ir a la feria, donde lo había visto la última vez. Estaba segura que no lo encontraría allí, pero quizá habría alguien que me pudiera decir donde vive. Caminé a paso apresurado varias cuadras. Tenía miedo de perderme, porque la vez que fui con mi papá estaba de tan mal humor, que no le presté mucha atención al camino. Pregunté en dos ocaciones a personas que pasaban por la calle por donde quedaba la feria local, pero ninguna me supo decir. Hasta que le pregunté a un señor que estaba sentado en una silla en la vereda tomando cerveza. Este me contestó que la feria no funcionaba los días de semana. Estaba solamente los sábados y domingos. Cerré los ojos y respiré profundo. Trate de no alterarme y le agradecí al señor por la información. No tenía otra manera de contactarme, ni de buscar a Derek.