Jennifer y yo nos habíamos encontrado en una tienda para tomar un café y estábamos charlando alegremente. Le había dicho que quería verla y saber de ella. Como le había ido con su futuro cuñado y si planeaba quedarse más tiempo.
_La verdad es que no muy bien.
_¿Que pasó? _Le pregunté cuando el mozo nos había dejado el café en la mesa.
_Yo necesito que él regrese conmigo a mi casa, bueno a la casa de mi hermana, pero Liam se niega a hacerlo. Es muy terco.
_No quiero ser entrometida, pero ¿Por qué quieres que regrese contigo?.
_Es que pronto habrá un evento muy importante al que tiene que asistir. Necesito que el esté, es mi trabajo convencerlo.
_¿Y por qué no lo hace su futura esposa?.
_Ella está muy ocupada, no tiene tiempo. Igual no le vendría mal hacer algo ella misma, pero por ahora es lo que hay. _Noté que Jennifer estaba triste, y quería ayudarla, aunque ella insistía en que estaba bien, y que era ella la que me tenía que ayudar a mi.
_Pero yo no necesito que me ayudes, estoy bien.
_¿Por favor Shay!, debe haber algo que necesites, cualquier cosa. _No me gustaba verla en ese estado, así que traté de pensar si me hacía falta algo. De pronto un pensamiento se cruzó por mi cabeza.
_Bueno... hay un chico. Su nombre es Derek. Hace poco que empezamos a salir y es muy agradable. Es solo que sé que esconde algo, algo relacionado del lugar de donde viene. Quiero ayudarlo, porque se que no es algo de lo que él esté orgulloso, pero no me quiere decir y no se que hacer_.
Jennifer parecía pensativa. Mientras le contaba mi problema, ella me miraba como tratando de descifrar algo. Frunció el seño y cruzó sus dedos delante de su boca. _Yo creo que tú necesitas relajarte. Es verdad que puede estar ocultando algo, ¿pero quién no lo hace?. Quizá piensa que si te lo dice ya no querrás salir con él, y tú le importas tanto que por eso se lo guarda.
_No creo que sea por eso.
_¿Y por qué sino?.
_No lo sé. Me gustaría creer eso, pero parece muy misterioso, y me gustaría que confiase en mí.
_Entonces encáralo y pregúntale directamente.
_Ya lo hice.
_¿En serio?.
_Bueno, más o menos. Es que le pregunté por el lugar de donde venía y traté de parecer comprensiva, pero nos empezamos a pelear.
_Pero no así. Debes preguntarle por que no quiere decirlo. Dile que confíe en ti.
_La confianza no se pide, se gana.
_Es verdad, entonces gánate la suya.
_Está bien, lo intentaré. _Seguimos hablando un rato y se pasó la tarde muy rápido. Era muy agradable estar con Jennifer. Era de esas personas que te arrepientes de no haber conocido antes en la vida. Me comprendía perfectamente y me hacía sentir en confianza. Su amistad se había vuelto algo muy importante para mí.
_Ya es hora de que me valla. Es algo tarde.
_Tienes razón _le contesté con una sonrisa.
_Fue muy divertido. Hay que repetirlo.
_Claro, cuando tú quieras.
_Te avisaré. Bueno, adiós. _Jennifer cruzó la puerta del local y me quedé sentada sola. Después de discutir por quien pagaba la cuenta, ella terminó venciéndome y yo dejé que la pagase ella. Ya no tenía porque quedarme, pero no me fui. La mesa en la que estaba se encontraba junto a la ventana y me quedé mirando a la gente pasar. La mayoría parecía triste, con expresión de soledad y la espalda encorvada. Solo unas pocas personas se veían alegres de caminar por la calle e ir al lugar a donde se dirigían o volver de donde venían.
El día estaba gris, pero no parecía que fuera a llover. Había viento y de vez en cuando se podía ver como se doblaba algún paraguas de ciertas personas que seguramente pensaban que esas nubes del cielo anunciaban lluvia.
Por fin decidí dejar aquel lugar, después de estar unos minutos en completo silencio. Me levanté y salí por la puerta que al abrirse hizo sonar la campanilla que tenía encima.
Caminé lentamente por la calle sin rumbo alguno. No quería regresar a mi casa todavía, así que decidí acercarme a la playa. Hacía bastante frío y esta estaba desolada. Solo unas personas pasaban en ese momento, pero se alejaron y me quedé sola.
Me senté en la arena y miré hacia el mar. Todavía le temía, pero no como antes. Algo dentro de mi había cambiado. Esa sensación de terror por tocar el agua ya se estaba desvaneciendo y tuve por un segundo el impulso de acercarme al agua. Me levanté, y sin sacudirme toda la arena que tenía pegada en la ropa, avancé lentamente. Cuando estuve a un centímetro del mar, este se acercó más y yo retrocedí de inmediato. Quería hacerlo, iba a hacerlo, y entonces el agua se acercó más a mi y en vez de acercarme más a ella, retrocedí y no volví a intentarlo.
Estaba muy decepcionada de mi, no había sido capaz. El miedo que tenía había sido más fuerte que las ganas de ganarle a este. Me sentía muy mal y solo quería llorar. Me resistí porque no quería que mi papá me viera, cuando ya estaba en la puerta de mi casa, y aunque lo hubiera hecho antes, mis ojos habrían estado rojos e hinchados y él se habría dado cuenta de todas maneras. No quería hablar de eso, solo ir a mi cama y poner música muy fuerte y quedarme allí. Ni siquiera tenía ganas de hablar con Derek, porque sabía lo que me diría, y aunque tuviera razón no quería escucharlo. Él me abrazaría y me hablaría cálidamente, diciéndome que estaba bien, que cada uno tiene sus tiempos y que yo era muy valiente de haberlo intentado. Pero yo no pensaba así. Me sentía decepcionada e impotente de no poder manejar mis emociones. Saqué a Derek y todo lo que pensaba que me podía decir de mi cabeza y me recosté en la cama. Después de un rato y de que hubiera apagado la música a todo volumen, me quedé dormida. Realmente no se cuanto tiempo pasó, pero me desperté sobresaltada y noté que había alguien en mi habitación que se estaba retorciendo y agarrándose el cuello. Miré mejor y horrorizada me di cuenta de que era Derek.