Leonardo
-Hermano solo olvídala es solo una chica, no entiendo tu capricho por ella.
-Max, si no te molesta de verdad quiero estar solo.
- ¿Para qué, para seguir llorando porque no lo quieren?
-Eso dolió.
-Isi dilii, pareces tonto, iremos a un buen bar conoceremos a unas lindas morenas y te olvidaras de Gabriela en un dos por tres.
-No tengo ánimos para salir y es enserio Max, necesito que te vayas, tengo mucho trabajo aquí y me estas atrasando.
-Ya, ya me voy, pero espero que no quedes llorando como un bebe, llámame si cambias de opinión.
Le digo que sí, aunque no creo que eso sea posible, se va y me quedo otra vez con el sabor amorgo de sus palabras repitiéndose una y otra vez en mi cabeza “yo ni siquiera lo recuerdo” “usted es mi jefe” “las cosas siempre han sido así” cuanto quema con un demonio.
Y lo peor de todo es que ella tiene toda la razón, no somos nada, soy su jefe y ella desde un principio dijo que no me quería y yo terco como una mula, voy detrás de una mujer que no me quiere y que probablemente tenga a otro.
Definitivamente me voy a olvidar de Gabriela.
-Señor necesito que me fir…
- ¿Te he dicho que puedes pasar? —la interrumpo—
- ¿Quiere que salga y vuelva a entrar? No hay ningún problema.
Como se puede ver tan hermosa, ¡BASTA LEONARDO!
-Ya estas adentro, pero para la próxima espera que te permita pasar.
-No volverá a pasar señor.
- ¿Qué necesitas?
-Que firme unos documentos. Son los últimos detalles para pasar a edición y posteriormente pasar a todo el proceso de imprimirlo.
- ¿De quién es el libro?
-Es el de Zac señor.
Como evito poner mala cara con la sonrisa que dejo plasmada su rostro cuando lo menciono, son celos y no voy a negar que me come que a él si quiera darle una oportunidad.
-Pásame los documentos —ese cosquilleo al rozar su mano con las mías en el cruce de esos benditos papeles.
-Listo ¿es todo?
-Se los llevare a Ashley, también llamo el señor Rojas dijo que le avisara que mañana se llevaría a cabo una reunión con los socios de la editorial y que no llegara tarde.
-Gracias, puedes irte, no espera.
-Se le ofrece algo más?
-tengo un presente para ti.
-Un presente?
Saco la pequeña caja de la gaveta de mi escritorio y se la tiendo. Su cara no podría tener más confusión y se ve preciosa de esa manera.
-Ábrelo.
Cuando lo abre puedo ver una pequeña sonrisa, al cual borra de inmediato.
-No puedo aceptarlo.
-Lo compré para ti, no tiene segundas intenciones si es lo que piensas, solo vi que lo usas mucho y pues.
-Si, pero no es como para que me compre algo.
Me levanto y voy hasta ella sacando el pequeño collar de la caja y apartándole el pelo para ponérselo.
-Ya lo tienes puesto, ya no lo puedes rechazar.
-Mmmm, gracias de verdad es muy bonito.
-Por nada, se te ve muy bien.
-Yo ya me voy, recuerde la reunión de mañana, debe llegar a tiempo.
Esa sonrisa que puso en su rostro al salir se nota que, si le gustó mucho, el collar es super simple nada muy elaborado, pero con ella lo simple se ve malditamente sofisticado.
Mi suerte no puede mejorar reunión de socios, lo que significa que tendré que ver a gema porque su padre murió el año pasado y ahora ella se hace cargo, ¿otro castigo señor?
A gema nunca le intereso esto, pero después de que murió su padre no ha faltado a ninguna reunión y algo me dice que tampoco faltara a esta y me lleva el Diablo con mi mala suerte.
Cuando gema y yo éramos novios fue de las mejores cosas que me pudieron pasar, fueron años en los que aprendí a amar, a amarla como a ella le gustaba y no me daba cuenta de las cosas obvias, como que siempre me la encontraba en el departamento que compartía con Josh y siempre ponía la excusa de que me esperaba, hasta que le propuse matrimonio y luego me los encontré en plena acción, mi primer impulso fue romperle la cara a aquel que se hacía llamar mi mejor amigo, el segundo fue
gritarle a gema lo mal que estaba y el tercero fue irme y ponerme a llorar como un maldito imbécil.
Después prometí no volver a enamorarme nunca, ninguna mujer me iba a hipnotizar de nuevo era un maldito juramento que tenia conmigo, hasta que llego Gabriela arruinándome todos los malditos planes con su belleza, con su sonrisa radiante, su voz, su cara y esos malditos ojos grises que me tienen hipnotizado desde que la vi.
Fueron esos ojos los que me embobaron desde que entro en mi oficina, luego su amor por la buena escritura, su forma de ser, su buen sentido del humor y un millón de cosas mas me tienen amarrado a la única mujer que quiero y la que no puedo tener.
A la mañana siguiente.
Mi mañana no ha empezado del todo y ya me estoy hartando de ella, el maldito coche no tiene gasolina, lo que me lleva a pedir un taxi, cuando llego veo a la mitad de los socios, todos me saludan y yo solo quiero encerrarme en mi oficina.
Veo a Gabriela en su puesto y al menos algo bueno trae esta maldita mañana al verla usar el collar.
-Qué lindo collar traes.
-Oh esto, tuve que comprarle un acompañante —dice mostrándome su mano—
-Si hubiera sabido, tendrías el juego completo justo ahora.
Se remueve incomoda.
-La reunión inicia en 10 minutos, su padre esta en la sala de juntas desde muy temprano.